-¿Qué miras?
Ellice tardó unos instantes en responder. Estaba demasiado enfrascada en sus pensamientos.
-Nada.
-¿Nada?
-No. Nada -contestó sin girarse.Él apartó la mirada de Ellice y la devolvió hacia la carretera, volviendo a colocar sus dos manos sobre el volante. Sin embargo, a los pocos segundos se dio cuenta de que en aquella calzada no había nada por mirar.
-Venga, cuéntame algo.
Ella no le respondió. Solo se quedó observando el paisaje.
-Elliiice... -dijo él, en tono juguetón -. ¿Sabes todas esas veces en que no es el momento de abrir la boca pero aún así tú la abres? Pues este no es uno de esos momentos. ¡Aprovecha!
Ella se volvió hacia él, y tras mirarle a los ojos por unos segundos, dirigió la vista hacia afuera de nuevo, convencida de que solo estaba tratando de hacerla de rabiar.
-Vamos, Elli -suplicó con una sonrisa -. Mírame, por favor.
En ese momento, él poso su mano sobre el hombro de Ellice. Su fría y enorme mano. La chica respondió a este gesto pegando un brinco en el asiento, con la intención de quitárselo de encima.
-Por favor, no me toques con esas manos -dijo, mientras sus ojos comenzaban a llorar.
-Vale, vale, está bien -él se quedó con la vista clavada hacia el horizonte una vez más, mosqueado -. Yo ya lo he intentado, Elli, eres tú la que no pone de su parte.Ellice se giró lentamente hacia él, hasta que este se dio cuenta de que a la joven se le estaba empezando a correr el maquillaje
-Por favor, Iván, cállate.
-No, no, no, no... Deja de llorar, por favor -le pidió Iván con la voz temblorosa.
-No, Iván, no me jodas...
-T-toma -dijo mientras abría la guantera -. Pañuelos.Ellice agachó la cabeza y comenzó a caer en llanto.
-Elli...
-Por favor, no me llames Elli.
-Elli...
-Te he dicho que por favor no me llames Elli, y tú...
-¡¡¡Que dejes ya de llorar!!! -Iván la sujetó con fuerza del cuello y comenzó a secarle las lágrimas con desesperación.
-¡Suéltame! -dijo ella a duras penas.
-Cállate...La chica mordió la mano de Iván mientras gritaba a pleno pulmón. Un grito que sería capaz de calar hasta lo más hondo del corazón de cualquiera que pudiese escucharlo. Un grito completamente desgarrador. Un grito que encarnaba, e incluso opacaba, todo dolor humano conocido. Era algo imposible de describir. El chico miró perplejo las marcas de dientes que Ellice había dejado en la palma de su mano. Estaba comenzando a sangrar. En ese momento, Iván frenó el auto en seco y se bajó de este. Abrió la puerta del asiento del copiloto y sacó a Ellice a la fuerza. Una vez fuera, la empujó fuertemente contra el suelo mientras esta no cesaba de chillar. El chico recompuso su postura, dejando su espalda recta y su cabeza por encima de los hombros, y en ese momento, mientras miraba a Ellice, dijo con un tibio tono de voz:
-Eres el ser más egoísta y repugnante que este mundo de mierda ha creado.
Iván fue al coche para coger unos pañuelos con los que tapar su herida y volvió a donde estaba Ellice, quien estaba amainando sus gritos poco a poco. Esperando a que estos cesaran por completo, Iván solo se limitaba a observarla con ojos de desquicia. Minutos después, todo quedó en silencio, dejando volver a oír el graznar de los cuervos que revoloteaban pacíficamente sobre sus cabezas, en trayectoria diametral.
-Todo, Ellice, ¡absolutamente todo lo que he hecho lo he hecho única y exclusivamente para ti! ¡¿Cuándo coño vas a entenderlo, eh?! ¡¿Qué es lo que te hace falta para abrir los ojos de una puta vez, Ellice?! ¡Para madurar!
La chica se tumbó boca abajo y volvió a llorar, pero esta vez casi en silencio.
-Lo único que haces es llorar, y llorar, y quejarte, y seguir llorando, y que si "Iván, esto", "Iván lo otro". ¡¿Qué más quieres que haga, joder?! ¡¿Por qué no eres capaz de decírmelo?!
Ellice no le respondió. No fue capaz de responderle.
-Maldita... maldita niñata de los cojones.
El chico se dirigió al maletero y lo abrió de una contundente percusión. Cogió unas bolsas de plástico que se encontraban entre un par de sacos malolientes y lo volvió a cerrar.
-Aprende a sacarte las putas castañas del fuego tú solita, porque yo no lo voy a hacer más por ti -dijo mientras le tiraba las bolsas de plástico a la cabeza -. Esta es la última cosa que hago por ti en esta vida. La última.
Iván regresó al coche y puso el motor en marcha. Al oírlo, Ellice se levantó de un salto.
-I-iván, Iván, joder, Iván, ¡qué haces! -exclamó mientras aporreaba el cristal delantero con sus puños.
Iván no la miró a los ojos, solo pisó el acelerador aún cuando Ellice se estaba subiendo encima del automóvil.
-¡¡¡Ivaaán!!!
Entonces, el coche arrancó. Por más que la joven trataba de resistir encima, las leyes de la física provocaron que acabara por caerse, dándose un fuerte golpe contra el asfalto. Ya no había vuelta atrás. Iván se estaba alejando a kilómetros por hora, y ella estaba a punto de desmayarse. Podría haberlo hecho mejor, podría haberse callado. Podría haberlo hecho peor, podría haberle hecho algo mucho más grave. Lo podría haber hecho de otra manera. Podría no haberlo hecho nunca. Pero ya no puede. Todas las decisiones que tomamos nos llevan inexorablemente hacia el futuro. Y nada podrá cambiar eso. Ni siquiera ella. Ni siquiera Ellice.
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Cosas que pasan
AdventureLo importante de un viaje no es el camino, sino que tu punto de partida no sea una mierda