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  Introducción
         Años 2965:
La bruma cubría el cielo de la ciudad, hacia años que ya no se veían el sol, y el olor a pestilencia se había vuelto una característica de la gran metrópoli. Nadie se sorprendía si no se escuchaba  el canto de los pájaros, o si el viento estaba cargado de gases nocivos, obligándolos a usar tapabocas incluso dentro de sus casas. Era como un tercer brazo que los mantenía vivos.

Se supondría que frente a una crisis mundial de tan alto impacto -como la que sucedía actualmente- los países tendrían que estar unidos luchando todos juntos. Pero eso estaba muy lejos de la compleja realidad, las grandes naciones, unidas en bloques se enfocaban en acabar con los pequeños países en vías de desarrollo. Una táctica que solo beneficiaba a un jugador que desde el principio tenías todas las chances de ganar.
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Todo cambió el 25 de diciembre de 2965, las calles estaban colmadas de felicidad por la navidad y nadie se esperaba lo que sucedería horas más tarde.

- Julia cariño trae la bandeja con el postre de la cocina- era la décima vez que bajaba y subía por un encargo de su madre. Para la fiesta la familia Gallardo se juntaba con el objetivo de pasar tiempo de calidad todos juntos, era una tradición que estaba casi perdida en la sociedad moderna. Seguramente la mayoría de sus vecinos lo pasarían acompañados por sus robots humanoides, quienes solo servían para cumplir órdenes. Si bien habían sido diseñados con las características de los  humanos y lucían como tales, no podían sentir emociones o sentimientos. Julia corrió por las escaleras en busca del  dichoso postre, pero se detuvo al escuchar los ruidos de la lluvia. La lluvia nunca traía nada bueno, era el gran temor de toda la población. Segundos después se sintieron los alaridos de pánico y dolor provenientes de la terraza de su casa. No supo identificar si era la voz de su madre o la de su abuela, la que pedía auxilio. Un grito estremecedor que provenía del techo la paralizó, seguido del ruido de los platos rompiéndose. Nunca se imaginó que todo cambiaría desde ese momento.
Julia:
El caos fue seguido de un doloroso silencio.
-mamá ¿mamá? - subí las escaleras lo más rápido que pude y casi tropecé con el último escalón, pero logré llegar en una pieza. La imagen que me encontré me rompió el corazón, no puede respirar y las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas. Los cuerpos estaban tirados en el piso, la mesa estaba partida y la comida desparramada. Caminé con paso lentos hacia ellos, el miedo me consumía, nadie se movía. Una fina capa de ceniza les cubría el cuerpo, pero pude distinguir sus rostros asustados. Mi madre, mi hermana, mi abuela y mis primos...todos muertos. Intenté revivirlos haciéndoles un masaje cardiaco y respiración boca a boca, pero nada sirvió. Grité por ayuda pero nadie vino, mi garganta me ardía pero no podía rendirme. Salí lo más rápido que pude de mi casa, en las calles los vidrios de los autos habían explotados y se podían ver cuerpos tirados a los lejos. Solo le escucha el ruido de mis zapatos cuando piso el vidrio para intentar llegar a ellos. Crack, crack. Les reviso el piso uno tras un uno, pero ninguno tiene señal de estar vivo.

La otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora