SEPTIEMBRE DEL 2000 (1er día, parte 2)

5 0 0
                                    

Querido diario:
(Disculpa la interrupción, pero antes de continuar debía aclarar mis ideas)

Mi cabeza está hecha un embrollo, lo que ha sucedido no me había pasado antes y ahora estoy profundamente confundida. Como coreaba la canción de uno de mis ánimes favoritos: "mil pensamientos giran en mi mente, corto circuito me causarán".

Ni por un minuto he podido quitar de mi cabeza esa mirada, esos ojos negros me han acompañado en cada momento del día desde que los vi.

Recuerdo como me quedé pasmada, incapaz si quiera de acercarme al grupo que Lorena atendió con gusto, cuando ambos se fueron se giró hacia mí extrañada y empezó a hablar:

-¿No los conocías? -cuestionó interesada, al recibir mi negativa; con la voz más neutral que pude sacar, pues para mí sería muy vergonzoso que ella notara mi turbación ante la mirada de un chico al que nunca había visto, ella continuó -también son de la tarde y por lo visto nos dieron a todos los de cambio de turno el mismo grupo.

Esas palabras me dejaron descolocada, en el mismo grupo. Sí, el mismo grupo que él, ay no, seguro la muchacha a quien acompañaba era su novia; excelente, ahora estaba en un turno que no me gustaba, sin amigos y, todo parecía indicar que enamorada a primera vista de un chavo con novia. Hasta parecía broma, si a alguien le causaba gracia a mí definitivamente no.

-Que suerte la de tu amiga, cambiar de turno y quedar en el mismo grupo que su novio -dije con cierto tono de amargura que no pude evitar, por suerte mi compañera ni lo notó.

-JAJAJA -de pronto su estrepitosa risa rompió el momento- pobres, todo mundo siempre piensa que son novios.

-¿Y no lo son? -cuestioné sin entender.

-Claro que no mensa -me dijo con desfachatez y confianza, estaba acostumbrada a que todos me tuvieran miedo por mi terrible carácter y esta niña vanidosa que apenas me conocía se reía de mí en mi cara y me llamaba mensa, por lo menos era sincera-, son hermanos -continuó entre risa y risa.

-Pero van en el mismo grado -refuté.

-Son gemelos -dijo con obviedad-,  bueno,  más bien cuates o como se diga cuando nacen al mismo tiempo pero no se parecen, claro,  no al mismo tiempo, pero...

-Sí,  ya te entendí.

-Y como viste, Irma y Alex no se parecen casi nada, pero son buena onda.

Así, a partir de ese momento, esos ojos negros y brillantes ya tenían nombre: Alex. Estaríamos juntos durante este nuevo ciclo escolar y venía del turno vespertino, igual que yo.

Después de aquella plática me decidí a retirarme, Lorena caminó conmigo hasta un poco más allá de la puerta, ella tomaba su transporte justo ahí, yo debía atravesar la avenida frente a la escuela para tomar el mío.

No quería que se hiciera más tarde pues eso aumentaba la posibilidad de encontrarme a mis,  ahora, ex compañeros y la verdad no me sentía todavía preparada para decirles que ya no nos veríamos. Extrañamente la idea ya no me parecía tan deprimente.

Sí, pensar en la expectativa de volverme a encontrar con Alex le daba un vuelco a la situación, la maldita curiosidad que me atacaba siempre me empujaba a querer descubrir qué era en realidad lo que me habían transmitido esos ojos.

Qué me deparaba este nuevo turno. Qué me hacían sentir en realidad esos ojos... ¿En verdad me había enamorado a primera vista? Tantas cosas rondando en mi cabeza me harían el camino más corto.

Sólo tengo algo muy en claro,  quiero volver a ver a Alex lo más pronto posible.

Diario de un Amor Platónico (Basado en hechos reales) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora