𝑶 𝑪 𝑯 𝑶

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Un chico rubio despertó en el ojo del tornado, y en él, se encontraba la marca que estaba en su brazo izquierdo, observaba lo más posible, pero cerca del muchacho, estaba una mujer con cabellos cenizos en el suelo. Se veía dormida.

Se acercó lentamente a ella, pues al darse cuenta que no estaba dormida, abrió sus ojos con terror, un sentimiento que jamás había sentido recorrió su cuerpo. Sangre alrededor de ella, y unos entes oscuros a su alrededor. Ella se desvaneció, el tornado y los espirítus se adentraron en él.

Una tristeza y pesada carga estaba sobre su cuerpo, haciéndolo caer de rodillas. No sabía que le dolía más, si su cabeza o corazón. Cerró con fuerza sus ojos, y se dejó caer. Para entonces, el ambiente estaba negro y tenso. Sin un poco de luz en él.

[•••]

Kozume dormía junto con Tobio en el asiento del hospital, Kuroo observaba por el gran vidrio enfrente. A través de él, se encontraba su hijo conectado a algunas máquinas, con su mascarilla unida al tanque de oxígeno y algunos cables de su cuerpo para monitoriar su pulso. El pelinegro desvió la mirada, no podía soportarlo. Aquel oscuro pasillo se convirtiría en su peor recuerdo.

Era de noche y la luna no se encontraba, tampoco las estrellas brillantes de siempre. Estaba empezando las brisas frías en las mañanas y en las noches, y aquella noche era la más fría de todas.

Kenma despertó, sin ninguna razón externa, ahora mismo tenía el sueño ligero. Vio a Kuroo enfrente del ventanal, lo mió triste, pues él no podía evitarlo. Se levantó, tratando de no despertar al peliazul.

Se acercó de apoco al pelinegro, colocó su mano en el hombro ajeno, el más alto se dio la vuelta. El teñido sólo extendió sus brazos y lo abrazó. El otro lo aceptó sin dudar.

Las palabras no eran necesarias.

[•••]

El sol salió ese día, pero a la vista de Kei, la luz ya no estaba presente. Muchas de las cosas que tenían color, ya no las tenía. Todo en blanco y negro, sus ganas para tan sólo respirar ya no se encontraban en ningún lado. Tenía unas ojeras enormes y ojos caídos. Toda su familia estaba allí, pero incluso esa cálidez no la podía sentir. Se sentía como la nada misma.

Le dijeron que quedó inconsciente por cuatro días, y ese día no era Lunes, sino Sábado. Al menos había pérdido clases y las prácticas, pero ni eso le alegraba. Es como si todas las emociones se hubieran ido de él, ni la música le ayudaba. Quería sentirse triste, pero ni eso podía.

Tobio entró por la puerta de color blanco, y le dijo al rubio:

- Tadashi está aquí ¿quieres verlo?.- preguntó con sus brazos cruzados a la altura de su pecho.

- ¿por qué está aquí?.- la primera emoción que siente el día de hoy y era la confusión.

- Él quería saber cómo estabas, recuerda que estuvo presente cuando pasó.- Tobio podía sentir el aura depresiva de su hermano, y a él le molestaba, le molestaba el no poder hacer nada por cambiarlo y dejarlo como estaba antes. Porque jamás había actuado así. Los doctores le dijeron que jamás volvería a ser el mismo, pero el peliazul quiere cambiarlo y para mejor.

- Aún así, no entiendo por qué está aquí.- dijo insistiendo.

- ¿Quieres qué pase o no?.- la paciencia se hacía pequeña con el rubio.

- No sé.- dijo indiferente, se recargó más en la camilla y desvió la mirada.

Tobio suspiró y dejó que entrara, él se fue para dejarlos y hacer una llamada. Tadashi se hizo presente con su característico mechón rebelde. Su rostro se veía preocupado.

𝘊𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘵𝘰𝘴 [𝘏𝘢𝘪𝘬𝘺𝘶𝘶!! | 𝘛𝘚𝘒𝘠𝘔] #𝘝𝘰𝘭𝘭𝘦𝘺𝘣𝘢𝘭𝘭𝟤𝟢𝟤𝟢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora