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El sol era bastante fuerte en aquel lugar, el viento soplaba ligeramente y se escuchaban las risas de todos los niños que habían ido a pasar el verano en el campamento, todos se divertían, a excepción de el pequeño Isaac, quien se encontraba sentado en una solitaria banca mientras miraba sus manitas.

No estaba aburrido, ni divertido, ni de cualquier otra forma, era una estupidez como los demás podían divertirse y el no, pero no le importaba realmente. Hasta que algo bastante extraño sucedió.

  --. Hola. --. Una niña del grupo menor se había acercado a Isaac, eso no era normal, todos le tenían miedo o asco, ninguno se acercaba. Pero por alguna razón esa pequeña estaba ahí ahora, tenía el pelo largo y negro, su uniforme desarreglado y traía una roca en sus manos.  --. Me llamo Ana y tengo siete años. --. Solo era un año menor que el, el niño la miro y luego volvió a jugar con sus manitas, mientras veía como la niña se alejaba corriendo.

Pasaron apenas unos minutos cuando la niña volvió y a duras penas se sentó al lado de Isaac, lo miro casi fascinada con su expresión neutral y luego saco de una bolsa de plástico un par de jugos de caja. --. Ten, mi mami me dió este para ti. --. El niño volteo a ver a Ana y recibió el jugo, seguido de un "gracias", ambos niños estaban cómodamente tomando su juguito.

  --. Cuál es tu nombre?  --. El pequeño la miro dudoso, pero al aceptar que no era una potencial amenaza, terminó diciéndole su nombre. --. Isaac, me llamo Isaac. --.

Ambos siguieron en su cómodo silencio, no sabían porque, pero se sentían "bien" al lado del otro.

G U N N ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora