Mi primer/último amor

Un trago amargo por la madrugada acompañado de un triste insomnio el cual promete perdurar, así definiría tu recuerdo.

No se bien el porque sigo pensando en ti, en realidad creía que ya te había olvidado, que todo lo que no fue había quedado atrás.

Sigo recordando tus manos, tu cara y hasta tu mal carácter. En realidad, cuando te vi por primera vez no fuiste algo que llamará poderosamente mi atención, pero todo eso cambio cuando me dirigiste tu primera palabra la cual no recuerdo, pero si tengo presente el sentimiento que tuve al escuchar como tu voz viajaba por el aire hasta llegar en forma de onda a mis tímpanos, a pesar de eso déjame decirte que no fue amor a primera vista, a pesar del gran impacto que me causaste.

Caí ante las garras del enamoramiento cuando un día de verano, bajo la sombra de unos árboles te abriste hacia mi en palabra y alma, no me conocías ni me estimabas, pero logré causar tal confianza en ti que me contaste todo sobre tu vida, inevitablemente me hiciste sentir especial.

Siempre quise tomarte de las manos y decirte al oído lo especial e indispensable que te habías vuelto para mi. Sé que tu cuerpo temblaba cuando nos acercábamos de más, era fácil de notar pero no se si eso era a causa de tu querer hacía mi o de tu desprecio de igual forma hacia mi.

El tiempo juntos era eterno, nos inventábamos cualquier pretexto con el simple afán de seguir juntos platicando o caminando un rato más y es que los dos nos llegamos a adorar de cierta forma que no sabíamos estar el uno sin el otro. Éramos más íntimos que Platón y su república, conocíamos todo del otro y solo nos había bastado un año de convivencia.

Compartíamos noches llenas de estrellas mismas que nos separaban, compartíamos el tiempo más no el especio. Aún recuerdo cuando me dedicaste tu primer - ¡Te quiero! – fue una sensación inhóspita y es que nunca te había escuchado pronunciar esas palabras y sabía que en ese momento lo decías con una sinceridad tremenda.

Si aún pudiera confrontarte te haría una sola pregunta, ¿qué falló entre tu y yo? Y es que a pesar de desearnos el uno al otro no terminamos en nada, el tiempo compartido se convirtió en arena la cual vagará por la eternidad, olvidamos de marcar nuestras promesas en piedra, pero sabes aún tengo esperanza, esperanza en aquella fecha que marcaste en la penca de aquel maguey decaído y seco, no puedo hacer nada más que conservar la fe.

Se que todo terminó y si no lo hacía en su momento iba a suceder en cualquier otro tiempo, las relaciones siempre terminan, siempre producen sufrimiento, pero lo que de verdad me lastimó fue el perder a mi persona, perder a la chica de mis sueños tan imperfecta como perfecta y es que dime, ¿Quién estará ahí para mi?, ¿con quien inventaré los pretextos más absurdos del mundo solo para poder platicar un rato más? Me duele el saber que no te tendré moralmente y se que es muy egoísta de mi parte quererte solo para mi pero es que no puedo hacerme la idea de un mundo sin ti, sin tus tonterías, sin tu cabello rizado, sin tu característico aroma el cual llegué a clasificar como hogar.

Solo me queda aprender a vivir sin ti y es que por más que nos sigamos viendo de lejos ya no es lo mismo, antes nos desnudábamos con el conocimiento adquirido de la otra persona, ahora solo agachamos la cabeza cuando pasamos cerca tratando de evitar nuestros recuerdos y sentimientos. Las segundas partes suelen ser mejores que sus antecesoras, pero sinceramente no quiero una segunda oportunidad contigo, prefiero guardar nuestro tiempo de adolescentes e inexpertos en el amor como algo especial y único. Te prometo que dentro de mi siempre estará tu bella sonrisa, tus frases características, tu cabello, tu aliento y hasta tus lagrimas que llegué a limpiar con la manga de mi suéter. No se si fuiste mi primer o mi último amor, solo se que fuiste aquello a lo que llamamos eternidad, por eso siempre estarás en mi.

Te quiero, pero no te extraño.