Capitulo 3
Era la mejor mañana de mi vida. Había tenido una noche maravillosa, mi historia de amor había comenzado con un muchacho atento y dulce. Nunca había sido tan feliz en Hogwarts, me levanté cantando, cepillé mi cabello, me sentía tan afortunada. Mientras desayunaba en el Gran Comedor, no veía a Archie por ningún lado. Pensé que estaría practicando Quidditch o se habría quedado dormido, nos habíamos ido a dormir tarde, a decir verdad.
Cerca del mediodía, ví a Cedric y su grupo de amigos en el patio de la Torre del Reloj, toqué su hombro y le pregunté si podía hablar con él. –Cedric, ¿sabes donde está Archie? ¿Debería ir a buscarlo al campo de Quidditch? Tengo que decirle algunas cosas y además...-
-¿De quién hablas? ¿Quién es Archie? – Por un segundo mi corazón paró, luego me dí cuenta que debía ser una broma, o que tal vez él todavía no sabía lo que había pasado la noche anterior. –Tu amigo, Archibald. Anoche nos divertimos mucho y...- Volvió a detenerme en seco. –Niña, yo no tengo un amigo llamado Archie- Me miró como si creyera que hubiera visto una lunática y se alejó sin dejar de mirarme.
No tenía aire, no podía entender, mi cabeza no podría haber inventado todo eso por sí sola. ¿Dónde te busco, Archie? ¿Por qué tu amigo actúa como si no existieras? Fui corriendo hasta el campo de Quidditch sin encontrarlo, luego pasé por la cabaña de Hagrid a preguntarle sobre él, pero no estaba en casa, sólo estaba Fang durmiendo en la puerta. Me acerqué al pasillo de la cocina, buscando la sala común de Hufflepuff. Caminé el pasillo de principio a fin alrededor de 4 veces pensando si debía entrar o no. –Lo haré. Él lo haría por mí- me convencí. Busqué una pila de barriles, golpeé el segundo barril de la parte inferior, en medio de la segunda fila, hasta que el barril abrió la tapa, dejando al descubierto un pasadizo que lleva al sótano donde está la Sala Común de Hufflepuff. No hace falta aclarar que toda aquella información me la había dado Archie la noche anterior. Cuando llegué, por supuesto había gente, y por supuesto la prefecta me sacó de inmediato. - ¡Espera, por favor! Es que estoy buscando a alguien que no puedo encontrar. ¿Has visto a Archie? - le rogué. –Debes estar jugando. No hay ningún Archie en Hufflepuff. No sé qué es lo que intentabas robar de aquí pero vete ya o llamaré a Dumbledore. Enseguida iré a hablar con McGonagall para que te quiten puntos. –
-¡Dumbledore, eso es! – recordé. El era el director, conoce a cada estudiante del Colegio, y además el no se uniría a la estúpida broma que todos me estaban haciendo. Mientras caminaba a la oficina del Profesor, resolví que tal vez él no había sentido lo mismo que yo la noche anterior, tal vez el me imaginaba distinta y simplemente no le gusté, y ahora no quiere que lo encuentre, pero ¿por qué arrastraría a tanta gente, cuando simplemente podía decírmelo y yo no iba a molestarlo? Cuando llegué a la puerta de la oficina, me detuve dos segundos y respiré profundamente.
-Permiso, profesor. ¿Tiene un minuto? – dije despacio mientras entraba. El profesor levantó su cabeza y acomodó sus gafas.
-Oh, Lila, que bueno verte. Oí tus grandes avances en la clase del profesor Flitwick y quería felicitarte personalmente. – dijo amablemente.
- Mm, sí, gracias profesor. Me gusta como enseña el profesor Flitwick. Pero en realidad, venía a hacerle una pregunta. – El profesor sonrió y asintió con su cabeza mientras se apoyaba en el respaldo de su silla.
