El Rey Ciego: Capítulo Único

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Hace mucho tiempo, cuando el mundo aún era cruel con aquel que no poseía nada, y receloso con aquel que lo poseía todo; existió un rey cuyo reino era visible para todos, menos para él.
El rey había nacido ciego, según decían todos los magos y brujos de la corte. Sin embargo, los médicos más especializados aseguraban que la capacidad de visión de Su Majestad, se encontraba en perfectas condiciones.
Lo cierto es que durante su juventud, el rey nunca demostró ningún síntoma de ceguera, y aún en sus cuarenta años, aseguraba poder verlo todo con claridad. El rey, preguntándose a qué se debía la preocupación de todos sus magos sobre su visión, decidió consultar al brujo que él tenía en más alta estima, siendo consciente de sus asombrosas capacidades para la adivinación y la magia.
-"Dime, viejo amigo, ¿A qué se deben todas esas terribles predicciones acerca de mi vista? Llevo más de 40 años de vida y nunca he tenido problemas de ceguera. ¿Es acaso que vuestra querida magia os ha fallado esta vez?"- Dijo el rey, en tono de disimulada burla. Él nunca confió en la magia ni en esas absurdas majaderías. Sin embargo, apreciaba a su mago. Él nunca le había fallado, ni como servidor ni como amigo. Por eso, el rey estaba ansioso por oír lo que éste tenía que opinar sobre aquellas erróneas predicciones que se llevaban haciendo desde su nacimiento.
-"No, Majestad. Se equivoca. Usted padece de una importante ceguera. Y aunque aún no se han manifestado sus peores efectos, confíe en mí cuando le digo, que lo harán."
-"¿Ah, si? Pues sí que se están tomando su tiempo, ¿No te parece?"- Replicó el rey, molesto.
-"Y dime, ¿Cómo debería actuar para evitar que sus efectos se manifiesten?"-
-"Debe escuchar, mi señor. Los ciegos solo son capaces de sobrevivir en este cruel mundo con la ayuda de su oído. Debe estar atento a lo que se le dice, pues no hay nada peor que un ciego que además de ciego, es sordo."
El monarca, sentado sobre su imponente trono, con una expresión de soberana arrogancia, mandó salir al brujo, pensando que éste no hacía más que tomarle el pelo con sus ridículas advertencias.
Pasaron los años, y el rey, que era muy belicoso, movido por la codicia de poseer territorios, además de los que ya tenía, entró nuevamente en guerra con el reino vecino.
Miles de soldados murieron, pero finalmente, nuestro Rey se alzó con la victoria.
Para celebrarlo, convocó un gran banquete al que acudieron los nobles más adinerados del reino. Fue una festividad tremendamente lujosa, no hubo reparo a la hora de invertir en más y más gastos.
El rey, insatisfecho con una sola celebración, comenzó a hacer fiestas un día tras otro. Comió y bebió todo lo que se le antojó, hasta ponerse tan ebrio que ni siquiera era capaz de enfocar la copa que tenía frente a él.
Un día, su ministro de economía le comentó la imposibilidad de continuar con aquellas enormes fiestas que tanto dinero consumían, pues si aquello continuaba pronto entrarían en una irremediable crisis.
El monarca hizo oídos sordos a esto, y continuó celebrando más y más banquetes, subiendo los impuestos para recaudar fondos para sus interminables festejos.
Una lastima.
No vio venir la revolución hasta que se encontró con el cuello puesto bajo la afilada y velozmente letal hoja de la guillotina.
Aquella noche, la sangre corrió por los pasillos y paredes del palacio por el que Su Majestad se sentaba a contemplar como su pueblo moría de hambre y se helaba de frío, mientras él permanecía impasible desde la comodidad de su trono.
El mago observó su ejecución en primera fila. No lloró. Se prometió que alguien incapaz de abrir los ojos y darse cuenta de las catástrofes que ocurren a su alrededor, no merece ni una sola lágrima. Se lo prometió. No solo a sí mismo, también a su hija, que había muerto aquel invierno por el frío y el hambre provocado por las malas cosechas.
-"Lo siento, mi niña...No pude salvarte del invierno, pero al menos ese tirano tuvo lo que se merece. Nadie más volverá a pasar hambre en este reino por culpa de un ciego incapaz de ver la muerte en su propio pueblo."- Murmuró dolido el brujo entre los aplausos de la gente, que ya había escuchado el mortal sonido de la cuchilla sobre el cuello del destronado monarca.
Algunos ni siquiera  se dieron cuenta, pero aquel reinado plagado por la crueldad, la muerte y el egoísmo de un hombre cegado por su codicia; no terminó entre gritos, sino en el rencoroso y desgarrador silencio de un pueblo que ha sufrido todo lo que su rey se negó a ver.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2019 ⏰

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