La barranca del diablo

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Existe en el estado mexicano de Michoacán un largo precipicio conocido como <<la barranca del diablo>>. Circular por aquí es algo arriesgado, pues el camino es empinado y los automovilistas o personas que pasan a pie, siempre se ven en riesgo de sufrir un accidente. De hecho, muchos de ellos ya han muerto con anterioridad por insistir en transitar por aquí. Por eso las autoridades advierten de no acercarse demasiado en las inmediaciones.

Esto, aunado a la tenebrosa leyenda que la ha dado su nombre al lugar, han provocado que la gente de los alrededores le tema a este barranco como si se tratara de una entrada al mismísimo infierno. Y de acuerdo con las habladurías, tal vez sea así.

Cuenta la leyenda que todo comenzó hace mucho tiempo, cuando el diablo andaba ocasionando estragos en la tierra. Tanto así, que San Pedro quiso castigarlo por tanta maldad y fue a buscarlo por todo el mundo, hasta que lo encontró. Se hallaban en territorio cálido, el que más le gustaba a la bestia. Se encarnizaron en una terrible lucha. Bien contra mal, Ángeles contra demonios.

Satanas profería obscenidades en contra de todo lo sagrado, pero el guardián de las puertas del cielo no se dio por vencido. Arremetió contra el hasta que lo fue arrinconando en la punta de un saliente, debajo del cual se veía una barranca con una profundidad de miles de kilómetros y una oscuridad densa como la misma noche.

San Pedro lo empujo entonces por el barranco quedando las huellas de sus sandalias impresas en el borde del abismo. Al principio quiso alcanzarlo, pero al ver que no podía salir de allí, decidió que ese seria su castigo, permanecer en el fondo de la barranca por la eternidad. Y así fue.

Cuanto más furioso se sentía el demonio, lanzaba enormes llamaradas de fuego que alcanzaban las montañas y envolvían a aquella parte del mundo con un calor abrasador. En su resentimiento, satanas juro a San Pedro que algún día lograría salir de ese hoyo y que mientras tanto, la zona del barranco se iría volviendo cada vez más árida e inhóspita.

Es por eso que hasta el día de hoy, en los alrededores de la barranca del diablo no crece demasiada vegetación, y en verano hace un calor insoportable.

La gente además, se ha cuidado de colocar cruces en honor a quienes han fallecido aquí.

Hoy , la leyenda se ha vuelto muy conocida en comunidades cercanas cono Carácuaro, Huetamo, Churumuco, Huacana, Apatzingán, Turicato y Puruarán.

Dicen que las noches más oscuras, se escuchan todo tipo de lamentos y risas malvadas brotando de aquel precipicio. Y si uno es tan desafortunado como para caer por él, es probable que corra la suerte de quedarse atrapado en el averno.

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