¡La sabiduría está llamando!
¡Gritando está la experiencia!
2 Se para a la orilla del camino
o a la mitad de la calle,
para que todos puedan verla.
3 Se para junto a los portones,
a la entrada de la ciudad,
y grita a voz en cuello:
4 «Gente de todo el mundo,
¡a ustedes estoy llamando!
5 Jovencitos ignorantes,
muchachitos inexpertos,
¡piensen bien lo que hacen!
6 Préstenme atención,
pues voy a decirles algo importante;
7-8 no me gusta la mentira
ni tampoco la hipocresía,
siempre digo la verdad.
9 La gente que sabe entender
reconoce que mis palabras
son justas y verdaderas.
10 No busquen las riquezas,
mejor busquen mis enseñanzas
y adquieran mis conocimientos,
11 pues son más valiosos
que el oro y la plata.
¡Los más ricos tesoros
no se comparan conmigo!
12 »Yo soy la sabiduría,
y mi compañera es la experiencia;
siempre pienso antes de actuar.
13 Los que obedecen a Dios
aborrecen la maldad.
Yo aborrezco a la gente
que es orgullosa y presumida,
que nunca dice la verdad
ni vive como es debido.
14 Yo tengo en mi poder
el consejo y el buen juicio,
el valor y el entendimiento.
15-16 Yo hago que actúen con justicia
reyes, príncipes y gobernantes.
17 Yo amo a los que me aman,
y me dejo encontrar
por todos los que me buscan.
18 Mis compañeras son
la riqueza, el honor,
la abundancia y la justicia.
19 Lo que tengo para ofrecer
vale más que el oro y la plata.
20 Siempre actúo con justicia,
21 y lleno de riquezas
a todos los que me aman.
22-23 »Dios fue quien me creó.
Me formó desde el principio,
desde antes de crear el mundo.
Aún no había creado nada
cuando me hizo nacer a mí.
24 Nací cuando aún no había
mares ni manantiales.
25-26 Nací mucho antes
de que Dios hiciera
los cerros y las montañas,
la tierra y sus paisajes.
27 Yo vi cuando Dios puso
el cielo azul sobre los mares;
28 cuando puso las nubes en el cielo
y cerró las fuentes del gran mar,
29-30 cuando les ordenó a las aguas
no salirse de sus límites.
»Cuando Dios afirmó la tierra,
yo estaba allí, a su lado,
como su consejera.
Mi dicha de todos los días
era siempre gozar de su presencia.
31 El mundo creado por Dios
me llenaba de alegría;
¡la humanidad creada por Dios
me llenaba de felicidad!
32 »Querido jovencito,
¡escúchame bien!
Dios te bendecirá
si sigues mis consejos.
33 Acepta mis enseñanzas;
no las rechaces.
¡Piensa con la cabeza!
34 Si todos los días
vienes a mi casa
y escuchas mis enseñanzas,
Dios te bendecirá.
35 Los que me encuentran,
encuentran también la vida
y reciben bendiciones de Dios;
36 pero los que me ofenden
ponen su vida en peligro;
odiarme es amar la muerte».
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