Querido Diario:
Estas cadenas cada día son más pesadas. Las oigo rugir a cada paso que doy. Cada pequeño movimiento es marcado por el cruel tintineo de los grilletes atados a mis tobillos.
Sin embargo, cada día, desde la oscuridad de mi celda, la veo a ella.
Es alegre, hermosa y alta; tan alta... desearía que no lo fuera tanto, así podría alcanzarla más fácilmente, rozar su mejilla con la puntas de mis dedos y besarla.
Cuando llora parece que su luz parpadea, y cuando ríe es tan brillante... Su sonrisa resplandece.
Es sin duda la más hermosa de todas. ¿Cómo podría alguien como ella enamorarse de un preso como yo?
-El problema no es que estés preso- me dijo un lado de mi mente que había apartado hacía ya mucho... Se hacía llamar "cordura" -El problema es que solo los locos se enamoran de las estrellas.
Era cierto, pero...¿Qué importaba eso? No era libre, pero era feliz...muy feliz. Pues no hay loco más dichoso que aquel que deja atrás su cordura...y sueña.