Mateo
Tercera cita. Aquella iba a ser la tercera y sabía lo que iba a suceder, lo había pensado a lo largo de los últimos días y el miércoles en la tercera cita iba a suceder, lo tenía claro.
Aún recuerdo lo que llevaba Elvira aquel día. Se había puesto una falda azul celeste con una camisa blanca y corbata del color de la falda. Unas botas negras con tacón de aguja cubrían sus pies, llegándoles hasta un poco antes de las rodillas.. El pelo se lo había teñido de castaño claro, seguramente estaba intentando ponerse un color parecido al de Aurora, poco a poco se lo estaba aclarando, estaba seguro de ello.
―¿Podemos hablar? ―Le pregunté después de salir del cine mientras dábamos una vuelta tomándonos un helado cada uno, se notaba que estábamos a principios de mayo.
Elvira mordisqueaba su helado de limón mientras se sentaba en el banco e intentaba apoyar su cabeza en mi hombre. En ese momento tuve la sensación de que no sabía por dónde iba yo.
―Tú dirás guapo ―dijo poniendo una voz sensual.
―Elvira, no finjas ―le dije sin andarme con rodeos.
―¿Qué quieres decir? ―Preguntó un poco nerviosa mientras un poco de helado intentaba escaparse por su cono de galleta, pero rápidamente lo atrapó con la lengua impidiendo así su marcha.
―Elvira... Estas citas no tienen sentido y lo sabes ―le miré fijamente.
―A mí me gustan, está bien quedar de vez en cuando y eso... ―puso voz inocente mientras se encogía de hombros.
―Ya claro y eso... ―le imité encogiéndome de hombros y cambiando el tono de voz levemente sin tratar de burlarme de ella, simplemente dándole un tono sarcástico.
―¿Qué quieres decir? ―Me espetó antes de dar un bocado a su helado por los nervios haciéndole que se le calasen los dientes reflejándolo en su semblante.
―Elvira, ¿qué solemos hacer en las citas? ―Le pregunté después de comer un poco de mi helado de vainilla.
―Pues este tipo de cosas, ¿no? Es nuestra tercera cita, no he tenido muchos novios así que no tengo mucha experiencia en esto y prefiero ir paso a paso ―volvió a sonreír con una fingida inocencia.
―Ya, claro... Y casualmente o hemos coincidido con Aurora y otras amigas, o hemos acabado hablando de ella ―le sonreí sin andarme con rodeos mientras comenzaba a morder la galleta del cono de mi helado.
―¿Eh? Esto bueno... ―volvió a morder el limón del helado llegando hasta la galleta―. Supongo que... ―no sabía continuar y sonreí al ver que había dado en el clavo.
―Al principio pensé que me utilizabas para ser más popular... ―comencé a decir y me interrumpió rápidamente.
―¡Eso mismo es! ―Exclamó repentinamente tirando sin querer su helado en el suelo por culpa de la efusividad de sus palabras que hicieron que gesticulase con gran ímpetu―. ¡Mierda!
―No, Elvira, ya sé que no es así, eso fue lo que primero pensé pero me di cuenta de que las cosas no eran así. Siempre creí que hacías las cosas que haces por buscar popularidad, por ser como Aurora... ―le ofrecí de mi helado y tomó un mordisco de la galleta de mi cono.
―No sé lo que quieres decir... ―volvió a darle un bocado a mi helado y miró el reloj de su móvil, enfundado con una carcasa de terciopelo de color rosa chicle―. Creo que deberíamos irnos ya, se está haciendo tarde, ¿no crees?
―¿En serio intentas evadir el tema? Venga Elvira, no te vas a ir de rositas, yo sé lo que te pasa, no me puedes engañar―. Se levantó del banco algo nerviosa.
