1 - El chico que lloraba.

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Llevaba mirándolo un buen rato. Reunió todo su valor y se acercó a la plaza. Aquel muchacho al que estuvo observando tanto desde su mesa en el café estaba de espaldas, así que no lo podría ver llegar. Empezó a dudar de lo que haría cuando estaba a un par de centímetros, pero al escuchar un suave hipido su inseguridad desapareció. 

Empujó a su compañero de año, provocando que el columpio en el que estaba sentado se moviese hacia adelante en un suave vaivén y que el chico con el pelo desteñido que estaba sobre él se exaltase. Este último se volteó preparado para gritarle a desconocido, mas se detuvo al ver a uno de los chicos más reconocidos de su colegio.

- Perdón, ¿te asusté? - preguntó tímidamente... Isaac ni siquiera recordaba su nombre.

- Obviamente, boludo ¿Quién en su sano juicio no se asustaría si lo empujan desde atrás?

El chico sentado en la hamaca no pudo evitar que sus palabras sonasen más agresivas de lo que quería. Honestamente no estaba de humor para que un mero conocido lo anduviese queriendo molestar. Seguramente después andaría difundundiendo que vio a Isaac Martínez con los ojos vidriosos. No es que hubiese algo malo con ello, era solo que cualquier cosa podía ser usada con intención de humillar a alguien y tenía paja de lidiar con todo aquello implicaba.

- Ah, perdón, no era mi intención - sorprendentemente, el desconocido habló nervioso antes de sentarse en la hamaca de al lado y comenzar a balancearse suavemente -. Perdón que te interrumpí, pero simplemente no pude evitar acercarme cuando te vi llorar.

La mente de Isaac pareció quedar en blanco unos segundos ¿Por qué estaba siendo tan amable? Quizás todavía existía gente así en el mundo... pero ahora que lo pensaba ¿cómo sabía que estuvo llorando si apareció desde atrás? Está bien que tuviese los ojos llenos de lágrimas, pero no era que estaba llorando cual magdalena amarga. Había algo que no le terminaba de cerrar.

Lo que el otro no podía decirle al de pelo blanco era que hacía media hora que lo había visto de frente y se había ido a ocultar a un café cercano hasta que al fin se animó a aproximarse.

- Gracias, pero no necesito tu falsa empatía. No voy a ser tu siguiente post de Instagram

Sabía que si alguien reconocido venía a hablarte, no podía significar nada bueno, así que levantó sus defensas por las dudas. No importaba que el nombre de aquel joven hiciese eco por la secundaria a la que asistía por su amabilidad y su apariencia; sabía que todo eso era una fachada. Nadie era realmente tan buena persona.

- Ah, perdón... - con una sonrisa triste, el joven a su lado jugó nerviosamente con sus manos antes de continuar -. Te puse incómodo, ¿no? 

- Sí.

- Entonces mejor te dejo. Por favor volvé bien a tu casa. 

Sin decir una palabra más se levantó. Sobre el regazo de Isaac dejó su pañuelo de tela y un paquete de gomitas. Antes de que pudiera protestar, el otro ya se había marchado.

- Es muy molesto no poder ver tus ojos - le susurró al viento -. No sé si me estás diciendo la verdad o no.


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