Jaemin

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Si le preguntas a cualquier persona que describan a Na Jaemin en tres palabras, lo más probable es que te respondan "trabajador, bondadoso y cariñoso."

La madre del joven Na, quedó embarazada del amor de su vida a los 21 años. ¿El problema? Sus padres nunca aceptaron su relación.

Ellos al estar en una clase bien acomodada economicamente, querían que su hija contrajera matrimonio con socios del negocio de su padre. Claramente, ella se negó por lo que decidió salirse de su casa para así empezar su nueva vida con su nueva familia.

Con su amado, abrieron una frutería, que con los años fue ganando cada vez más clientes y buenas reseñas acerca de ella.

Jaemin creció en aquel negocio, los clientes lo vieron dar sus primeros pasos, probar su primera uva, verlo crecer con tanto amor en aquel hogar. Cuando el único hijo de los Na, tenía la edad de 15 años, ya había comenzado a trabajar formalmente en la frutería. Sus padres ya tenían la confianza de dejar el local y no tener que preocuparse de quien lo atendiera.

El cumpleaños #18 de su pequeño se acercaba con ansie, sus padres habían decidido que por cumplir la mayoría de edad y por graduarse de la preparatoria, le regalarían un auto a su hijo. Pues se lo merecía, Jaemin siempre fue un buen niño, amoroso, cariñoso, responsable, sin olvidar que sacaba buenas calificaciones, aparte de ayudarles por las tardes en el negocio.

Aunque los años habían pasado, los abuelos maternos de Jaemin seguían teniendo un gran rencor hacia su padre. Para Jaemin ellos ni siquiera existían, nunca habían estado presentes en su vida, no hasta su cumpleaños.

Cuando sus padres fueron a recoger un mandado, o eso era lo que le habían dicho a su hijo para que no sospechara de su regalo, y Jaemin se percató que ya habían tardado más de lo normal. Fue cuando después le llegaron las noticias.

Sus padres habían muerto.

Había sido un accidente automovilistico, aunque Jaemin ya hubiera cumplido la mayoría de edad, las autoridades decidieron llamarle a sus abuelos maternos a ver si querían hacerse cargo de alguna forma.

¿Aceptaron? No lo hicieron. La primera vez que los conocío en persona, le echaron en cara que había sido su culpa que sus padres ahora estuvieran muertos.

Sin tiempo para lamentarse de si mismo, Jaemin decidió encargarse  del negocio de sus padres por si solo. Abría la frutería por las mañanas, mientras que por las tardes asistía a sus clases.

Sus amigos, que realmente no eran muchos, se preguntaban como era que le hacía para ser tan fuerte. Pero después de todo, el había tenido unos grandes padres, que le enseñaron todo lo que el era ahora en día.

Jaemin últimamente había notado a un chico a lo lejos, se le hacía lindo. Le dio gracia la primera vez que se digno a acercarse a su puesto, pues tomó con torpeza dos manzanas y las llevo a su bolsillo, para después acelerar sus pasos hasta desaparecer de su vista.

Este proceso se había repetido varias veces con el pase de los días. ¿Por qué no le había dicho nada?

La verdad es que le parecía extraño todo eso. Le recordaba mucho a la película de Aladdin y eso le causaba gracia.

—Trabaja conmigo en la frutería.— Las palabras del castaño fueron tan firmes que hasta el quedo sorprendido de si mismo.

—¿Q-quieres que trabaje contigo? Pero si yo te he robado.—

—Debes tener tus razones, ahora... ¿lo tomas o lo dejas?—

Y con esas palabras bastó para que Jeno aceptará la oferta.

Los primeros días sacaron mucho de onda al azabache pues nunca había considerado tener un trabajo en su vida. En realidad, el castaño era muy agradable y se encargó de enseñarle hasta el más mínimo detalle.

Las semanas pasaron y se podría decir que ambos jovenes habían comenzado una genuina amistad. Jaemin, además de pagarle por semana, lo dejaba llevarse algunas frutas todos los días y cuando no había demasiado trabajo se quedaban platicando de cualquier cosa.

—Jeno... ¿Algún día me diras?— El tema finalmente había salido a la luz, no había vuelta atrás.

—Tengo un hermano... Jisung. E-el es menor que yo por 10 años. Huí con el de casa hace 8 años ya que nuestros padres consumían drogas y nos golpeaban constantemente.— El mayor de los dos bajo la mirada con los ojos llorosos, era la primera vez en años que se echaba a llorar. Se sentía tan vulnerable, al ser el mayor siempre tenía que mostrarse fuerte para que su hermanito no cayera junto con él.

—Eres muy valiente, amor. Nunca dejes que alguien más te diga lo contrario.— Jaemin también se encontraba con lágrimas en los ojos.

Dios, tenía tantas ganas de guardar al azabache en una cajita y cerrarla con llave para que así nadie le pudiera hacer más daño. Lo abrazó con fuerza, sintiendo como el mayor se aferraba de su camiseta, mientras sollozaba entre su cuello.

Lo alejó por un segundo para mirarlo a los ojos y limpiar sus lágrimas. Pero ese segundo se convirtió en una eternidad.

Jeno analizó aquellos ojos avellana que lo observaban y por primera vez en su vida se sintió amado. Acercó su rostro al del menor, rozando sus narices, sus respiraciones agitadas se estaban haciendo presentes.

Los ojos de Jaemin se habían cerrado, dandole una señal de confirmación al mayor. Y fue así, cuando sus labios estuvieron en contacto por primera vez.

Ambos sintiendose amados, ambos sintiendose completos después de estar hundidos por las malas jugadas que la vida les había hecho pasar.

frutería || NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora