Primera parte. Lo que el destino quiso unir.

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Primavera del Año 2003.

Dieciséis años antes...

MASON

Sé lo cabreada que está mi madre incluso antes de cruzar el umbral de la puerta del director hacia mí. Sus gestos, casi siempre dulces, están irreconocibles.

-Toma tus cosas y vamos.-me espeta mi progenitora. No me atrevo a decirle nada, al menos no aquí en la sala de espera, con los ojos y oídos curiosos de todos los presentes.

Me levanto con el morral de la mochila en un sólo brazo, dispuesto a seguirla hasta la salida, cuando los padres de Gerard salen de la oficina del director, y van a por lo propio con su hijo, sentado en el otro extremo de la sala, con la mano vendada y moratones en toda su cara.

Le sonrío con suficiencia, y podría apostar por su mirada fulminante a que se muere por tener una revancha aquí mismo.

No le daré esa satisfacción, podría generarle una contusión o algo peor.

Salimos del establecimiento escolar a los tumbos. Mamá está que explota de rabia, mientras que yo no podría estar más tranquilo.

-¿Me puedes explicar qué demonios te pasa, hijo?-me pregunta ya en la esquina de la escuela, golpeandome en el hombro con su bolso.-¡Te han suspendido por tres días!

-¿Tan sólo tres?

Eso es sumamente decepcionante, considerando que casi dejo inconsciente a ese chico.

Mamá no tiene reparo en agarrar mi oreja con violencia y sacudirla.

-¡Oye!

- Te mereces que le diga a tu padre de esto. ¿Hasta cuándo tendré que cubrirte estas cosas, eh? Es la cuarta vez en lo que va del año, a este paso van a...

-¿A expulsarme? No sería la primera vez, ya sabes.-me encojo de hombros, sacando un cigarrillo de mi chaqueta y un encendedor. No llego ni a posar el cigarro sobre mis labios, cuando me lo tira al suelo de un manotazo.-¡Hey, está bien! Lo siento, prometo portarme mejor.

Mentira. Gerard tenía merecida esa golpiza, y todavía me quedan dos de sus sucios amigos por enfrentar.

-¡De eso nada, carajo! Donde tenga que salvarte el culo una vez más para que no te expulsen, le diré a tu padre.

Su amenaza me tiene un tanto harto, hasta me da risa. Sobre todo, porque a estas alturas de mi vida, el patético intento de padre que tengo no supone más que la escoria a la que algún día le cobraré todas y cada una de las lágrimas que ha derramado mi madre por su culpa. Cuando era más pequeño, solía tenerle un miedo mortal. Sin embargo, él y sus golpizas a mamá, sus gritos y peleas, no habían hecho más que acrecentar mi odio hacia su persona.

Ella jamás me expondría ante él, y lo sé perfectamente. Mamá daría su vida para que ese hombre que tanto teme y es su esposo, no me haga daño.

Lo que ella no sabe es que ya no soy un niño. Mientras él envejece, yo me hago más fuerte. Tengo dieciséis años, y nos puedo defender a ambos perfectamente.

-Pues dile, mujer. A ver si cuando lo haces, enloquece lo suficiente para darme una excusa y echarlo de  la casa a patadas.

-¡Mason! Es tu padre.

- No, él es el idiota que se cree que por ser policía y tener un arma puede hacer lo que se le antoje contigo y conmigo. Ya estoy harto.-la respiración se me acelera. Estoy empezando a rabiar por este tema de conversación, y ya que lo recuerdo, debería estar en otro lugar.-Mira mamá, tengo que hacer algo, así que...

-Vendrás a casa conmigo, Mason.

- No puedo, lo siento.-le digo, dándole un rápido beso en la mejilla y comenzando a alejarme.

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⏰ Última actualización: Jun 13 ⏰

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