-Me preguntaba si aquí en Hogwarts hay algún estudiante llamado Archie. Archibald Belfort. – pregunté tan desesperada que podría haberme arrojado al piso a llorar. -Archibald dices... Curioso, el único estudiante que he tenido con ese nombre asistió a Hogwarts hace 24 años. Y fue expulsado por utilizar magia repetidas veces fuera del castillo y frente a muggles. ¿Por qué lo preguntas? Si puedo saber. – Me recorrió desde los pies un frío helado que paró a la altura de mi pecho y se quedó instalado ahí.
- Porque yo lo conocí, lo ví, yo... ¿Podré estar volviéndome loca, profesor? – le dije angustiada.
- No lo creo, Lila. Puedes estar bajo muchas presiones. Hablaré con la profesora McGonagall para que te dé un poco más de tiempo para hacer la monografía que les pidió para la clase de Transformaciones. Y si necesitas tomarte unos días para ir a casa, házmelo saber. – dijo mientras se acercaba a mí y me miraba con dulzura.
El peso en mi pecho se hacía cada vez más sofocante mientras caminaba hacia la Sala Común de Ravenclaw. En el camino, me crucé a mis amigas Anna y Ellie, me invitaron a Hogsmeade a pasar la tarde con ellas, sólo las miré desamparada y seguí caminando. Me acosté en mi cama esperando despertar de esta pesadilla. Ya no quería pensar más, no quería resolver qué estaba sucediendo, sólo quería que todo pasara.
Cuando desperté era de noche, y supuse que todos estarían cenando, pero yo no podía ni pensar en comida. Volví a cerrar los ojos y de repente mi gato soltó un fuerte maullido. Me senté rápido en la cama, y ví en la cama de enfrente una lechuza, esta vez color marrón, con un papel en su boca. Lo dejó sobre mi cama, y se fue por la ventana. Tomé el papel, lo abrí, y estaba vacío, sin ningún mensaje dentro. Comenzó a flotar sobre mis manos, y en un segundo se rompió en dos, cada una de las partes se transformó en algo parecido a unas garras que de golpe estaban en mi cuello, intentando ahorcarme. No podía quitármelo con mis propias manos, miré alrededor mientras me quedaba sin aire y tomé el frasco con la rosa que estaba sobre mi mesa de noche y mi arrojé el agua al cuello. El papel se mojó, se deshizo y cayó al piso. Mi gato y yo nos mirábamos anonadados. ¿Está Archie tratando de matarme? ¿Tan mal pude haberle caído? La mañana siguiente, fui a la biblioteca, y busqué por horas entre los libros hasta que encontré una Poción Despertadora, para mantener a mi gato despierto por las noches para que me defendiera de algún otro mensaje asesino. Era una poción fácil, asi que fui al salón de Snape, saqué a escondidas los ingredientes, y me metí en el cuarto de las escobas a prepararla. Dos noches más tarde, volvió a llegarme un mensaje a través de la lechuza color marrón. Me despertaron los maullidos de mi gato. Esta vez el papel, sin que yo lo tocara, se abrió y voló hacia mi cara, tapándome por completo la respiración. Mi gato subió a la cama, me araño la cara y quitó el papel. La poción salió evidentemente bien, porque si no mi gato hubiera estado totalmente dormido.
Al día siguiente, fui a la cabaña de Hagrid a contarle lo que estaba pasando para pedirle ayuda. Me dijo que, lejos de creer que yo estaba loca, él pensaba que tal vez la persona que quería hacerme desaparecer había empezado todo desde el principio, había cambiado su apariencia a la de Archie con una poción multijugos o algo por el estilo.
