—¡Pero Ma! — Elena exclamó con el entrecejo fruncido. Isabela desconecto la mirada del teléfono y la clavó en los ojos de su hija. Quien la miraba con furia, y aquello hizo que su molestia elevara sus niveles.
—No me malinterpretes Ela, no te estoy planteando una opción, te estoy diciendo esto para que prepares tus maletas en tres días nos vamos—soltó con tono contundente.
Ela volvió la vista hacia la televisión el capítulo de su serie se había acabado entre tanta discusión. Suspiro, de derrota y con rabia. Así era todo con su madre, No había matises era todo blanco o negro, ella nunca podía encontrar un solución intermedia para ambas partes, siempre tomaba las decisiones que le convenía sin tomar en cuenta a las demás personas que podían verse afectadas por las misma.
En el fondo tenía claro, que seguir discutiendo no le serviría de nada, obviamente ella no la dejaría quedarse en casa de su tía a vivir durante los siguientes años, la movería de lugar en lugar, como si fuese un equipaje. Y cuando aquella palabra para clasificarse así misma se cruzó por su cabeza se molestó aún más, no quería seguir hablando ni discutiendo, quería estar sola, con las sensaciones de mierda que venía siempre acompañadas de la presencia de su mamá.
—Mira ela, se que no disfrutas los cambios, pero no hago esto por amor al arte, lo hago porque es necesario, y aunque confió en la capacidad de tu tía para cuidarte incluso mejor que yo, no veo necesario arrojarle esa responsabilidad a mi hermana, cuando muy bien podrías estar conmigo. Lo siento, está vez no puedo complacerte.
Ella se mordió la parte interna de las mejillas para no soltarse todos los pensamientos que le provocaron esas palabras, se limitó a sentir y a sacar las maletas por debajo de la cama, para prepararla por segunda vez en un año, su madre había cambiado todo radicalmente en su vida si considerar en lo más mínimo la manera en la que podía sentirse. Pero así era Isabela, al parecer había nacido sin la capacidad de sentir empatía por lo demás.Oyó los tacones chocar con la madera del apartamento, mientras imaginaba a su madre dar la vuelta por el pasillo para llegar a las escaleras que la llevarían de regreso al primer piso. Eso pasaba y ella tomó la manija de su equipaje y lo baño fuera de la cama para abrirlo y empacar. Por lo menos en Miami tenía algo conocido, a su mejor amigo Gabriel. Y si tenía suerte podía volver a toparse con las precisos ojos azules de Nicholas, que para ella, eran más dos piedras preciosas que Dios había decido regalarse a humano, y Nicholas había corrido con la suerte de ser ese ser especial. Sacudió la cabeza, para concentrase en lo que tenía que hacer, las cosas en ese momento se trataban de ella, yéndose a un lugar en el que no quería estar.
Eran las 5:45 de la mañana, cuando Ela empezó a secar sus rizos con difusor, por suerte se había levantado a orinar en eso de las cuatro casi la cinco y había terminado por decidir que lo más inteligente era quedarse despierta para poder peinarse ya que no lo había hecho el día anterior. Una media hora después, entonces se puso su uniforme, y recogió un poco de su cabello de delante con una diadema azul marino, que era el único color que podía usar en las cosas del cabello para la escuela.
Si había algo que sabía tenía que agradecerle a su mamá y su familia era que dedicará su vida entera hacer la familia próspera económicamente. Tanto que podía darse el lujo de vivir como rica en su país y como clase media alta en Estados Unidos. Obviamente el colegio privado no lo estaba pagando su mamá, si no su padre. Que desde siempre se había hecho cargo de cubrir gran parte de sus gastos educativos.
Bajo la escaleras de su casa, y se preparó el desayuno, tanto para ella como para su mamá, y se aseguró de preparar su lunch, Cuando estaba punto de llamar a su madre por Whatsapp, su pantalla se iluminó con un mensaje en el chat de su mejor amigo.
Ella abrió el teléfono con el patrón y leyó el texto mientras entraba servilletas y cuchara a su lonchera.
“Si tía Isa aún no está despierta puedes venirte conmigo y con Nicholas, nos llevará” era lo que contenía el menaje, ella se mordió el labio de ansiedad al leer la primera parte, y suspiró al momento de oír el nombre de su… de su amigo, y el hermano mayor de Gabriel, hacia casi más de dos años que no sé veían, la última vez que la había visitado había sido para su fiesta de quien años y a ella le faltaban apenas unos meses para cumplir años de nuevo. Alguna personas solían decirle que ella había cambiado mucho ¿Nicholas también lo había hecho? O seguiría con ese encantó tan característico de sus persona.
Ela saltó sobre si misma y después de reaccionar se cerebro analizó porque. La voz de su mamá se coló por sus oídos pero sinceramente ella no entendió lo que le dijo.
—Me repites— su mamá frunció el entrecejo, ella no disfrutaba de tener que recalcar sus ordenes.
—Que me esperes un segundo, que se me olvidó que entrabas hoy y me levanté tarde.
Ela y hizo un gesto de desaprobación con la cabeza pero casi imperceptible para que su madre no lo notara.
—Esta bien, Gabriel me dijo que me vaya con el tío George, si salgo más tarde, llegaría retrasada allá, Y la verdad prefiero llegar lo más temprano posible.
Isabela asintió, mientras se servía la limonada recién hecha que había preparado su hija —Saludame A George.
—Unju— fue lo que solo mientras tomaba su mochila, y todo lo que necesitaba para llegar la escuela. Isabela no supo exactamente porque pero aquella respuesta no le causó confianza.

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Un si y dos no.
Teen FictionElena es en su mayor parte un ejemplo de como se supone que crece un joven sano emocionalmente. Hasta que llegamos a su severo problema de decir no. No es lo que debió salir de su boca cuando Nicholas la invito a salir un jueves por la noche, pero...