Día 30

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Hace frío, la nieve cubre la ciudad.

Estoy intentando unir lazos pero no puedo. Solo tengo pocas premisas.

Tiene un brazo de metal, infinitas cicatrices, miedo y desesperación. Está oculto, hizo algo muy malo y ahora se que también le hicieron mucho daño.

Alguien lo busca.

Bien, admito mi eminente derrota. Él no se abrirá. Tendré que entrar yo.

Esa sensación de cosquilleo aventurero ahora se mezclaba con algo de añoranza y un poco de lástima.

Era como tener un enfermo en casa. Era como si tuviera que cuidar de un huérfano, o de un mendigo.

No tenía que hacer una lista de convivencia, ni dejarle tareas.

Él nunca molestaba, no hacía ruido alguno, incluso después de aquella vez en la que se fue y volvió herido, no había vuelto a irse.

En los últimos días me había puesto a pensar en lo solo que se sentiría, y es que yo no estaba en casa en prácticamente todo el día.

Además, nadie puede estar tanto tiempo haciendo nada sin volverse loco. Dejarlo solo con su mente y sus fóbicos traumas me asustaba ahora.

Mierda,faltaban dos días para noche buena. Y yo particularmente no era muy fan de las fiestas.

Pero al menos ahora lo tendría a él, y no iba a tener que ahogarme en el history chanel mientras escuchaba los estúpidos fuegos artificiales y sentía temblar las paredes de aquel viejo edificio.

Bien, tal vez le haría un pequeño obsequio. Unos guantes nuevos, quizá. Una gorra o algo. No sabía que podía gustarle, pero sí sabía que lamentablemente, nada que pudiera regalarle monetariamente, iba a calmar su pesar.

Al menos le ayudaría a que fuera más llevadero.

Salí del departamento y me dirigí al elevador.
La señora del 26 se encontraba allí.
Era una fanática religiosa extremista, de unos sesenta años. Siempre usaba una falda larga hasta los pies, de color azul y colgaba un crucifijo de su cuello.
Su mirada despectiva te hacía pensar que te estaba mandando al infierno, por pecador.

Que le den. No me agradaba en lo absoluto. Su nariz parecía estar todo el tiempo oliendo mierda.

Entré al viejo elevador, rogando internamente que no se atascara. La chatarra no me quería mucho.
Cerré la puerta tras de mí y descendimos.

Solo faltaban tres plantas cuando el muy maldito viejo de lata se atascó. Maldición.

_Naces aquí, aquí te mueres_ escuché que susurró. Como bruja.

Recordé a Esjay y sus películas y de inmediato me vino a la mente "La reunión del diablo", donde varios desconocidos en un desafortunado encuentro en un elevador atascado, van muriendo uno por uno.

Tan típico y predecible como todo el terror moderno. Si Esjay estuviese justo aquí, se estaría meando parado.

La luz titiló varias veces y luego se apagó. Ya sabía lo que vendría después. La luz roja iba a aparecer en tres, dos y euréca. Justo ahí estaba.

Maldije a mis adentros sabiendo que ahora me tocaba esperar quien sabía por cuanto tiempo, junto a la María de los pecados, hasta que el técnico viniera o hiciera algo.

_Naces aquí, en la ciudad de los paganos_ volvió a susurrar_ y te mueres como cucaracha_

Busqué los audífonos en mi mochila y le di play a Amerian Idiot de Green Day en mi teléfono.

Losing control ~ Bucky Barnes ~ Winter Soldier~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora