CRAZY LITTLE THING CALLED LOVE

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DOS VUELTAS AL MUNDO

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel, Marvel Noir (Tierra 90214)

Parejas: Stony, Winterwidow.

Derechos: los que Santa me traiga.

Advertencias: una historia ambientada en el universo Noir, acción, angustia, complots, malos entendidos y todas esas cosillas que gustan.

Esta historia es un obsequio de Navidad para mi bella fgalaxy_0418 en el intercambio sorpresa del Special Stony Christmay Day de la Comunidad SteveTony.

¡Feliz Navidad!

Y gracias por leerme.

***



CRAZY LITTLE THING CALLED LOVE.

Sur de Inglaterra, 1944



—Capitán Rogers.

—Capitana Carter.

Steve rió al chocar su vaso con Peggy, celebrando que ahora tenía el rango de capitán gracias a la misión de extracción donde había encontrado a la espía Natalia Romanova. La pelirroja no había mentido, su información era crucial, el plan de avance del ejército nazi no solo hacia el resto de Europa y África, también era la invasión a América. Eso movió a las grandes cabezas y por fin, luego de varias negociaciones se habían reunido para crear un ataque frontal y decisivo. Todos los ejércitos aliados, como si fueran uno solo, rodearían Europa y entrarían por diferentes puntos con el único objetivo de invadir Berlín, atrapar a Hitler y terminar la guerra. Había llevado el resto del año pasado como parte del nuevo entre los estira y afloja de los intereses políticos y económicos, pero al fin una luz se asomaba entre tantos horrores.

—¿Qué harás ahora que eres capitán, Steve?

—Lo mismo que tú, Peggy, seguir luchando al frente.

—¿Vendrás con nosotros?

—Esa era mi pregunta.

Peggy rió, ladeando su rostro. —No sé qué es más fuerte, si tu armadura o tu voluntad.

—Habrá que averiguarlo, ¿no crees?

Carter era el motivo de aquel laboratorio subterráneo. Una muestra del suero de Abraham Erskine que había quedado en manos de espías ingleses y que la valiente mujer tomó para convertirse en la Capitana Britania, ayudando a rechazar los avances italianos y otomanos buscando mermar las fuerzas del Eje. Así que de cierta manera compartían el mismo destino, haciéndose amigos. Steve dejó su vaso en la mesita donde estaban sentados, entre otras pequeñas mesitas en esa tienda que hacía de salón de fiestas para los soldados.

—Debo retirarme, ¿te veo en el entrenamiento?

—No lo dudes, Steve. Y felicidades.

Steve hizo un saludo marcial, saliendo de ahí para ir al ya conocido taller donde estaba la armadura como su genio creador.

—Toc, toc.

—Ah, creí que no vendrías.

—¿Tony?

El millonario no le hizo caso, aparentemente concentrado en ensamblar un brazo de la armadura que no se ensamblaba como si estuviera dispuesta a sacar de quicio a su inventor. Steve arqueó una ceja, caminando hasta donde el castaño y sentándose a su lado.

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