El borracho

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Por la densa oscuridad de la noche caminaba el borracho, con paso inconstante, a tramos decidido, a tramos con tropiezos seguidos. Así  andaba el pobre desdichado, sumido en el alcohol y el dolor,  ambos malestares frecuentes desde que su amada le dejara en el limbo de quien es olvidado y no puede olvidar, aquel espacio en el que no eres amado y no puedes amar.

En aquella penumbra se movía de calle en calle el borracho, sin rumbo fijo continuaba su paso inconstante, poco a poco el tiempo transcurrió y el borracho en un súbito momento al suelo cayó, de rodillas en medio de la calle, alzo la mirada al cielo y gritó con potencia:

<<TE NECESITOOOOOOOOOO! TE NECESITOOOOOO! Te necesito>> dijo al final el borracho con lágrimas que se desbordaron de sus ojos como un río caudaloso en plena tempestad de su alma. El grito fue tan desgarrador que el mismo cielo empezó a llorar a cantaros, la pena y el dolor eran esparcidos por la lluvia y las lágrimas que se entre mezclaron e impregnaban cada rincón de la calle con aquel horrible sentir.

Mientras el borracho seguía inmóvil arrodillado en la calle, una dama vestida de negro a lo lejos se acercaba con sosiego.

Cuando aquella hermosa dama llegó al lado del borracho, él solo pudo observarla asombrado. Ella se acerco al oído del borracho y con la voz mas dulce que nunca nadie ha escuchado, le susurró:
<< No llores, el dolor ya mismo se va, olvidarla imposible no será pues yo te dare paz >>
Aquel pobre desdichado solo pudo sonreír en la ignorancia completa de todo lo que aquellas palabras significaban.

<<Yo la amo y nunca podre olvidarla>> dijo el borracho después de unos segundos.
Y luego repitió <<La necesito, yo solo quisiera poder verla por última vez y decirle cuanto la amo y la amaré>>

La dama al escuchar esto solo pudo hacer una pequeña mueca que reflejaba compasión y pena por aquel borracho.

<<Seguro es lo único que quieres>> le dijo ella.
<<Si, es lo único que deseo>> respondió el borracho.

La dama aparto la vista del borracho y apuntó al otro lado de la calle con su dedo,  el borracho fijo su vista en el lugar que ella indicaba y se quedo sin palabras, con miedo, con amor. Al otro lado de la calle estaba ella, si ella,  el amor de su vida, en un segundo ambos estuvieron juntos, el borracho la abrazó con fuerza de un momento a otro la lluvia cesó y el pudo sentir el calor de su cuerpo, sus lágrimas se derramaron sobre la hermosa piel blanca de su amada, ella lo correspondió acariciándole el cabello.

<<Ya, ya>> decía ella, con una suave voz.

El borracho se apartó para poder ver sus hermosos ojos cafés claros, sus labios rosas,  su tez blanca y esa sonrisa que le volvia loco volvieron a estar a su alcancé. El borracho no lo podia creer, estaba con ella otra vez, con su amor.

<<No tienes algo que decirme? >> preguntó ella.
<<Te amo, siempre te ame y nunca te dejare de amar, tu fuiste la razón de mi existir por mucho tiempo, tu eres la única que me ha aceptado como soy, tu que siendo tan hermosa aceptaste a este desperfecto, tu mi amor>> respondio el borracho con lágrimas en los ojos y una  sonrisa.

<<Sin embargo>> continuó el borracho con tono serio y una mueca de tristeza y resignación en el rostro. <<yo se que tu amor le pertenece a alguien mas, que tu ya eres feliz con aquel que te supo enamorar, yo no soy nada comparado con él, pero solo quiero que sepas que si el destino nos separó espero que tu siempre seas feliz aunque mi vida tenga que terminar para que tu ni tengas amargura alguna, gracias por estar ahí, conmigo, muchas gracias>> fue lo ultimo que dijo el borracho.

Los ojos de aquel hombre se cerraron dando inicio al sueño eterno, la lluvia volvio a caer con gran fuerza, mientras el borracho estaba sobre la calle abrazando la nada.
La dama solo pudo sonreír melancólicamente.

<<Al menos moriste feliz>> se dijo.
Alzando la vista al cielo, la dama surco con la mirada entre las nubes hasta que encontró a su fiel amiga, la Luna.

<<Haz que sus palabras lleguen a su amada, te lo imploro amiga mia, concedeme ese deseo>> le dijo la Dama.

<<Tranquila, vieja amiga, yo haré que cada palabra de aquel pobre borracho lleguen a su destino>> repuso la Luna.
Y así, la dama se retiró con el mismo sosiego con el que había llegado para poder llevarse a ese pobre hombre borracho.

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