UN YAMI OLVIDADO

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Yugi corría a través de Dominó City, pues se le hacía tarde.
La sociedad estaba dividida en tres rangos:

Alfas, hombres o mujeres que eran una minoría pero estaban destinados al éxito y al poder, normalmente eran dueños de empresas o sus puestos eran políticos. Además, tenían la capacidad de encontrar a su pareja destinada que solían ser omegas débiles y sumisos, que acabarían siendo anudados para tener crías.

Betas, gente común que constituía en el mayor porcentaje de la sociedad que no tenían puestos tan importantes que los alfas y no tenían una pareja destinada, por lo que solo podían tener una pareja mujer en caso de los machos para tener hijos.

Y finalmente, los Omegas que al igual que los alfas podían ser hombres o mujeres, que a diferencia de los éstos quedaban embarazados.
Los omegas son conocidos por ser débiles y sumisos cumpliendo con los stigmas establecidos de la sociedad, para encontrar a un alfa millonario con el cual tener sus crías y cuidarlos hasta él día de su muerte.

Algo muy injusto y más para alguien en concreto, Yami, un antigüo espíritu egipcio que según lo que había averiguado solía ser un importante Faraón que se encerró en su rompecabezas del milenio para proteger al mundo de la oscuridad.

No hace mucho tiempo, que Yami conocía a su beta amigo y compañero de cuerpo Yugi; esté junto a sus amigos Tea, una omega algo molesta, Tristán un beta algo torpe y Joey el mejor amigo de Yugi que además era un alfa y por lo que veía este aparentemente estaba enamorado de Yugi por su confesión.

Precisamente ahora que su aibu corría hacia su colegio, él se encontraba escondido en lo profundo de rompecabezas con fuertes calambres en el bajo vientre debido al celo.
No podía evitar retorcerse gracias al fuerte deseo de encontrar a un alfa con quién aparearse y sí ese alfa era Kaiba no tenía alguna objeción.

- ¡Pero en qué rayos piensas!.- se regaño, mientras gemía quedito y cada vez más excitado sin poder aliviarse al no contar con nadie ahí a parte de ser un espíritu antiguo.

Kaiba se dirigía después de mucho tiempo al colegio en el que se había inscrito hace mucho tiempo con un solo propósito, un duelo con Yugi, pero no aquel beta sin chiste. El quería un duelo con aquél hermoso Omega, con mirada penetrante, carácter fuerte e inquebrantable voluntad.
Definitivamente muy diferente a su versión llorona y débil. Nunca había creído en esas estupideces que sus amigos inventan, cómo que su parte Omega en realidad era un antiguo Faraón de tres mil años de edad, esas eran tonterías que jamás creería.

Yugi, simplemente era un Omega duelista talentoso, que parecía tener un rechazo hacía su lado Omega por lo que había decidido tomar inhibidores de olor para ocultar su aroma y punto.

Antes de llegar a la escuela pudo ver al dueño de sus fantasías, corriendo por la hora, así que se interpuso para evitar que Yugi siguiera su camino; lo obligó a subir a su auto para tener un duelo con éste y que saliera su omega.

No importaba que hiciera, parecía que su pequeño omega no saldría, golpeaba a Yugi con todo el poder de sus monstruos pero a pesar de eso el Omega no salía, comenzó a enfadarse y llevó a Yugi a su límite. No pudo evitarlo y en un arrebato lo golpeó como última opción.

No tardó mucho, para que saliera a quién quería ver, pero era diferente su olor era mucho más dulce de lo que recordaba, la vainilla y la canela intensifican su aroma para llevarlo a la locura.

- ¡Lastimaste a Yugi!.- escuchó decirle con enfado.- ¡Tú y yo jugaremos un juego de las sombras, y en la mínima que cometas trampa lo pagarás muy caro! ¡Te castigaré!.- lo amenazó, causándole gracia, por lo que no  tomó en serio las palabras del Omega, que claramente estaba en celo, y a la luz de la mañana comenzaron su duelo esperando que Yami le rogara que aliviará su calor.

DUELO DE PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora