La Sureña.

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Era una tarde fría y lluviosa en la capital. Las calles del barrio de La Sureña estaban calmadas, lo que era raro ya que era lunes festivo, y no se escuchaban las parrandas familiares, lo único que se escuchaba eran los ladridos de los perros en las terrazas al escuchar los truenos que caían del cielo gris. Pero, ¿porque un barrio como este se encontraba así? Vamos 15 días atrás en una tienda muy concurrida, eran las 10:30 p.m y el tendero había cerrado ya, estaba en el almacén atrás de la tienda organizando inventario cuando vio que a través de la ventana de aquel cuarto oscuro, había una sombra por unos arboles que habían detrás del lugar, el tendero salió con rapidez pensando que podría ser un ladrón, pero no vio nada, solo escuchó el chillido de dolor de un perro, el tendero corrió hasta un pequeño espacio donde había una casita y un plato, y encontró a su perro, Guardián, tendido en el piso ensangrentado con un fierro atravesando su cabeza, el tendero entre llanto y furia se empezó a preguntar quien le pudo haber hecho esto. Su tienda quedó cerrada por dos días hasta que el martes abrió y siguió la semana en su tienda normal. El domingo después de lo sucedido con su perro y 8 días antes de su asesinato, decidió ir a la casa de sus padres en la Carrera Séptima. Cuando iba llegando vio un camión de bomberos con dirección a la calle donde vivían sus padres, al llegar el tendero, vio la casa en llamas y una ambulancia sacando dos cuerpos, el tendero bajó de su carro, se arrodilló en el piso y empezó a llorar.
Un agente de la policía se le acerca y le hace unas preguntas.

-Buenas noches señor.
-¿Que tienen de buenas? -dice el tendero con furia y tristeza- ¡Mis padres están muertos, no pueden ser buenas!
-Lo lamento señor. Creemos que hubo un accidente en la cocina y el incendio comenzó.
-Yo no creo eso señor agente, un hombre me esta siguiendo y no descansara hasta no verme muerto.

El tendero no llega al barrio hasta la mañana siguiente después de pasar la noche en su auto sin poder dormir, no salió de su casa excepto para el entierro de sus padres, abrió su tienda el viernes y trabajo normal, pero igual ya no era el tendero feliz de siempre. Ese viernes en la noche una piedra irrumpió su ventana y tenia una nota con una frase en lo que parecía latín que decía: ''Stipendia optima vindicta frigus disco''. En ese momento el tendero se hecha para atrás, empieza a recordar y se da cuenta quien puede ser el perseguidor. 17 años antes el tendero y un compañero de el se metieron en problemas con un mafioso, unos matones los llevaron a un almacén y los amarraron en unas sillas, los matones le prendieron fuego al almacén y se fueron. Entre gritos de ayuda y preocupación, el tendero y su compañero ya suponían que morirían, pero el tendero logra escapar y deja a su compañero atrás, cuando sale del almacén este explota con su compañero adentro, el tendero pensaba que había muerto, pero se equivocó.
El domingo, el tendero hizo lo de siempre en la tienda, y al salir por la noche caminando hacia su casa, por una esquina sale su compañero con un cuchillo.

-¡MATEME YA! -grita el tendero con furia- ya me quito todo.
-Eso haré, pero quiero saber porque, ¿porque me dejo botado y me dejo así? -el hombre se quita la capucha y muestra su cara desfigurada y quemada- ¡MIREME! Usted me dejo como estoy, ¡POR SU CULPA!
-Lo hice solo por salvarme, no pensé en más.

El hombre quemado acuchilla al tendero con furia y huye. Al otro día en la mañana una señora que tenia la mala suerte de tener que comprar el desayuno de lunes festivo encuentra el cadáver ensangrentado al frente de la tienda. Ese día en la tarde bajo la lluvia, se escucha un disparo por toda La Sureña, ¿qué paso?, el hombre quemado se pega un tiro en medio del bosque y se deja caer en la tierra llena de hojas donde espera que nadie lo encuentre nunca.

Camino al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora