~ Prólogo ~

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Puede sonar extraño, pero la navidad no siempre fue de mis temporadas favoritas. Desde que tengo memoria, lo que era una época de felicidad, amor y paz para la mayoría, siempre fueron tiempos de inquietud, malas pasadas y definitivamente muy mala suerte para mí.

Todo comenzó cuando tenía 6 años, cuando mis padres me regalaron un pequeño perro. Me lo dieron en Noche Buena, para que durmiera conmigo y despertará junto a mí para Navidad. Yo estaba muy emocionado, estaba convencido de que esa sería la mejor de las navidades, pero no. A la mañana siguiente, cuando unos familiares llegaron, mi perrito salió corriendo junto conmigo a la puerta. Yo quería mostrárselo a mis primos, y cuando abrí la puerta el salió corriendo. Al principio no pensé que fuera difícil atraparlo, pero antes de que pudiera hacerlo mi mamá me detuvo. Ella me salvó del auto que pasó, pero a mi perrito nadie lo detuvo...

Después de aquello, mis padres no volvieron a comprarme una mascota, yo no quería que lo hicieran porque tenía miedo de que algo así volviera a pasar. Y a partir de ahí, las siguientes navidades, aunque trataba de divertirme era difícil no recordar lo que había pasado.

A los malos recuerdos luego se sumó que mi mejor amigo, quien siempre venía a las cenas de Noche Buena, de pronto dejó de hacerlo. Lo busqué en la escuela y no lo encontré, le pregunté a mis padres y ellos no me supieron responder. Se fue sin decir adiós y yo me quedé solo por mucho tiempo, por años.

Años en los que en las fiestas navideñas que se hacían en la escuela me quedaba apartado del grupo, me volví aún más tímido y reservado, años en los que las personas que habían dejado de molestarme volvieron a hacerlo, años en los que aprendí que, si quería ser de alguna forma feliz en este mundo, no podía esperar nada de los demás. El mundo fluía a mi alrededor, y yo me refugié en deberes.

Con eso me refiero a que siempre estaba ocupado, iba a la escuela, hacía mis tareas y luego iba a cursos. Cursos de todo tipo, de idiomas, de baile, de cocina, de defensa personal, de dibujo, de escritura, etc. Yo sentía que todo estaba bien, que a pesar de que las navidades me trajeran malos recuerdos, el resto de mi vida estaba bajo control... y entonces en mi último año de preparatoria llegó un nuevo estudiante a mi salón.

Desde el principio me hipnotizó su sonrisa, y cuando me di cuenta de que la mayoría de mis pensamientos giraban en torno a él, fue demasiado tarde. Me gustaba, pero yo no era el único que suspiraba por él. Él no tardó en hacerse de amigos, en hacerse popular; todo lo hacía bien con apenas intentar un par de veces y las pocas veces que requería de ayuda, no tardaba en tener cientos de manos ofreciéndosela. Tal vez lo envidiaba un poco por ello, a él y a las personas que estaban cerca de él.

Sabía muy bien que por pasar varios minutos mirándolo, él después volteaba a verme, pero yo siempre evitaba el contacto visual. Hasta que de pronto, se tornó al revés, yo volteaba a verlo porque sentía que me miraba, y cuando lo hacía nuestras miradas coincidían y él me sonreía. Mi corazón se volvía loco y estoy seguro de que mis mejillas se tornaban rojas. Bajé mis defensas y me empecé a ilusionar.

Diciembre llegó a ese año, junto con sus fiestas. El grupo organizó una posada, una a la que hubiera faltado al igual que las anteriores, de no ser por mi necio corazón que esta vez tenía una razón para ir: Verlo a él.

Como siempre, me la pasé en una esquina apartado de todos. Hasta que de tanto beber ponche de frutas, me dieron ganas de ir al baño. Cuando entré, no tarde en escuchar que alguien entró detrás de mí, no le di importancia y terminé mis necesidades. Fui a lavarme las manos y cuando caminé de regreso a la puerta, lo vi. Era él recargado junto a la puerta, me sonrió cuando nuestras miradas coincidieron, pero su sonrisa era distinta.

"¿Ya te vas?" Me preguntó, dando un paso hacía mí, apartándose de la pared. Yo asentí y bajé la mirada, solo para ver como sus zapatos se acomodaban frente a los míos. Me congelé, pero sentía mi rostro hervir. "¿Por qué?" Susurro después de reír, "Si yo acabó de llegar" Tomó mi mentón y me obligó a levantar mi rostro. Su mano la movió a mi nuca y con su otro brazo rodeó mi cintura. Me beso con fuerza y lo que pensé que era una retorcida versión de uno de mis sueños, se tornó en una cruel realidad. Él estaba ebrio, por supuesto, al igual que muchos en la fiesta.

Lo que imaginaba como un beso dulce y tierno, fue más bien torpe y con sabor a cerveza barata. Y fue mi primer beso. No me sentía bien, quería que parará, pero mi cuerpo no respondía. Por el contrario, parecía que cedía más. Él me hizo retroceder hasta topar con el lavamanos, me levantó y me sentó en el borde. Se colocó entre mis piernas y con sus manos heladas empezó a recorrer la piel debajo de mi ridículo suéter navideño. Cuando me quejé por el cambio de temperatura, él solo volvió a reír y empezó a dejar un rastro de besos húmedos hasta mi cuello. Sentía como mordisqueaba mi piel, y como mis ojos se ponían llorosos. Mi corazón palpitaba con tanta fuerza que creía que se saldría de mi pecho, veía las luces del baño y escuchaba los vagos ruidos de la fiesta afuera. Me sentía derrotado, mi última ilusión de un tipo de milagro navideño se había hecho pedazos y pensaba que el destino se estaba burlando de mí por desear aquello con tantas fuerzas.

Tal vez fueron solo un par de segundos, pero se sintió eterno. Entonces no estaba seguro de que era lo que él esperaba que sucediera, mas nada se comparó a la humillación que sentí cuando finalmente alguien entró al baño y vio lo que estaba pasando.

"¿Jungkook?... ¿Qué estás haciendo con el raro?"

En cuanto vi la oportunidad, escape de ahí. Corrí ignorando el par de lágrimas que había en mi rostro, ignorando las miradas curiosas y las risas de los que poco a poco se iban enterando de lo que pasó.

Cuando volví a casa me encerré en mi cuarto, tuve que usar bufandas y camisetas de cuello largo hasta que las marcas desaparecieran. En la escuela, pedí que me cambiaran de turno, y por mis buenas notas, poco me lo cuestionaron. Hice todo lo posible por no volver a ver a Jungkook y evitar las burlas de todos los que sabían lo que había pasado.

Seguí con mi vida, terminé la preparatoria y entré a la universidad. Estudié lo que quería y en cuando me gradué, junté algo de dinero y me vine a la capital. Obtuve el trabajo de mis sueños, hice buenos amigos y conocí a alguien. Nos mudamos juntos, eramos felices, todo parecía perfecto, un nuevo comienzo.

Pensé que pronto sería la primera navidad que valiera la pena, pero... Bueno, supongo que fue tonto de mi parte creerlo...

"La Razón" (Kookmin / Especial Navideño)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora