Capítulo 1: Un triste comienzo.

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 -¡No me puedo creer que me hagáis esto!- Mara cerró la puerta de su habitación de un portazo y se echó a la cama. Era una chica preciosa, por mucho que le costara admitirlo.

"Morena, con ojos verde esmeralda, de 15 años, cara perfecta, labios MUY deseables para todos los chicos, dientes perfectamente colocados, pelo ondulado, bastante largo, de color chocolate y mechas rubias naturales, ni muy alta, ni muy baja, delgada, pero sin parecer modelo, de talla 90, largas y bonitas piernas y una sonrisa todavía mejor. En definitiva: chica 10"

Soy la chica más desafortunada del planeta, con 15 años, me mudo a Cerdeña (Italia), dejando mi vida aquí, en Barcelona (España). Tengo que llamar a Nikki.                                                                                  

 Nikki era la mejor amiga de Mara desde los seis años, y lo habían compartido todo, hasta el punto de que los padres saludaban y trataban a la otra como a su propia hija.

Y, a pesar de todo, no pudo levantarse para coger el móvil. 

Si es que no me han dado tiempo ni de despedirme de mi prima.

Sara era su prima, de 17 años, que ahora mismo estaba en Holanda, disfrutando de las vacaciones con sus amigas antes de empezar de nuevo las clases. Era 23 de agosto y los padres de Mara, Eduardo y Abigail, le habían dicho que se iban el 5 de septiembre.

Unos golpes suaves sonaron en la puerta

-Mara, por favor, déjame entrar- su madre, Abi, estaba preocupada por su estado de ánimo-. Venga princesita...

A Mara se le pasó un poco el enfado cuando oyó esa palabra que usaba tanto su madre cuando Mara era pequeña, pero intentó aguantar un poco más su enojo, pues no podía rendirse tan fácilmente.

-Venga, Mara, deja que hablemos...- Abi empezaba a preocuparse, no era normal que le durara tanto el enfado. Se veía que la noticia la había afectado de verdad.

-Pasa...- se escuchó la débil voz de Mara dentro de la habitación. Su madre no esperó más, entró y se sentó en un lado de su cama, al lado de Mara, que también se sentó para observar su habitación, no demasiado grande pero muy acogedora, y una parte vital del, hasta ahora, hogar de Mara.

-¿Venderemos la casa?- preguntó Mara, entristecida.

-¡No, claro que no! Esta casa es nuestra y siempre lo será. Sobretodo ahora que nos hemos librado de la hipoteca- aseguró su madre, con una sonrisa pícara-. Además, ¿dónde nos íbamos a quedar cuando viniéramos de vacaciones?

-Oh, menos mal- Mara suspiró, aliviada-. Y a Kitty y Nero, ¿nos los llevaremos?

-Hombre, claro, esos dos bichos traviesos son de la familia, ¿dónde íbamos a ir sin ellos?- cambiando de tema, Abi le comentó a Mara- Ah, y otra cosa... Como somos una familia, tu padre y yo todavía no hemos elegido la casa. Por eliminación, nos hemos quedado con las dos que nos parecieron mejores, de precio moderado y, por supuesto, con jardín para Nero.

No lo comenté antes: Nero es un pastor alemán, de tres años, al que le encanta jugar en el jardín, y Kitty es una gatita de 7 meses muy casera, que prefiere echarse una buena siesta en mi cama antes que salir al exterior.

-¡Oh, gracias por tenerme en cuenta!- Mara no pudo evitar ese comentario sarcástico, muy propio de ella, aunque le habría gustado morderse la lengua, porque vio cómo su madre se entristecía al instante- Lo siento, no debí decir eso, vuestras razones debéis de tener para irnos.

-¡Claro que tenemos nuestras razones!- su madre fingió ofenderse para hacer ver a Mara que ya no estaba triste- Como sabrás, tu padre no tiene trabajo ahora mismo, y con mi empleo de secretaria en Mayurka's airlines casi no llegamos a fin de mes, y nos han ofrecido trabajo allí, en Alghero (localidad de la costa oeste de Cerdeña, en la que se habla una variante del catalán, producto de la conquista catalanoaragonesa). Por fin tu padre volverá a ejercer de arquitecto, que es lo que a él le gusta. Además, ya tiene previstos varios proyectos, pues la muralla se cae por uno de los lados, y necesitan de alguien que sepa solucionarlo- recitó Abi-. Y ahora, si quieres, podemos llamar a tu padre y decidir la casa que alquilar.

-Está bien...- accedió Mara, ilusionada por ver lo que sería su hogarhasta próximo aviso.

Llamaré a Nikki cuando elijamos casa, para poder desquitarme un poco con ella, y así podré llorar a solas- concluyó Mara, apesadumbrada.

Mara corrió a por su padre, que estaba sentado en la cocina, leyendo el periódico. Mara lo abordó con un abrazo, disculpándose:

-Siento haberte tratado así, papá, ya me ha explicado mamá el motivo- se explicó Mara-. Y ahora, si quieres, podríamos mirar los tres las dos casas finalistas- concluyó Mara, con una sonrisa pícara.

-Oh, me encantaría- Eduardo pensó que era muy afortunado de tener a Mara de hija, pues era la chica más comprensiva que conocía, más que su madre y todo-. Son bastante diferentes, de ahí que todavía nos queden dos casas por comparar...

Después de dos largas y entretenidas horas frente al ordenador, oyéndose siempre las risas de la ilusionada Mara, que había pasado de la tristeza a la más profunda euforia en tan solo media hora; y habiendo sacado todos los pros y contras que podían existir, eligieron la que a Mara le pareció la casa de sus sueños: jardín, piscina (pequeña pero piscina al fin y al cabo), una bonita terraza, una caseta para perro, cocina, salón-comedor bastante grande, tres baños (uno en la planta baja, dos en la superior), una habitación grande, espaciosa y muy iluminada para ella, otra bastante parecida pero más grande y con cama de matrimonio para sus padres, y un último dormitorio, éste algo más pequeño, pero perfecto, para invitados.

Mara supuso que esa habitación no se llenaría muy a menudo. Que equivocada estaba...

Buenaaaas este es el primer capítulo de mi primera novela, espero que os haya gustado!! Espero no tardar mucho en subir el capítulo 2, aunque creo que antes del domingo ya estaré editándolo... Gracias por leer :)

Mi primer amor, ¿el verdadero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora