Hoy era el cumpleaños de mi primo Felipe, esperaba pasar un buen rato en el carrete, además necesitaba tomar, dolía todos los días ver a la Nacha con el Camilo, por suerte el hueón se había portado bien y no había visto actitudes como la que había visto el otro día, pero igual estaba ojo al charqui por cualquier cosa.
Me puse guapo para el cumpleaños del hueón. Me perfumé y me arreglé el pelo. Salí de mi pieza y me encontré al Camilo y la Nacha gritándose, pararon de hacerlo apenas me vieron. Mi vista se dirigió inmediatamente a ella, estaba usando un vestido rojo que se ajustaba perfectamente a su figura, unos tacones que le hacían ver las piernas eternas y para complementar tenía los labios de rojo. Se veía deliciosa.
—¿Están listos? —pregunté.
—No, la Igna se va a ir a cambiar—respondió el Camilo. Fruncí el ceño ¿Por qué haría eso si veía tan rica? Me niego, normalmente andaba con ropas mucho más recatadas, pero ahora se veía espectacular.
—Te esperamos entonces—le dije.
—No—respondió ella—no me voy a ir cambiar.
—Sí lo vas a hacer.
—¿Qué onda Cami? Pero si ella no quiere.
—Vóh no te metai en hueás que no te importan, Igna te vay a cambiar ahora mismo—dijo agarrándola del brazo.
—Te dije que no Camilo, voy a ir a así a la fiesta.
—¿Cómo mierda se te ocurre que vai a ir así? Te veís como una maraca.
—Camilo hueón para—intervine, ¿qué se creía para tratarla así?
—Hueón te dije que no te metieras.
—Me meto po hueón, ahora suéltala—el Camilo me desafió con la mirada—Ahora hueón o te saco la chucha.
—Uy me das caleta de miedo—se burló. Aparté al Camilo de la Nacha, y luego le pegué el sendo combo en la mandíbula—¿Qué hueá te pasa Eduardo?
—Que te estay portando como un cabro chico malcriado, si la Nacha quiere ir así hueá de ella, no erís su dueño.
—Ya no peleen—intervino la Nacha.
—Es mi polola hueón, yo sé cómo la trato... ¿Sabís que más Ignacia? Vistete como maraca si querís, pero yo no voy a esa cagá de fiesta—dijo. Luego pasó por mi lado y se encerró en su pieza de un portazo.
—Gracias Edu por defenderme, pero no era necesario...—se veía que estaba luchando contra las lágrimas.
—Claro que era necesario Nacha, no puedes dejar que te trate así—se le escapó una lágrima, se le limpié con suavidad, luego la abracé y la acuné contra mi pecho.
—Edu... yo mejor me voy a mi casa...
—Pero ¿por qué? Si hay un carrete al que ir —pregunté.
—Porque ya escuchaste al Camilo, no va a ir.
—¡Qué te importa ese hueón! Tú y yo iremos igual, ya deja de llorar por ese culiao, y vamos...
—Está bien.
La Nacha se descontroló en la fiesta, tomaba piscola tras piscola y no podía detenerla.
—Oye Nacha, ya es suficiente—le dije.
—No, yo diré cuando es suficiente—su voz sonaba rasposa y se le trababa un poco la lengua—¡Ahora vamos a bailar! —me agarró de la mano y me guió a la pista de baile. En los parlante sonaba un reggeaton por lo que ella se comenzó a mover al ritmo de la música y a chocar su cuerpo contra el mío. ¡Dios dame paciencia! — ¿Aún te gusto? —preguntó. Resoplé.
—Eso ni se pregunta calabaza, me encantas—ella sonrió y comenzó a balancear su trasero de manera provocativa. Hueona rica por la chucha, pero no podía hacer nada, ella no estaba en sus cabales, estaba curada.
—Y tú a mí Eduardo—¿Qué? No lo vi venir, pero ella se abalanzó en contra de mí y me dio el medio beso. No pude resistirme y la dejé besarme, puse mis manos en sus caderas para que no se me escapara y disfruté el momento.
—Basta—dije alejándola contra mi voluntad—estás ebria Nacha, después te arrepentirás.
—No hueón si no estoy tan curá, ahora bésame—rodeó mi cuello con sus brazos y me besó otra vez.
A eso de las cuatro de la mañana la llevé a mi auto ya habíamos tenido suficiente, era re tarde y tenía que entrenar mañana para el partido del domingo.
—Dobla allí—dijo antes de que llegáramos a mi casa. Fruncí el ceño—confía en mí—dijo. Lo hice, confié en ella. Llegamos a una especie de mirador.
—¿Para qué querías venir aquí? —ella soltó una risa. Luego se desabrochó el cinturón y se puso a horcajadas sobre mí. Y me besó. Su lengua se enredó con la mía. Hueón, estaba en el cielo, su sabor dulce revuelto con el sabor al alcohol que tenía en la boca, era lo mejor que había probado—Nacha...—dije. Tenía que detenerla.
—Edu, cállate, quiero que me hagas tuya—dijo desabrochándose el vestido. Con-che-tu-ma-dre. Yo estaba completamente excitado y duro, pero hueón no podía, estaba ebria.
—Nacha no estás en tus cabales, estás ebria.
—Deja de decir eso, no lo estoy—sus manos se dirigieron a mis pantalones, los abrió y liberó mi erección, se relamió los labios—¿Ves? Tú igual quieres.
—Claro que quiero, pero no así.
—Shh, silencio—dijo. Tocó con sus dedos mi erección, mierda, ya no me podía resistir. ¡A la mierda todo! La toqué, la saboreé hasta hacerla gritar de placer, luego de eso, busqué un condón y me introducí dentro de ella, estaba jodidamente apretada. ¿qué mierda? Empujé dentro y sentí como la barrera que tenía en su interior se rompía. ¡Mierda, mierda!
—Nacha, tú... ¿Por qué no me lo dijiste? —dije sin moverme
—No valía la pena—respondió. Moviéndose. Fijé mis manos en sus caderas para detenerla.
—¿Cómo qué no? Te vas a arrepentir de esto en la mañana.
—No me arrepentiré de nada, guapo, te lo prometo. Tú solo dale...
—Podría haber sido más cuidadoso.
—Estoy bien, solo muévete—y lo hice, pero lo hice con el mayor cuidado posible, sabía que la primera vez podía doler y no ser muy cómoda para las mujeres, así que lo hice lo mejor posible...
La Nacha era increíble, después de lo que pasó no quería dejarla ir jamás de los jamases, solo esperaba que no se arrepintiera de lo que pasó...
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Holi diganme si les gusta esto para seguirlo jejeje
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¿Dónde está el amor? || Eduardo Vargas
FanfictionEsta es la típica historia de una cuica y un flaite que se enamoran a pesar de sus diferencias, todos dicen que los opuestos se atraen y es verdad, pero hay veces las diferencias son más grandes que el amor, y ahí es cuando uno se pregunta ¿Dónde es...