CAPÍTULO 2

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"El tiempo es lento cuando uno espera." Lo había escuchado, o tal vez leído, en alguna parte alguna vez, ahora que esperaba el tiempo pasara lo confirmaba.

Se sentía horrible, estaba aterrado de los resultados. Sus malestares gritaban "embarazo positivo", pero su necesidad de no volverse loco le juraba que las náuseas, los mareos y el vómito eran por el estrés al que estaba sometido.

—¿Quieres ir al médico? —preguntó Takano viendo al de ojos olivo arrastrarse a su sillón luego de volver el estómago en el baño.

—No, yo... yo, solo necesito descansar. ¿Está bien si me quedo esta noche también? —preguntó Onodera.

Tenía toda la semana quedándose por las noches en el departamento de su vecino. Estaba tan asustado de lo que ocurría, que era impensable el pasar la noche solo; seguro se volvería loco de tanto pensar en lo que ocurría.

—Claro que está bien —respondió Takano andando hasta él para acariciar su cabeza—, ¿quieres cenar algo?

Ritsu negó con la cabeza. No tenía ganas de comer absolutamente nada, solo quería dormir entre los brazos de ese que seguro estaba tan nervioso como se encontraba él.

» Bien, date un baño mientras yo ceno.

El heredero de la editorial Onodera asintió y caminó a la ducha, Takano fue a la cocina por un café y un emparedado, entonces hizo una ensalada que dejó sobre la mesa, por si acaso.

Escuchó a Ritsu dejar el baño y anduvo hasta él, le miró caminar lento a la cama, donde se sentó y, luego de sonreírle, entró al baño para darse una ducha también.

Cuando salió del baño miró el plato sin ensalada sobre el buró junto a la cama, y a Ritsu estaba recostado en la cama, boca arriba y con el antebrazo sobre sus ojos.

El joven estaba llorando, como cada noche desde que escuchó lo del posible embarazo había pasado; aunque ahora estaba mucho más calmado. Tal vez comenzaba a asimilarlo, o quizá tan solo se estaba resignando.

Takano entendía la postura de Ritsu, que seguro era mucho más complicada que la propia. Es decir, fuera como fuere, aceptar de la nada convertirte en madre a pesar de ser hombre no era algo que se asimilara con facilidad; sobre todo cuando nunca en la vida lo consideraste como una opción.

—Debes odiarme —dijo de pronto el rubio, sacando a Takano de sus pensamientos.

—Por supuesto que no —aseguró Takano andando hasta la cama, sentándose en ella y volviendo a acariciar la cabeza de su amado.

—Claro que sí —refutó Onodera—, podría ser tu hijo al que estoy rechazando.

—No podría, sería mi hijo—aclaró Takano—, nuestro hijo, en caso de que existiera. Y no creo que lo estés rechazando a él, creo que lo que rechazas es la posibilidad. Onodera, son muchas cosas, también estoy confundido. Si me preguntas si quiero esto te voy a decir que no, porque no es lo que quería, así que entiendo como te sientes, o al menos me estoy esforzando en hacerlo; lo que sí te aseguro es que no te odio, no podría, te he amado por demasiado tiempo como para que algo como esto me haga odiarte.

Un silencio largo y un tanto incómodo se estableció entre ellos. Takano asumió que Ritsu no diría nada más, y no quería remover sus emociones, quería permitirle descansar ahora que se había serenado al fin.

Pero Ritsu aún no aclaraba todo lo que le atormentaba, por eso volvió a hablar.

—Si sí estuviera embarazado, ¿cómo lo tomarías? —preguntó Onodera.

El corazón de Takano se detuvo, junto a su respiración, y una fuerte punzada le atravesó el estómago. Esa posibilidad le mareaba.

—No lo sé —respondió el que fue cuestionado—, y tampoco puedo imaginármelo. Creo que sigo atorado en la negación. Digo, lo más conveniente para nosotros es que el resultado fuera un negativo. ¿No lo crees?

PROYECTO CIGÜEÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora