Era difícil apartar la vista de él, tumbado en esa inmensa cama donde habíamos estado los dos acurrucados hace tan solo unos veinte minutos, estirado, tanto los brazos como las piernas, hacía calor, por lo tanto llevaba unos pantalones cortos que ahora se recogían un poco más altos de la altura normal, dejando ver sus fuertes muslos, suaves, brillantes, quería morderlos. Mi mirada lo estaba escaneando entero, tragué duro cuando pasé la vista por su estómago, no tenía los abdominales marcados pero se le veía trabajado, duro, tan duros como sus pectorales, ahí en total plenitud, mi almohada favorita, había que añadir, brillaban sutilmente debido a la fina capa de sudor que cubría con plenitud toda su piel.
Me acerqué a la gran ventana que decoraba la habitación y que hacía que esta estuviese completamente iluminada, una suave brisa fresca entró pasando entre mis piernas, haciéndome suspirar del gusto.
Estaba sentada sobre mis talones, entre las piernas de Namjoon, con una mano en cada muslo, deleitándome por la suavidad de estos, paseando la yema de los dedos por la piel que a su paso se iba erizando, bajé mi cuerpo hasta poder besar aquellos muslos que me llevaban a la locura, patrones inexistentes en ambos muslos, Namjoon comenzaba a moverse, sabiendo que había algo más, besé su cadera y seguí subiendo, ahora su estómago ¿Como era posible que oliese tan bien? Mis besos ahora eran más lentos, me detenía más en besarle y dejarle la piel húmeda hasta que sentí unas manos en mi espalda, empujándome hacia abajo, Namjoon me miraba con una sonrisa y los ojitos hinchados desde arriba, con su voz ronca de recién despierto me susurró "buenos días bebé" , levanté mi cuerpo para terminar de subir, hasta que mis ojos quedaron a la altura de los suyos, mi pecho sobre el suyo y mis pies son llegar a los suyos, besé sus labios lento, muy lento, amaba despertarle así, realmente amaba que fuera Namjoon el que despertaba todos los días a mi lado, amaba como había acabado todo, le amaba a él.
