Fase 2 (Fantasía): La rosa del lago carmesí

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—¿Hola? —una voz femenina se escuchó en el fondo de aquella oscuridad abismal, que había en mis párpados—. ¿Hola?, ¿hay alguien?

Miré hacia la izquierda y la derecha, no podía haber absolutamente nada debido a ese profundo negro que había en mis párpados.

De repente, unas imágenes empezaron a formar. Un inmenso prado, con un lago azul y una rosa roja, consigo observar. Lo que más destacaba en aquel lugar, era aquella flor, que resaltaba con su intenso color entre todo aquel amarillo pastel de la vegetación seca.

Me acerque lentamente hacia la rosa, y me agaché para acariciarla. En ese momento, volví a despertarme bruscamente.

Respiré profundamente para tranquilizar mi corazón y me senté en la cama.

—¡Lucía, vístete ya, que es hora de que hagas tus maletas y nos vayamos! —Mi madre gritó desde las escaleras.

—¿Pero por qué nos tenemos que mudar? —pregunté por enésima vez.

—¡No vuelvas a sacar ese tema de conversación! ¡Ya hemos discutido sobre esto durante toda una semana! ¡La casa ya se ha vendido! ¡Ya no hay vuelta atrás! ¡Venga! ¡Haz caso inmediatamente!

—¡Sí! —Respondí con recelo.

Cogí mis cosas, que ya estaban empacadas, y me cambié de ropa.

Me peiné rápidamente mi pelo, y junto a mis macutos, bajé las escaleras y me monte en el coche.

Era el 25 de agosto de 2020, era un verano muy caluroso. Era el día en el que me mudé a regañadientes de mi cómodo piso hacia aquel misterioso lugar rural. Mis padres no pensaron en nada más que en la casa, donde pasaron su infancia.

Fueron 6 horas de viaje. En el momento que llegamos, era un lugar bastante tranquilo.

Miré a mi alrededor: las propiedades estaban muy alejadas unas de otras, la vegetación estaba presente por todas partes, y las personas que habitaban aquí en lugar, superaban los 50 años.

Mis padres me guiaron a lo que sería mi nuevo hogar.

En ese momento, sentí un dejavú.

Dentro del recinto que abarcaba la parcela de nuestra nueva casa, había un lago azul claro, casi transparente, con una rosa roja casi a su lado.

Me giré hacia la puerta de la casa, y subí junto a mi madre, que me guió hacia mi cuarto.

Dejé las cosas allí, y bajé rápidamente para acercarme a aquel lugar que había visto en mis sueños, ¿Que significaba todo esto?

—Veo que la mudanza no te ha sentado tan mal —dijo mi madre con un tono amistoso.

—Déjame —contesté con un tono muy mustio.

Corrí hacia aquella rosa roja. Pase entre todos esos matojos de hierba alta seca, y finalmente, llegué.

—¿Por qué una rosa roja iba a crecer en un sitio como este? Que raro —musité para mí misma, a la vez que me agachaba.

Una fuerza extraña, hacía que tuviese la tentación de acariciarla. Extendí mi brazo, y con mi dedo índice, rocé uno de sus pétalos.

El negro, invadió mi vista.

Al despertar, lo hice en el mismo lugar, pero todo era diferente: la rosa, era azul claro, como el lago; la vegetación estaba verde; los árboles, secos; y el lago, tenía un color extraño, un rojo carmesí, como el que tenía la flor.

—¿Dónde estoy? ¿Estoy... Soñando? —me susurré a mí misma.

—Hola —una voz muy conocida de una chica, retumbó por mis oídos.

Reaccioné inmediatamente. Miré hacia la izquierda, donde ella se encontraba. En esos instantes, mi corazón se paró: ella era yo.

—Hola... —le conteste impactada.

—¿Por qué te pareces tanto a mí? —cuestionó sin tapujos.

—E...eh...

—¿De dónde has salido?

—T... Toqué esa rosa, y de repente, aparecí aquí.

—Ya veo. —Observé sus labios. En ellos, se le dibujó una sonrisa muy siniestra. Se dirigió hacia aquella flor, y la arrancó de cuajo.

—¿Esta flor?

Se me paró el corazón.

Sentí como algo en mí, se desvanecía. De repente, los colores que había en aquel lugar, tornaron a unos muy siniestros, y ella comenzó a correr hacia mí.

Mirando hacia atrás, huí de ella, hasta que sentí que tropecé con algo.

Sentí como rodaba por el suelo, y sin darme cuenta, caí hacia el interior del lago.

Mi cuerpo comenzó a doler. No podía soportarlo, era como si un ácido te estuviera corroendo. Una vez más, me hundí en aquella oscuridad abismal.

Me desperté bruscamente, en la casa, que habían vendido mis padres.

Respiré profundamente para tranquilizar mi corazón y me senté una vez más en la cama.

—¡Lucía, vístete ya, que es hora de que hagas tus maletas y nos vayamos! —Mi madre gritó desde las escaleras. Todo había vuelto a la normalidad.

—¡SÍ! —dije directamente.

Me paré a pensar por un momento todo lo que había pasado. ¿Era un simple sueño lo que había visto?

Me levanté de mi cama, cogí mis cosas ya empacadas, y me cambié de ropa. Me volví a montar en el coche, y una vez más, me dirigí hacia el mismo lugar.

Tal y como había pasado en el sueño, estaba pasando en aquellos momentos. Otra vez, caí en la trampa.

Abrí los ojos precipitadamente. En esos momentos, estaba demasiado agitada. Por primera vez, me giré y tomé mi teléfono: 25 de agosto de 2020.

—¿Otra vez es 25? —comenté con impotencia—. ¿Qué está pasando?

—¡Lucía, vístete ya, que es hora de que hagas tus maletas y nos vayamos! —Mi madre gritó desde las escaleras.

Extrañada, posé mis pies en el suelo, y me levanté de mi cama.

Como las anteriores veces, hice lo mismo. Intentaba esquivar los acontecimientos que desembocaba a aquella extraña muerte; sin embargo, el resultado era el mismo.

¿Había entrado en un bucle sin fin?

(750 palabras)

Retos de Music AwardsWhere stories live. Discover now