Un día de lluvia más

Ella estaba caminando por una estrecha calle. Lo que ella ignoraba es que alguien la estaba siguiendo. 

Secretamente, un hombre la espiaba. Él, tenía gran interés en averiguar a donde ella se estaba dirigiendo. Pero ella no lo noto gracias al mal clima; a la lluvia que eminentemente cubría el cielo de un color oscuro, que hacía parecer que no existían más colores que el negro y el gris.

Ella era solo una estudiante universitaria, joven e inteligente. Era alguien sumamente callada, que apenas era percibida por las personas de su entorno, pero a la vez era alguien en quien se podía confiar ciegamente. 

El hombre era completamente opuesto. Deshonesto, prácticamente por profesión, viejo, por consecuencia del tiempo y tonto, en temas generales. Pero ambos tenían algo en común, lamentablemente. Él, como ella, podía ser muy silencioso, causando que nadie note las horribles cosas que hacía o planeaba hacer .

Si ella hubiera apurado su paso al menos un poco, nada de lo que sucedió a continuación hubiera sucedido. 

El mayor en un movimiento acertado, la llevó a un callejón sin salida. En sentido figurativo y concreto.

Ella empujo y empujo en un intento desesperado de escapar. Era prácticamente imposible. No era lo suficientemente fuerte. Pero como les dije anteriormente, ella era inteligente y el no. En un momento en que el hombre que la tenía acorralada corroboraba que nadie podía descubrirlo in fraganti, ella le patio la entrepierna e instantáneamente su costado izquierdo dejándolo sin aire, dándole la perfecta oportunidad de correr. De correr tan rápido como le fuera posible. Oportunidad que no dudo en aprovechar. 

La joven, vio una chance; una puerta que comunicaba con un edificio. Con suerte, alguien que haya estado allí podría haberla ayudado. Ella movió sus piernas como si fuera la última vez. 

Una vez adentrada en la misteriosa construcción, cerró la puerta  y se apoyó en ella tratando de regular su respiración. Segundos después, escuchó unos pasos jadeantes provenientes de atrás de la puerta, para luego oír la risa más retorcida existente. Pero no fue lo único que la puso alerta, un sonido de un metal cayendo al piso la hizo cambiar su atención de lugar.  

El hombre nunca más la volvió a ver...

Bueno, en realidad, nadie volvió a verla nuevamente.