Primer Parte: Candice

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ADVERTENCIA
Este Candyfic no es apto para quienes no les gusta ver a los personajes fuera de la personalidad creada por la autora original.
Mis historias no son de romance y pueden herir la sensibilidad de algunas lectoras. Se recomienda total discreción, amplio criterio y comprensión de lectura.

DISCLAIMER
Los personajes de Candy Candy pertenecen a Mizuki e Igarashi. Esta historia ha sido escrita sin fines de lucro, solamente por entretenimiento. El registro realizado cubre únicamente la trama de este fanfic. Esta prohibida la reproducción total o parcial de este fic.

X – x – X

CANDICE

Todo, esta noche todo es calma y tranquilidad, nada parece estar fuera de lugar, todo está en orden, todo mágico, todo en cierta forma extraño y misterioso; a mi alrededor, todo está por completo decorado para la ocasión, todos con vestidos de gala, con sonrisas tan aparentemente sinceras que lastiman mi propia incredulidad.
Recorro el salón con calma, mostrando una alegría fingida, mostrando una felicidad inexistente en mí; llego hasta el final del salón y me resguardo entre las penumbras de este rincón, cierro los ojos intentando evitar las lágrimas, escucho su inconfundible andar acercándose entre los murmullos de la celebración...
—¿Te sucede algo? —me pregunta con una notable angustia al tiempo en que yo esquivo su mirada.

—¿Acaso importa? —es mi escueta respuesta al tiempo en que una nueva y amarga, pero bien fingida sonrisa, aparece entre mis labios.

—¿Por qué no me importaría? —dice con una ligera, pero notable molestia—. Sabes bien que eres importante para mí; lo eres todo en mi vida...

—¡Sí; claro! —no puedo evitar mostrar una sutil ironía, sobre todo al recordar aquello que esta misma tarde descubrí; me levanto con calma e inicio un nuevo recorrido, no sin antes hacer algo para detener ese ya incomodo interrogatorio—. Olvídalo, iré con Annie...

El mismo sentir que me atormento minutos antes, es el que ahora me invade, sé muy bien que todos muestran su hipocresía al sonreír y mostrarse felices; yo misma lo hago. Muestro una sonrisa cuando solo quisiera poder decirle a los demás que se larguen, que salgan de mi casa, que solo están mostrando esa estúpida fachada de mediocridad, que se dicen mis amigos cuando hablan pestes de mi a mis espaldas, incluso ella que se dice mi mejor amiga, mi hermana; cuando, le escribe esa clase de notas privadas a mi esposo... mi esposo, ese hombre que se llama a si mismo mi protector, hace años mi mentor, mi tutor, mi amigo; hoy en día, mi amor... ¿Y todo para terminar así...?

—¿Candy? —me llama con su inconfundible y sosa voz.

—¿Todo bien Annie? —le pregunto con esa bien ensayada sonrisa, tragándome las ganas de decirle como me siento, lo decepcionada y humillada que me ha hecho sentir.

—Sí... —también sonríe al tomar del brazo a Archivald, su esposo—. Es solo que no te había podido saludar, en cuanto...

—Descuida —le interrumpo—. No me siento muy bien...

—¿Qué te sucede? —se preocupa mi querido Archie, sin saber aún lo arpía y traidora que es la mujer que le sujeta del brazo.

—Na-nada... me duele la cabeza —es mi pretexto—. Iré afuera a tomar un poco de aire fresco; quizá me haga sentir mejor —huyo, sabiendo que eso no sucederá, sabiendo que lo que está pasando entre ella y Albert me atormentara aún más.

El fresco de la noche me cobija; ahora, en esta soledad, todo aquel bullicio me hace sentir falsa, creo que yo misma me he transformado en alguien banal, como todos ellos; ahora sé que solo sonrió por costumbre más que por voluntad, pero aquí, refugiada en esta apartada banca, se perfectamente bien que todo es más natural.

Año NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora