꒰☆ BLOW OUT THE CANDLES 彡。

꒰✧꒱ʙʟᴜᴇ sɪᴅᴇ ೖ୭

۪۫❁ཻུ۪۪┊ NAMV                              @detael

Namjoon fue la salvación de Taehyung, pero también su perdición. Y su más grande error.

Namjoon existió para cumplir con el objetivo de cuidar de Taehyung, de velar cada noche fría por él. Jamás imaginó que, al tocarlo por primera vez, en una noche iluminada por las luces rojas y blancas de las calles que llamaban al espíritu navideño, algo dentro de él cambiaría.

Quería ver a Taehyung destrozado, con borbotones de lágrimas saladas cayendo de sus grandes ojos de cachorro necesitado de amor y atención; sangre escarlata resbalando de sus labios mojados e hinchados al ser cruelmente mordidos por los suyos. Quería ver sangre fresca y espesa pintando como la mayor enigmática obra de arte su cuerpo dorado y sudado, dedos largos y delicados retorciéndose por el dolor y anhelo de su toque y escuchar su profunda voz ahogada en gritos de súplica decorando los rincones de alguna habitación.

Y lo logró, incluso más de lo que imaginó.

Namjoon fue la salvación de Taehyung, en aquel día gris, simple y frío, nuevamente iluminado por luces alegres y danzantes, al siguiente año. Fue todo lo que necesitó al ver sus manos pintadas de rojo, el suelo húmedo y su hermana llorando por alguien que ya no respiraba al lado del pequeño árbol de Navidad que habían comprado con parte del sueldo de ella.

Namjoon lo salvó y él siempre se mostró decidido a agradecerle.

Taehyung destruyó y renovó toda su miserable vida, en un impulso de sus emociones encerradas y calladas, a tan solo siete días para año nuevo. Qué irónico.

Todo va a estar bien, cachorro. Había dicho con una sonrisa de hoyuelos cálidos.

Le gustaba tanto llamarlo así. Taehyung lo amaba también.

—Te ves tan hermoso, cachorro, mírate.

Y Taehyung cumplía con todo lo que se le dijese. Su cuerpo rojo y sensible frente al espejo grande junto a su cama; labios hinchados, cabello desordenado, sudor recorriendo largas distancias y, lo mejor de la vista: hilos de sangre cayendo de su cuerpo inclinado sobre las sábanas azules bajo de ellos.

A Namjoon le gustaba dibujar en su cuerpo con el cuchillo con el que apuñaló a su padre alcohólico aquella noche de Navidad. Y Taehyung amaba sentir la punta afilada de este presionando contra su carne húmeda y suave.

—¿Te gusta el olor a sangre? ¿Te recuerda a la del hijo de puta de tu padre? —susurraba Namjoon en su oído mientras embestía contra él, sacándole gemidos altos y profundos a Taehyung, quien apretaba entre sus manos las sábanas húmedas y manchadas.

—M-me gusta mucho, mhg. —Le faltaba el aire, lloraba entre gemidos de dolor y añoranza. El filo del cuchillo frío contra su piel lastimada.

Namjoon fue la perdición de Taehyung, en aquel soleado, desordenado y ruidoso veintinueve de diciembre, un año después; a tan sólo horas de su cumpleaños. Fue todo lo que necesitó para volverse loco, desastroso y perdido.

—Estarás mejor sin mí, Taehyung. Lo hago por tu bien —había dicho, con aquellos mismos malditos hoyuelos que ya no le transmitían calma al corazón y cabeza de Taehyung.

—¿Por qué me estás dejando? ¡Puedo ser bueno! ¡Seré bueno, lo prometo! —fueron las súplicas que gritó Taehyung, como respuesta, de rodillas frente al hombre que logró repararlo y destruirlo con solo un chasquido de dedos.

—No hagas esto más difícil, cachorro. Prometo volver, pero ahora debo irme. —Sonrió sin saber que Taehyung ya sabía que nunca más volvería.

—Mientes, mientes, mientes. Mentiroso, mentiroso. Solo sabes mentir.

—Te quiero, mi Taehyungie —susurró con pesar.

El corazón inexistente de Namjoon dejó de latir en aquel momento, pero ya había cometido demasiados errores y pecados con un alma que solo quería dejar de sufrir.

Y se desvaneció. Tal como llegó a la vida de Taehyung, se fue. Entre sus huesudos dedos, como los granos de arena que recogió de un inolvidable y único paseo a la playa con su hermana desaparecida y su padre muerto años atrás. Como el helado favorito derretido en su boca a los seis años, como la sangre que se iba con el agua caliente que Namjoon siempre preparaba para limpiarlo. Tan fugaz.

Pero Taehyung prefería dejar de respirar antes que vivir con el recuerdo atormentado de Namjoon.

Y el de su hermana, que siempre trabajó por él.

Y el de su padre, que dejaba ver su rostro deforme en los sueños de Taehyung, mientras este dormía entre los brazos fuertes y seguros de Namjoon.

Taehyung podría soportar más cortes, más golpes, más noches dejando usar su cuerpo como a él se le diera la gana. Podría soportar eso y más. Excepto perder el calor con el que Namjoon rodeaba su corazón con besos suaves, palabras alentadoras y sonrisas infinitas con hoyuelos.

Todo, excepto eso.

Eran las once con cincuenta y cinco minutos cuando Taehyung pasaba por el puente encima del río Han, con la cabeza baja, lágrimas borrando su camino y temblores afectando su andar.

Eran las once con cincuenta y ocho minutos cuando Taehyung respiró y observó el cielo nublado por la luna llena, estrellas, luces y juegos pirotécnicos.

Dieron las doce cuando las personas a su alrededor lanzaron gritos de horror.

Eran las doce con un minuto cuando Taehyung separó sus labios secos y maltratados y dijo al aire sus últimas palabras antes de dejarse caer al vacío azul y frío.

—Feliz cumpleaños a mí, Namjoon.