Me terminé rápidamente el helado mientras me levantaba también y empezaba a caminar junto a ella. Como en otras citas le acompañaba a su casa, sin embargo, no había vuelto a decirle nada más del tema, pero lo iba a hacer. Un par de casas antes de llegar a la suya me paré en seco y le cogí del hombro.
―Elvira, aunque aparentes ser tan superficial sé que normalmente eres todo lo contrario. Claramente es una pose que tomas para ser alguien que no eres.
―Claro que sí, si ya lo hemos hablado antes, quiero ser popular. Pero no entiendo a qué viene todo esto ―dijo bastante nerviosa.
―Yo no te gusto ―dije de pronto.
―¿Qué? ¡Nada que ver! Eres muy guapo, tío. Que quiera ser popular no significa que esté contigo por interés, en eso te equivocas, ¿eh? ―Sus nervios continuaban y rápidamente le di un abrazo para calmarla.
―Tranquila, no te voy a juzgar por esto, todo lo contrario ―le acaricié el pelo antes de apartarme del abrazo.
―No sé a qué te refieres, pero sé que te equivocas.
Decidí pasar al segundo plan, o al menos para pillarla antes de decirle lo que creía y poder hacerle ver que llevaba razón.
―¡Mira! Por ahí van Aurora y Rodrigo ―mentí señalando hacia un lado―. ¡Anda, están muy empalagosos!
Su semblante se tensó y seguidamente me dio un pico en los labios, pero me retiré rápidamente de ella.
―Pero si no están... ―murmuró un poco nerviosa.
―Vaya, me habré confundido ―fingí haberme despistado.
―¿Lo has hecho a adrede? ―Preguntó indignada y yo asentí.
―Chica lista, se nota que solo intentas imitar a Aurora, no que seas como aparentas ser ―solté con media sonrisa―. Pero he comprobado lo que ya sabía.
―Si bueno, me has pillado, me gusta Rodri, pero no se lo digas a nadie ―me suplicó aunque sabía que mentía―. No quiero que Aurora ni Rodri se enteren, son mis sentimientos, sé que no tengo nada que hacer, pero no puedo evitarlo... ―suspiró desolada, yo sabía que sus palabras eran verdad aunque no sobre la persona a la que se refería.
―¡Venga ya Elvira! ¿Rodri? Eso no te lo crees ni tú... ―ironicé.
―Pues no te lo creas, es cosa tuya ―se dio media vuelta para irse pero le volví a coger por el brazo.
―Sé que no te gusta Rodri, sé que quien te gusta es ella, Aurora ―le sonreí para demostrarle que no tenía ningún problema en hablar del tema, sino todo lo contrario.
―¿Qué? ―Titubeó bajando la voz y clavando su mirada en el suelo.
―Vamos Elvira, haces todo lo que ella quiere a todas horas, estás colgada por ella hasta las trancas. Aunque lo malo es eso, que haces todo lo que ella quiere solo para que te haga caso. Aurora no te trata bien, Elvira... ―le dije mirándole a los ojos, sabía que aquello era duro, pero tenía que abrirle los ojos. Elvira era demasiado buena y Aurora no solo no le correspondía sino que como amiga no era buena.
Un guantazo atravesó mi cara en una décima de segundo. La mano de Elvira se posó en mi rostro rápidamente y su mirada estaba llena de enojo.
―¡No te metas donde no te llaman! ¡Y no hables de algo que desconoces, imbécil! ―Gritó entre lágrimas mientras yo me ponía la mano en la cara de forma dolorida. Sin embargo, como respuesta le di un abrazo y ella acabó llorando abrazada a mí, apoyando su cabeza en mi pecho mientras se aferraba a mi camiseta.
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Apuesta a 3 bandas
Teen FictionQuerían impartir justicia, odiaban el amor. Por eso eligieron a sus tres víctimas, eran las idóneas. El plan era sencillo: Enamorarles y luego darles plantón en la fiesta de final de curso. Quiénes perdieran le regalarían al ganador el viaje de fin...