Capítulo VII

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Henry: Babaji, tenemos que fijar la fecha de la boda

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Henry: Babaji, tenemos que fijar la fecha de la boda.  — decía el castaño.

Babaji: Claro, primero veamos… que dicen las cartas astrales. — agarró ambos pergaminos, el de Sehun y el de Tao, los entrecruzo leyendo en los pergaminos para así designar el día propicio. Su rostro se puso serio y miro fijamente al castaño a su lado. — La boda no puede realizarse, no hay momento propicio. Hay un aura extraña sobre Tao y hasta que eso no cambie no podrán casarse — le dijo.

Henry: ¿Y el mes próximo? — se aventuró a preguntar.

Babaji: Tampoco se podrá el mes próximo… el matrimonio de Tao no puede ser fijado hasta diciembre. — aseguro firme el mayor.

Ahora ¿Qué les diría a su hijo y a su prometido? Tenía un mal presentimiento de todo esto, ¿Qué era esa aura que decía el monje? Puso una mirada triste y preocupada por su hijo en especial. Debía dar la noticia a todos.

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Leeteuk: Dios escucho las oraciones del niño — les dijo a los mayores mientras miraba al doncel — La boda de Tao fue retrasada hasta nuevo aviso — les dijo sonriendo, ahora sabía lo que podía hacer. Les diría lo que querían saber solo porque su corazón le decía que debía hacerlo porque era lo mejor para su querido pandita, aquel que era como su hijo. Solo esperaba que todo terminara bien para todos.

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Babaji ya había dado el veredicto a los prometidos y a la familia de ambos, no podían hacer nada más al respecto, esa era la tradición de su país era como se hacían las cosas allí. Babaji leía los pergaminos con los horóscopos de las parejas que decidían unir sus vidas para decirles el día correcto en la que las estrellas favorecerían su unión.

Ahora el bello doncel se encontraba en su alcoba quitándose los pendientes y el broche del cabello, cuando miro su muñeca diviso las dos pulseras que tenía, sonrió tenuemente al verlas de una u otra manera ambas tenían un significado parecido pero a la vez tan diferente, ambas representaban a dos personas muy especiales. Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que dio un brinco del susto cuando su omma entro a la habitación, lo observo tranquilamente cuando se acercaba hacia la cama donde estaba sentado él, vio cómo se sentaba a su lado sin decir nada, solamente lo miraba en silencio eso lo estaba poniendo un poco incómodo.

ZiTao: ¿Q-que sucede? — sonrió algo nervioso por la mirada de su omma.

Henry: Tao, hijo, quiero que me respondas algo  — le dijo el doncel, tomando ambas manos de su hijo entre las suyas  — Pero quiero que me respondas con sinceridad ¿de acuerdo?

ZiTao: Esta bien omma  — le sonrió con tranquilidad dejando de lado el extraño presentimiento de que no le agradaría la pregunta.

Henry: ¿Estas feliz, hijo?  — pregunto serio el doncel mirando fijamente los ojos de su hijo. El pelinegro lo miro algo desconcertado, no sabía que debía responder exactamente a esa pregunta tan inesperada.

Kuch Kuch Hota HaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora