COMIENZA LA BÚSQUEDA

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DOS VUELTAS AL MUNDO

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel, Marvel Noir (Tierra 90214)

Parejas: Stony, Winterwidow.

Derechos: los que Santa me traiga.

Advertencias: una historia ambientada en el universo Noir, acción, angustia, complots, malos entendidos y todas esas cosillas que gustan.

Esta historia es un obsequio de Navidad para mi bella fgalaxy_0418 en el intercambio sorpresa del Special Stony Christmay Day de la Comunidad SteveTony.

¡Feliz Navidad!

Y gracias por leerme.

***




COMIENZA LA BÚSQUEDA.

Camp Leigh, 1942



Steve había adquirido la manía de observar los detalles en los diferentes techos en los que solía despertar. Inspeccionaba minuciosamente esas grietas, agujeros, falta de pintura o patrones imperfectos en los que se perdía su mente en una suerte de ejercicio de concentración para ayudarse a reordenar sus pensamientos antes de dar la cara al mundo. Era la Segunda Guerra Mundial, y los aliados necesitaban de mejores soldados para vencer al Tercer Reich. Abraham Erskine había muerto tratando de hacerlo, sin que Steve hubiera podido verse beneficiado con ello. Con ese cuerpo débil, bajo de estatura que daba la sensación de que se rompería de un momento a otro, poco o nada aportaba a las fuerzas armadas de su país. El joven de cabellos rubios se levantó luego de contar la docena de agujeros de su tienda por donde se coló la luz matutina del campamento que le había recibido. Su último recurso para servir a su patria y hacer algo bueno de su vida.

—Buenos días, soldado Rogers —le saludó el teniente O'Donnell—Hoy será un día agitado. Ha llegado el coronel Phillips para llevarse más buenos hijos de América a las tierras de Hitler.

—Buenos días, teniente. ¿Usted partirá, señor?

—Tal vez, pero no creo que tenga tanta serte. Por ahora debo llevarte con el General Parecer, al fin te recibirá.

—Esas sí que son buenas noticias.

—¿No me digas que ya te hartaste de dormir en esos camastros del infierno?

Ambos rieron, saludando a uno que otro soldado en el camino que miraban a Steve con una risa compasiva. ¿Qué haría un renacuajo como él en una guerra tan sangrienta? Steve Rogers tenía un par de buenas ideas, tan solo necesitaba que el General Preacher le recibiera y escuchara su petición de inscribirlo al Programa de Ironman. Comiendo en el camino su desayuno, que consistía en un hondo tazón de aluminio lleno de avena, leche, algo de fruta y otras cosas de dudoso sabor, el joven terminó sus alimentos a tiempo cuando alcanzaron la tienda del general.

Un soldado los anunció, abriendo la cortinilla para que pudieran entrar. El General Preacher estaba a media faena de ser rasurado, así que lo encontraron sentado -o mejor dicho casi recostado- en la silla que servía para tal propósito. Era un hombre corpulento sin mucha paciencia y un enorme amor por su país que rayaba en el extremismo. Cuando el teniente O'Donnell presentó a Steve, una manaza del general detuvo al soldado que lo rasuraba para levantarse y examinarlo entre bufidos de desaprobación. Su rostro cuadrado con facciones duras del hombre que ha vivido dos guerras no amedrentó al joven Rogers, quien resistió su examen al tiempo que hizo el saludo marcial.

—Es cierto. Mi nieta luce más fuerte que tú y es una niña. ¿Por qué sigues en el ejército, criatura?

—Señor, quiero servir a mi país.

—Igual que mi esposa —apenas si rió el general— ¿Por eso quieres entrar al Programa Ironman?

—Quiero ayudar a mis hermanos, general —respondió Steve sin titubear— No puedo quedarme de brazos cruzados mientras ellos dan su vida por salvar a los inocentes, señor.

El General Preacher bufó de nuevo, haciendo un gesto con su mano para que otro de los soldados cuidando la tienda le entregara un morral.

—Bien, si eso quieres, te dejaré entrar. Estás inscrito en el Programa Ironman, soldado Steven Grant Rogers.

—¿Sólo... así, señor? —el rubio miró al teniente y al general. Sintió que estaba burlándose de él.

—¿Quieres que el presidente venga a darte las felicitaciones? ¡Confórmate con eso! Solo hay un pequeño problema.

—¿Cuál es, señor?

—No tenemos a quien puede ayudarte, el inventor del programa —el general le tendió el morral con las señas para que viera su contenido. Un cuaderno maltratado por uso, una bitácora. Y un medallón de lo más raro, parecía un metal translúcido que brillaba en tenue luz azul clara— El ingeniero Anthony Edward Stark está desaparecido, nadie sabe dónde jodidos está. Si lo encuentras y logras usar su féretro andante, te pondré en el frente. Pero yo creo que está bien muerto.

—General...

Preacher entrecerró sus ojos, levantando un dedo. —No me gusta repetirme, soldado.

—Señor, disculpe. ¿Dónde fue la última vez que le vieron?

Riendo para sí, el general volvió a recostarse en la silla. Su barbero se acercó para continuar la labor.

—En la África nazi. Buena suerte, soldado Rogers.

Dos vueltas al mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora