I'll be home for Christmas

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Ya que estamos, esto lleva desde enero en borrador y es, en cierto modo, el germen de la idea de Cambio de Rumbo, pero es un poco más optimista y quizás más necesario en estos días de peleas, así que he decidido publicarlo, sin darle demasiadas vueltas, ni repasarlo. Solo porque sí.

Sus quiero gentucilla.  


Christmas eve will find you
Where the love light gleams
I'll be home for Christmas
If only in my dreams

Luis reprime el gesto de hastío cuando el joven del mostrador de información le explica que su vuelo se retrasará aún un par de horas. Como mínimo. Una tormenta de nieve ha retrasado el vuelo desde Luxemburgo y eso ha alterado todos los horarios. 

Pero el joven no tiene la culpa de que a él le toque quedarse tirado en el aeropuerto en Navidad así que se esfuerza en responder con amabilidad real a sus abundantes disculpas. Probablemente a lo largo de la tarde se haya encontrado con gente menos predispuesta a la empatía. 

No es que haya demasiada gente en el aeropuerto. Tarde del veinticinco de diciembre y todo eso. Aún así un vistazo rápido a las sillas de plástico de la sala de espera le anima a sacar su tarjeta de crédito y comprar un pase a la sala vip, en la que sentarse en un sillón considerablemente más cómodo y disfrutar de comida que no lleve guardada en el congelador tres días. 

En cuanto franquea la puerta de la sala se da cuenta de que más personas han tenido la misma idea. En la sala habitualmente vacía esta ocupados cuatro o cinco sillones. Una familia con un bebé recién nacido  y aspecto agotado, parece haber descubierto el efecto sedante del ruido sordo de los aviones que despegan que se filtra a través de los pesados ventanales, un hombre de negocios terriblemente rubio y fuera de lugar con su traje arrugado duerme con su portátil aún abierto sobre el regazo. 

En uno de los sillones más alejados de la puerta hay una joven sentada sola mirando hacia las ventanas con vista a la pista de aterrizaje. 

Mientras pasea la vista por el resto de la sala buscando el lugar más discreto en que esperar la salida de su vuelo, no puede evitar que su mirada se dirija de nuevo a ella. 

Son las cinco y media de la tarde, la lluvia de los días pasados parece haberse calmado y ha dado paso a un cielo rojo que anuncia que volverá a llover muy pronto. El perfil de la joven se recorta a contraluz ofreciendo una hermosa imagen.

Antes de sentarse se da cuenta de sus hombros tiemblan de forma discreta. No hace falta ser muy sagaz para adivinar que está llorando. 

Su mente curiosa busca de forma deliberada un asiento desde el que seguir observándola sin que ella se de cuenta.  

Una vez está acomodado tal vez tarde unos diez segundos en identificar a la persona sentada de espaldas. 

Tampoco es tan extraordinario, cualquiera que la siga en redes sociales, que no es su caso, sabría que hoy es el día que viaja a Canarias para encontrarse con él después de pasar la navidad con su familia 

Se queda pegado a su asiento intentando tomar una decisión sobre su siguiente movimiento. Podría levantarse y salir de la sala. Ella jamás se enteraría. 

Podría quedarse observando su perfil recortado contra el atardecer de Barcelona, y probablemente no llegasen a cruzar una palabra. 

Pero adivina en los movimientos de la figura el llanto y no pasan ni diez segundos más antes de tomar la decisión de levantarse y acercarse a ella. 

Dejará lo de cuestionar sus motivos o su maldita compulsión de héroe para mañana, o quizás para fin de año, que es cuando uno hace examen de conciencia. 

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⏰ Última actualización: Oct 06, 2020 ⏰

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