Profundo abismo 1.1

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El manto de la noche caía lentamente mientras la poca luz de luna iluminaba el sendero, donde el olor a tierra húmeda era lo más penetrante que podía percibir su olfato. Ella, desesperada y con lágrimas en los ojos corría y a su vez, desgarraba sus ropas con aquellas largas y ensangrentadas uñas. No sentía que fuera ella misma, algo la corrompía, lo que le hicieron... Bastardos, pensó. Se sentía sucia y lo único que quería era alejarse tanto como le fuera posible. Más difícil le resultaba ver mientras más se adentraba en el bosque. La multitud de sombras y sonidos salvajes le jugaron sucio y mientras corría con sus últimas fuerzas por aquella penumbra boscosa, una sólida formación rocosa se atravesó en su camino. La sangre fluyó y junto con ella, la poca vida que le quedaba.

Ya muy entrada la noche, cuándo el silencio se apoderó del lugar, unos pasos se detuvieron al lado del desvanecido cuerpo de la joven.

-Así que aquí estabas. -Una voz rompió el silencio.

Y cuál venado muerto la tomó del pié y la arrastró de vuelta al lugar del que la chica huía.

-¿Qué haremos con ella ahora?- susurró una voz nerviosa. -Sabes que no quiero volver a la cárcel por un error tan estúpido-

-Relájate, todo está bajo con control, dudo mucho que siga con vida. Con ese golpe que se dió, es imposible que siga viva- aseguró una voz masculina que reflejaba seguridad con cada una de las palabras que pronunciaba.

-No entiendo cómo puedes estar tan seguro, es verdad, ser médico te da cierta ventaja ante la situación pero ni siquiera la has examinado con cautela-

-Debes creerme, como has dicho, soy médico y conozco métodos específicos para hacer cosas peores que no se comparan con lo que le paso a esta tipa, así que si mejor cierra la boca si aún valoras tu vida- dijo con un aire irritado mientras sujetaba la pierna de la chica y la colocaba encima de su hombro, dejando el tronco y las extremidades superiores libres, cual liebre recién capturada.

El chico suspiró y sacó del bolsillo de su pantalón un par de pilas AA, la linterna se estaba volviendo loca y la luz era insuficiente para caminar a oscuras.

-Apúrate, no tenemos mucho tiempo, debemos regresar antes del amanecer y deshacernos de la chiquilla.

-¿Deshacernos?- interrumpió el muchacho.- ¿Ya no la necesitará? aún está fresca.

-Tal vez tengas razón, me impresionas. En cuanto lleguemos prepárala y drénala.

Caminaron unos minutos más. Poco a poco la imponente silueta de una gran construcción se alzó ante ellos.

-Entra por atrás- Le dijo el hombre al chico, al tiempo que depositaba el cuerpo en una pequeña carreta- Te alcanzaré en unos minutos.

El muchacho rodeó la vieja edificación hasta encontrar una rampa descendente, bajó y movió el cuerpo de la carreta a una mesa metálica para después adentrarse por una engañosamente pesada puerta la cual se aseguró de cerrar. Un largo pasillo lo esperaba, mientras avanzaba leía el título de las puertas que dejaba atrás: Anatomía I, Congelador, Quirófano. Drenado, había llegado a su destino.

Se detuvo repentinamente y pensó: "¿Como termine en esta situación?". Era cierto, tres años encarcelado por robo a mano armada no le daban la experiencia necesaria para manejar un asesinato, y menos de tal índole donde la situación no se prestaba a una búsqueda de intereses que implican bienes, iba más allá, era algo fuera de la comprensión humana, era algo que lo aterraba y de lo cual no podría librarse jamás.

El frío era calante y la atmósfera le recordaba aquel día donde su padre, de forma imprevista, exhaló su último aliento en el sillón viejo de la casa donde vivía cuando niño.

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⏰ Last updated: Jan 07, 2020 ⏰

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Casu ConsultoWhere stories live. Discover now