Tormentosos sueños

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—Mi amooor, mi amoooooor, mi amooooooooooor— se escuchaba la dulce voz de su amada a lo lejos, a cada segundo, se acercaba más y más. Él no podia esperar para poder verla, su mirada buscaba por todo lado, queria escontrala lo antes posible, sabia que el tiempo era corto y necesitaba abrazarla aunque sea un poco, tenerla de frente y besarla, amarla.

—Mi amooooooooooooor— se escuchó nuevamente, el seguía tratando de hallarla, hasta cierto punto con locura y obsesión, hasta cierto punto con ternura y pasión.

En un instante inesperado, sus ojos se posaron en el más bello rostro que nunca jamas habia sido visto. El corazón de él estaba a punto de salirse de su pecho, era fascinante aquel momento. Él se acercó a su amada, no podia perder tiempo en la nada. Su caminar era rápido pero no llegaba, cruel tortura la distancia que los aleja. Casi corriendo esta apunto de llegar donde ella. Con mirada cálida y amorosa ella abre los brazos para recibirlo, el corazón de ambos palpita fuertemente, él esta a tan solo cinco metros, el tiempo parece detenerse por completo, tres metros, sus miradas chocan y en desesperada angustia no piden esperar para estar uno al lado del otro, un metro, el mundo desaparece en un instante, nadie más esta presente para apreciar aquel hermoso momento, tan sólo un metro...

Sus cuerpos se funden en un apasionado abrazo, sus bocas se hacen una y ambos viajan a otro planeta con solo sentir los labios del otro, los corazones coordinan su palpitar en un ritmo amoroso y único que nadie en el mundo a conocido jamás.

Después de estar unos minutos así se separan,  una sonrisa cómplice se dibuja al mismo tiempo que se alejan poco a poco uno del otro. Se miran con deseo y amor.

—Te amo— musitó ella mientras lo abrazó con gran fuerza.

—Yo mucho más, mi amor— declaró con un tono suave él.

Aquel instante era mágico, único, parecía que todo el mal del mundo se desvaneció en ese pequeño lapso, nada podia quebrar ese momento, hasta que...

—Ya tienes que despertar— volvió a susurrar ella.

—No, no, no, nooooooo, por favor un poco más si, tan sólo un poco más— sollozo él.

—Te amo— repitió ella con una sonrisa.

Todo se tornó oscuro y en un momento él se despertó de un salto.

Otra vez habia tenido ese sueño, si, nuevamente los fantasmas del pasado reciente habian azotado su mente.

—Al menos esta vez si pude abrazarla y besarla— se consolaba él en medio de la penumbra de su habitación.

En ese momento una lágrima empezó a recorrer su mejilla. Estaba agobiado, dolido desde que fuera reemplazado. Que cruel es la vida que lo obliga a sufrir aquella despiadada tortura noche tras noche.

Unos lo tomaban por un loco obsesionado,  otros creían que era un pobre exagerado. Pero la verdad era... desde que la relación con su amada habia terminado, no podia dormir, pues los fantasmas de su amor perdido se presentaban una y otra vez, imposibles de detener o borrar, aquellos recuerdos se mantenían ahí siempre, perpetuos.

Él ya no conocía lo que es un placentero sueño, tampoco podía permanecer despierto, ya que en un instante su amada aparecía entre la oscuridad, pasándose ante él con su hermosa sonrisa que lo llevaba al mundo de los recuerdos y frente aquellos momentos de felicidad y amor desmedido, sintiendo impotencia de no poder recuperarlos, empezaba a llorar a cantaros bajo la atenta mirada de los astros.

Una vez más se hallaba perdido en ese limbo este pobre desdichado. Condenado a soportar cada día, cada noche, cada hora, cada minuto e incluso cada segundo el tormento de haber perdido a su amada. Su destino estaba sellado.

Una pequeña sonrisa surgió en medio de su dolor. Con mirada desafiante que aún dejaba caer lágrimas mantuvo su vista fija en el techo.

—Aunque muera amandola y ella ni acordarse de mi deseé, yo soportaré todo esto, porque tan solo el saber que ella es feliz me es suficiente— dijo con tono retador hacia el cielo.

Después de eso, se sumió en otro terrible sueño. Asi continuó y continuará su vida, obligado a sufrir el peor de los infiernos sin haber muerto. Pobre hombre desdichado.

Su historia vivirá y retumbará en el tiempo. Un hombre enamorado obligado a soportar el averno de ser olvidado.

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