Ahí estaba, parada frente a la puerta de la casa, con el corazón que se me salía del pecho y las manos sudorosas. Parecía una niña tonta. Respiré hondo y conté hasta cinco antes de llamar a la puerta, estaba nerviosa, habían pasado cuatro años y quizá no me reconociesen. Aunque aquello era improbable porque no había cambiado nada en absoluto, bueno, según mi madre ahora estaba mucho más guapa, pero es su obligación de madre la que le obliga a decirme esas cosas. Solo quería que él no me reconociese, pero seguramente su madre había estado la última semana hablando de que venía, Anne era tan predecible, por lo tanto él ya sabía de mi llegada.
Escuché pasos acercarse a la puerta y tuve el impulso de salir corriendo, no quería verle, pero ya no podía echarme para atrás, ya no.
Un joven moreno, apuesto, de ojos color café y una bonita sonrisa, vestido con un jersey azúl marino y unos vaqueros me sonrió cuando me vio. Como un impulso salte hacía sus brazos, dejando la maleta y el bolso tirados en el suelo.
-¡Liam!-exclamé-¡Que sorpresa, no esperaba encontrarte aquí!
-Yo en cambio no puedo decir lo mismo- sonrió y me miro- Anne ha estado presumiendo de que vendrías toda la semana- justo como sospechaba- Estas preciosa, enana
-No digas bobadas, idiota- le di un pequeño golpe en el hombro- sigo como hace cuatro años
-Si tú lo dices- sonrió y cogió la maleta -yo la llevo a la habitación, tu saluda
-Si, papá
Seguí a Liam al interior de la casa, la cual estaba como recordaba. Mientras recorríamos el pasillo los nervios se apoderaron de mi. Él estaría en el sofá, riendo y charlando con los chicos, y probablemente al verme se levantaría, me abrazaría y me daría dos besos como todos, y para él no pasaría nada, pero para mi...no tenía ni idea de que me pasaría a mi.
-¿Clare?-Liam me había llamado, me había quedado parada en medio del pasillo y ni me había dado cuenta de que él también se había detenido conmigo- ¿estás bien?-Liam siempre se había preocupado por mi, pero no quería preocuparlo antes de tiempo.
-¿Vamos?-le dije mostrándole una de mis mejores sonrisas
Liam asintió no muy convencido y siguió andando hasta llegar casi a la sala de estar, de donde venían dos voces solamente. Poco a poco fui sintiendo el calor de la chimenea, aunque creo que en realidad era yo que estaba atacada de los nervios. Liam entro el primero, yo respiré hondo y le seguí.
Cuando entramos las dos voces cesaron y nos miraron, con una sonrisa. Louis y Zayn se acercaron corriendo a mi, a abrazarme y llenarme de besos.
-¡Basta! ¡Basta!-reí cuando Louis empezó a hacerme cosquillas
-¿Cómo se piden las cosas?-preguntó Louis sonriente