-Yo no dejaré que te pase nada, Lila. Eres mi amiga. Ven conmigo – dijo Hagrid – debo ir a Hogsmeade a recibir un huevo de lagarto cantonés de tres patas que trae para mí un viajante. Luego te invitaré una cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas para subir tu ánimo. – El día estaba helado y no dejaba de nevar, pero el estar con Hagrid me hacía sentir reconfortada. Mientras caminábamos por Hogsmeade me contó sobre sus criaturas y sobre lo que pensaba hacer en sus vacaciones. Pasábamos por la puerta de Borgin & Burkes cuando vimos salir a Draco Malfoy. Sin mediar otra palabra, buscó en su bolso una caja y extendió su brazo hacia mí: -Toma, necesito que le entregues esto a Dumbledore. – dijo imperiosamente. Saqué la mano de mi bolsillo para tomarlo, Hagrid se puso frente de mí y dijo: -Ella no es tu lechuza, Malfoy. - Draco hizo su típica cara de desprecio y se alejó. Seguimos caminando, y encontramos al viajante amigo de Hagrid. Éste le entregó el huevo de lagarto cantonés de tres patas, era precioso, muy redondo y de color cobre con hilos verdes alrededor. El señor le dio unos cuantos consejos de cuidado del lagarto, y luego seguimos nuestro camino a Las Tres Escobas, cuando de repente escuchamos un sórdido grito. Hagrid, que pensó que podía estar en peligro por todo lo que me estaba pasando, me tomó del brazo, me escondió dentro de su abrigo y nos metimos tras un árbol. Vimos a Harry, Hermione y Ron de espaldas, y unos metros delante de ellos, vimos a Katie Bell, levitando en el aire, con el Collar de Ópalo maldito.
Esa tarde, busqué a Harry para que me cuente lo que había pasado con Katie. Al principio, intentó disimular diciéndome que él no sabía nada y que no había estado allí, pero le dije que yo misma lo había visto todo, sólo que estaba escondida, por eso ellos no habían podido verme a mí. Me explicó que el Collar de Ópalo contenía la maldición Imperius, y mataría a quien lo tocara instantáneamente, pero como ella sólo lo había tocado a través de un pequeño agujero de su guante, no murió, aunque pasó la mayor parte del año en el Hospital San Mungo.
Pasó algo de tiempo, el primer semestre terminó, y era hora de ir a casa para Navidad. Aunque ya no había recibido más mensajes extraños, sencillamente no tenía ganas de ir a casa y tener que fingir alegría frente a mi familia, porque no me sentía feliz. Sentía que estaba completamente loca. Por un segundo pensé que alguien podía quererme, que había encontrado a alguien con quien me sentía flotar, pero no. Todo eso desapareció junto con esa persona y todo recuerdo existente de él dentro de Hogwarts. Dije a mis padres en una carta que tenía muchísimo que estudiar y tareas atrasadas, que me quedaría en el colegio y en cuanto tuviera unos días libres iría a verlos. Hogwarts es tan tranquilo cuando quedamos pocas personas dentro. Podía ducharme todo el tiempo que quisiera y podía comer todo el pudín que quisiera. Pero seguía sintiéndome triste, pensaba en cómo seria si Archie, ya fuera real o inventado por mi mente, estuviera allí conmigo y todo lo que compartiríamos. Una noche, sentía que debía olvidar esto y seguir con mi vida, entonces junté todo mi valor y subí a la Torre de Astronomía. Miraba las estrellas cuando comencé a sentir ruidos de pasos muy lentos, como si alguien estuviera intentado no hacer ruido. Despacio saqué mi varita de mi manga, respiré profundo y me di vuelta apuntando con mi varita. Veía una figura. -¿Qué quieres? ¡Lumos!- grité y la punta de mi varita se encendió.
-Lila, soy yo. – Cuando vio cómo yo lo miraba, supo que yo si lo recordaba. Yo si sabía quien era. Archie soltó una lágrima que brilló en su cara, y corrió a darme el abrazo más apretado que me han dado.
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Los que quedamos detrás de Harry Potter
Fanfiction¿Alguna vez se han preguntado qué pasaba en Hogwarts mientras Harry Potter y su séquito trataban de vencer a las fuerzas oscuras? Pasaban demasiadas cosas. Y algunas mucho más oscuras. Un mago y una bruja, mensajes mágicos, mortífagos entre nosotros...