Don't Lie

Capítulo 2. Fuerza.

- ¡Tenemos que llevarla al hospital! ¡Ya!

Tissa y Gian llamaron al hospital más cercano, para que mandaran una ambulancia lo más rápido posible. No tardaron más de 5 minutos en llegar.
- ¿Qué es lo que ha pasado? - preguntó uno de los médicos
- Fue a por su ropa para cambiarse pero se ha caído - dijo Tissa
- Con una mujer tan mayor, un golpe de estos podría dejarle... inmóvil, ¿hace cuánto se ha caído?
- No más de 5 minutos.
- La tenemos que ingresar en el hospital. La llevamos en la ambulancia. COMPAÑEROS, LA CAMILLA. ¿Se vienen también o van en coche?
- Yo voy con vosotros - contestó Tissa
- Yo, voy en coche - respondió Gian

Hubo unas miradas entre Gian y Tissa. Los médicos montaron a Ally, abuela de Klay, en la camilla y directamente se la llevaron dentro del vehículo de emergencias.
- Cariño, ve tú con tu madre. Yo intentaré buscar pruebas sobre Klay.
- Lo veo todo muy surrealista. Mi niña... ahora mi madre... ¡¿QUÉ MÁS ME VA A PASAR?!
- Amor, ve rápido, se irán sin ti, después de la tormenta, llegará el Sol...
- Después de mi hija, no viene nadie más. Si fuera por mí, yo no estaría aquí...
- Hay que mantenerse fuertes, aunque sea solo la apariencia
- Me voy, mi madre es la única esperanza que me queda...

Tissa se montó en la ambulancia. Gian se quedó solo.
- ¡Madre mía, madre mía! Mi pequeña Klay, aún recuerdo cuando empezó a dar sus primeros pasos... y su primera vez que fue a la escuela, que lloraba a más no poder... su primer cumpleaños con sus amigos, que durmieron con ella... todos esos momentos donde ella era feliz, hemos estado con ella... y ahora, cuando nosotros éramos felices, nos abandonó. No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero para encontrar nuestra felicidad, hay encontrar a su asesino.

Gian salió de casa. Y se dirigió a la estación Cannon Street. Allí se encontraba un gran cuerpo policial.
- ¿Dónde va? ¿No has escuchado las noticias? Aquí no se puede entrar.
- Escuché bien las noticias, soy su padre, ¿vale?, así que déjeme pasar.
- ¿Y yo cómo confirmo de qué tú eres su padre?
- Mira, no me digas tonterías. Toma mi DNI, ¿contento?
- No me vaciles, ¿te crees que esto es una tontería?
- Claro que no, ¡ES MI HIJA LA QUE ESTÁ AHÍ DENTRO MUERTA, DÉJEME ENTRAR!
- ¡Oye, no grites!
- Déjeme pasar ya
- ¿No has leído la carta que os enviamos?
- Sí, la he leído
- ¿Qué ponía? Que no se acercarán al lugar donde ocurrió el asesinato, para que no hubieran otras pruebas que no fueran las verdaderas.
- Mira, quiero ver a mi hija, ni la tocaré ni nada, además si los deseáis, entraré vestido igual que los polícias que están aquí.
- Lo siento, pero no.
- ¡SOY SU PADRE Y NADIE VA A DECIR SI TENGO QUE VER A MI HIJA O NO, YA QUÉ ES MI HIJA! ¿ENTIENDES?
- Entiendo

Gian empezó a caminar para entrar dentro de la estación, pero alguien le agarró del hombro.
- Gian, no puedes entrar... Soy Frank, criminólogo y psicólogo - dijo enseñando su identificación -  te aconsejo que no entres. Ven conmigo y te explicaré.
- Lo siento, de verdad, tengo que ver a mi hija.
- Gian, sé lo duro que es perder a una hija... de hecho, yo perdí a la mía. Se llamaba Lydia, y se fue con tan solo 5 años. Es mejor no entrar, te lo aseguro. Mañana vienes y la ves, por favor. La policía sabe hacer muy bien su trabajo. Tómate un café conmigo, yo te invito.
- Lo siento por lo de tu hija, pero yo quiero ver a la mía, además mi suegra está muy mal...
- Sé por el momento que estás pasando... Yo solo te digo, que si quieres verla, te vas a arrepentir. Ahora no está maquillada, es decir, que está tal y como la asesinaron...
- Me da igual...
- Mañana si quieres vengo contigo, ahora vámonos.

Frank agarró muy fuerte la mano de Gian, y lo adentró en su coche.
- No sé como he aceptado...
- No has aceptado, solo te he traido a la fuerza.

Frank y Gian se fueron y llegaron a una cafetería muy famosa en Londres.
- Entonces, Gian, cuéntame cómo pasó todo.
- Estaba...