Terapia de pareja

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- ¿Tienes un minuto para que hablemos?

- Mi vida, si es para discutir otra vez... - empezó a rebatir Natalia, visiblemente cansada-.

- No. Quería decirte que al final me he decidido a buscar una terapeuta, de hecho he pedido cita para que vayamos hoy mismo.

- ¿De verdad? - cuestionó Natalia con una tímida sonrisa-.

- En serio. Seguro que con un poco de ayuda podemos volver a ser las de antes. Ya lo verás, mi amor - afirmó la otra dejando un pico en sus labios-.

- No sabes cuánto me alegra escuchar eso - susurró Natalia, refugiándose en su abrazo como hacía tiempo que no sucedía-.

La pareja recorría horas más tarde los pasillos de un edificio lleno de oficinas, hasta llegar a la recepción de la clínica psicológica.

- Buenas tardes, teníamos una cita ahora, a las cuatro. Soy Alicia Muro.

- Alicia - repitió la secretaria con la mirada fija en el ordenador-. Hoy a las cuatro. Correcto. Pues ya pueden pasar, la doctora las está esperando.

- Perfecto, muchas gracias.

Alicia tiró de la mano de Natalia para dirigirse a la consulta indicada y entrar, tras golpear la puerta.

- Hola, ¿Alicia? - se aseguró la psicóloga antes de tenderle la mano para presentarse-. Soy Alba Reche, vuestra terapeuta.

- Encantada, Alba. Ésta es Natalia, mi mujer.

Pero Natalia no había escuchado absolutamente nada que viniera después de "Alba Reche". Ni siquiera había movido un músculo desde que se había fijado en quién era la psicóloga.

Y a Alba Reche le pasó lo mismo en cuanto dirigió la mirada a su otra paciente. Por suerte, ella tenía la mano extendida a modo de saludo, pasando su bloqueo más desapercibido.

- ¿Nat? - la llamó Alicia, haciéndola volver a la tierra-. Ella es Alba, la psicóloga.

- Sí, sí, perdón. Encantada - le estrechó la mano, forzando una sonrisa-.

- Perdona a mi mujer, llevamos mucho tiempo pensando en dar este paso y estamos un poco nerviosas, ¿verdad? - explicó rodeando con su brazo la cintura de la morena-.

- No os preocupéis. Los nervios son totalmente normales al principio - la relajó Alba, de vuelta en su papel-. ¿Nos sentamos y me explicáis la situación?

- Bueno, el problema entre nosotras viene principalmente de mi falta de tiempo - empezó a relatar Alicia-. Soy periodista, mi trabajo me exige estar disponible prácticamente las veinticuatro horas del día y eso nos ha perjudicado.

- ¿Siempre ha sido así?

- No - intervino Natalia, tras aclararse la voz-. En los cinco años que llevamos juntas nunca ha habido problemas hasta que a Ali la ascendieron a un nuevo puesto que exigía unos horarios más complicados hará un año y algo...

- Bueno, no sólo es por mi ascenso - la cortó la pelirroja-.

- Pero si lo has dicho tú, que estamos mal por tu falta de tiempo.

- Bueno, y también porque en vez de apoyarme, alegrarte por mí e intentar adaptarte a mis horarios parece que te moleste que mi vida profesional sea la que siempre he querido.

- ¿Cómo puedes decir eso? - se molestó la morena-. Siempre he estado orgullosa de ti y he estado a tu lado en todo. Lo sabes.

- Pues no se nota.

- No, es que tenemos unas prioridades y tú no sé si eso lo tienes muy claro.

- ¿Me estás insinuando que mi hijo no es mi prioridad?

Te guardo | Albalia (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora