Mientras el cielo se llenaba de estrellas, los elementos se encargaban de sus tareas diarias en las aldeas:
Agua restablecía los ríos y cualquier fuente de agua cerca de las aldeas.
Tierra nutría los suelos para que los cultivos no se echen a perder.
Aire movía las nubes que podrían representar peligro y las dejaba cerca del océano lejos de formas de vida humanas.
Por último, Fuego,como su labor principal era encargarse de que ninguna aldea pase frío durante las noches, les brindaba una llama en cada puerta y en el centro de cada aldea que visitaba, se aseguraba de mantener el fuego que las personas usaban para calentar los alimentos.
Las personas que estaban acostumbradas a esas cuatro entidades, de vez en cuando charlaban con ellos. El único que se negaba, era el segundo hermano menor, Fuego.
-Muchas gracias, señorita Agua- Se le acerco un hombre de edad avanzada según años mortales.
-De nada- Sonrío ella. -Su salud es importante al igual que todos, por eso me aseguro que tengan agua limpia y bebible.
El hombre solo sonrío agradecido, y se fue con su familia, mientras que agua saludaba a los más jóvenes.
En otra parte, Tierra ya había terminado sus tareas se estaba retirando pero una madre y su niña la detuvieron.
Ambas, le entregaron una canasta llena de varios frutos. Moras, frutillas, uvas, entre otros.
-Es poco pero, gracias a usted no hemos pasado hambre.
Tanto madre como hija hicieron una reverencia ante Tierra y ella hizo lo mismo aceptando la ofrenda.
-Gracias por el detalle, buena noche- Tierra con canasta en mano, se dispuso a irse.
En otra aldea, Aire aterrizó en el centro de esta ante las miradas de algunos aldeanos.
-Por favor, avísenme si necesitan ayuda.
Los humanos a su alrededor asintieron y sin mas, Aire partió rumbo donde sus hermanos.
Fuego caminaba de casa en casa, proporcionando un llama a cada una, las personas le agradecían pero él solo evadía las miradas y seguía con su labor.
Ya en el centro, se encontraba un gran circulo con un montón de madera reunida, Fuego levantó su mano y una llama se encendió de esta y cayó en la madera. Una enorme columna de llamas salio y fue consumiendo toda la madera, con eso duraría hasta la mañana siguiente.
Mientras se estaba yendo, una pequeña niña de al menos cinco años se acercó tímidamente a él.
Fuego la vio con indiferencia y pasó a su lado como si nada pero la pequeña agarro una parte de su túnica deteniéndolo.
-¿Qué quieres?- Volteó a verla con el semblante frío.
La criatura con un rubor en sus mejillas alzó su brazo libre y le mostró un durazno.
-P-para usted...- Tartamudeo.
Fuego se quedo viendo el fruto y pensó en rechazarlo obviamente, pero luego recordó las palabras de su padre: "No todos son iguales". De mala gana, tomó el durazno y se soltó de las manitos de la jovencita.
-Ahora lárgate- Ni siquiera miró hacia atrás.
La niña sonrío ruborizada y se fue con su madre que estaba observando la escena desde la distancia.
Fuego sin prestarle la más mínima atención, salió de la aldea y se fue directo a su propio hogar con sus hermanos.
Aun faltaba para que sea medía noche, en eso de diferentes direcciones los cuatro elementos iban apareciendo, claramente volviendo de terminar sus tareas.
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Elementos: Luz y Oscuridad
FantasyDurante eones... Los elementos han habitado el planeta tierra en armonía el uno con el otro, un día, sus creadores el Sol y la Luna, se les ocurrió dar forma a dos seres opuestos pero que juntos, darían un balance perfecto al mundo. Ambas deidades l...