Prólogo

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—Taco... ¿por qué me muestras esto?
—¿El qué?
Giselle titubeó por unos segundos. Se preguntó si sus sospechas eran ciertas o si su hermano dejó ese folleto sin algún fin macabro. Decidió que su hermano definitivamente era macabro.
—No te hagas el tonto conmigo. ¿Por qué querías mostrarme este folleto de tu aplicación?
Giselle señaló el folleto en su mano que Plutarco había dejado "sin querer" en la mesa del comedor. Los dos tienen sus rutinas y los dos se conocen de toda la vida... obviamente él sabía que ella lo vería al momento de acercarse por la manzana de la mañana, independientemente de lo dormida que ella estuviera.
—Ah... eso. Solo quería que lo vieras y me dijeras qué opinas... solo eso.
Taco intentó ocultar su creciente sonrisa pero ya era tarde, ella la alcanzó a notar y no estaba contenta.
—No la voy a utilizar.
—¡¿Por qué no?!
—No es para mi.
—Prácticamente diseñé el folleto solo para ti.
—No quita el hecho de que no la voy a usar.
Taco hizo un ligero puchero y se mordió el labio en señal de berrinche, cosa que ha hecho desde su infancia y solo saca en su casa, en la comodidad y seguridad que esta le brinda. Este pensó un momento y después habló.
—Dame tres razones por las que no la vas a usar.
—Ya vas a empezar con tus "Tres razones". Siempre te las doy y aun así no me dejas en paz.
—Pero esta vez lo voy a hacer... si me las das, claro está.
Giselle pensó y encontró las tres razones fácilmente, pero ahora dudaba si estas eran suficientes para él... o para sí misma. Empezó a sentir como una ligera curiosidad nacía en una pequeña parte de su cuerpo, la cual empezaba a crecer con el paso de los segundos y empezó a pensar: "¿Y por qué no?"
Después de un momento de silencio entre los dos en el que Taco miraba expectante y Giselle lo hacía esperar por gusto, declaró indiferentemente:
—Bueno.

Querer sin dañarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora