Jeno

670 101 6
                                    

—¡Ya traje la cena!— gritó el de cabello azabache a su hermano menor que se encontraba en el suelo haciendo un dibujo.

—¡Naranjas! Son mis favoritas, ¡gracias Jeno!— el pequeño abrazo a su hermano mayor con una gran sonrisa en su rostro.

El mayor sonrío con tristeza, no podía darle a su hermanito un gran banquete y aún así este siempre lo recibía con una sonrisa en su rostro y le agradecía por lo que le trajera.

A sus 12 años de edad, tuvo que hacerse cargo del pequeño, de apenas 2 añitos. El mayor escapó de su casa al ya estar harto de sus padres abusivos y drogadictos. Se le hizo fácil tomar las pocas pertenencias que tenían y llevarse consigo al menor.

¿Había sido fácil? Claro que no lo había sido. Vagando por las calles, buscando que comer, buscando un refugio en donde dormir, era una pesadilla.

Gracias a Dios, "si es que existe uno" era lo que Jeno solía decir, una mujer de avanzada edad los había recibido en su humilde morada, digo humilde porque no era realmente un hogar, apenas contaba con una habitación y un baño que no era más que un pozo profundo con una cubeta.

Sus vecinos siendo considerados, les donaron ropa, uniformes y algunos utensilios como juegos de colores, libretas y entre otras cosas para que el menor pudiera asistir a una escuela pública.

Jeno no quería que su pequeño Jisung se quedara sin estudios, no quería que terminara como el, alguien que su único propósito en el mundo era darle una mejor vida a su hermano menor mientras pudiera.

Después de asegurarse que el menor llegara con bien a la escuela, el se encargaba de pasearse por todo tipo de lugares, para así poder hurtar un poco de comida.

Hace unas cuantas semanas se encontró con una frutería muy frecuentada, estuvo observando el negocio por un tiempo para así poder saber cuando podría entrar en acción. En ella tan solo atendía el mismo chico de siempre, se le hizo curioso por lo bien que le iba en cuanto a ventas.

La primera vez que hurtó de ahí fue un éxito, había tanta gente esperando a ser atendido que no se darían cuenta que faltaban un par de manzanas.

Una, dos, tres, hasta 7 veces había sigo exitoso en traer consigo un par de frutos de aquel puesto. Iba por su octava vez, la única diferencia es que nadie se encontraba en el puesto, no había ni un cliente, ni trabajador.

Aprovecho la soledad para pasar tranquilamente por el puesto, tomando dos duraznos y metiendolos en sus bolsillos hasta pasar de largo y dar vuelta a la derecha.

Pero por primera vez, hubo una mano que tomó su muñeca, deteniendo sus acciones.

—Serían $98 en total.— musitó el de cabellos castaños con una sonrisa.

—¿$98 p-por dos duraznos?—

—$98 por las 4 manzanas, 2 plátanos, 4 naranjas, un melón, 2 peras y los 2 duraznos de justo ahora.—

Si el azabache tuviera unos años menos, probablemente hubiera mojado sus pantalones al ser cachado, se había cabreado tanto que ni se inmuto cuando el castaño lo adentro al interior del local.

—¿Realmente creías que no me había dado cuenta de que me habías estado robando?— Chasqueó el encargado de la tienda.

—N-no tengo como pagarlo, señor.— Jeno recitó aquellas palabras con temor.

—¿Señor? No estes jodiendo, debemos tener la misma edad, tan solo dime Jaemin. ¿Tu nombre es?—

—Jeno...— musitó suavemente.

—Ahora, Jeno. Tenemos varias opciones aquí. Número uno, me pagas devuelta todo lo que te has llevado. Número dos, no me lo pagas... pero tendré que llamar a las autoridades.—

—¡No! Por favor, haré lo que sea, pero no llames a la policía.– Jeno le suplicó al castaño con los ojos llorozos.

—En ese caso... trabaja conmigo en la frutería.—

frutería || NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora