Capítulo 1

9 0 0
                                    

—No quería llegar a esto... Yo te amaba... Pero me obligaste... ¡Tú me obligaste!... ¡Tus ideas me obligaron a matar a la persona que más amo!

—Señor Pinochet...

—Déjenme sólo...

—Señor Pinochet, tiene que dar el aviso...

—¡Déjenme sólo!...

Ahora que veo tu frío cadáver, me arrepiento de haberte mandado a matar. Pero no me arrepiento de mantener las razones del porqué lo hice. Me rompiste el corazón por última vez, Salvador Allende.

Te lo advertí, te pedí a gritos que dejaras tu puesto, lloré tu porfía y tu fiebre marxista. Te amé a pesar de ello.

Ahora sólo me quedan tus recuerdos. Las tardes en bicicleta.

-¿Vamo' a webiar al río Mapocho? - Sonreíste entusiasmado. Aquel día estaba cansado, pero al mirarte me resultó imposible decirte que no. Pasamos por las sucias poblaciones callampas, esas que estaban pasadas a excremento.

-Oye... Está pasao' a pico...

-Yapo Augusto... Si viven con lo que pueden... Tení' que entenderlos nomás... - Pero jamás comprendí del todo. De hecho, me sorprendía y enamoraba aún más tu forma de ver las cosas. ¿Cómo podías sentir lástima de flojos comunistas? ¿Cómo lograste siquiera entender el lengüaje de esos mandriles sin educación?

En ese caluroso día de verano, al llegar al río mapocho en bicicleta y después de aquella conversación, me encontré absorto en los pensamientos de la vida, en cuestiones como el mal olor y en si la criada de la casa seguirá evadiendo el trabajo diciendo que tiene cáncer, resultó tenerlo, pero no son razones para dejar de trabajar.

—Oye Augusto - Tus ojos me sacaron a flote del mar de mis pensamientos

-¿Si? ¿Qué pasó?

-¿Qué querí' ser cuándo seai' grande? - Me puse nervioso. ¿Le interesa mi futuro?

-Quiero irme pal ejercito... - Intenté sonar maduro

-Aaah... Estoy seguro que llegarás al rango más alto por tus habilidades y no porque tus papás tienen dinero para sobornar hasta al más alto cargo...

-No ná' que ver

-Igual que con una que otra chupadita que llegai arriba... - En ese momento recuerdo haberme puesto nervioso, pensé que me habías descubierto. Pero no fué el caso -Si es broma oh... Te cambió la cara altiro...

-Mierda... ¿Y tú, que querí' ser cuando seai' grande?

-No sé... Pero quiero hacer diferencia... Que me vean en la calle y digan este hueón es Salvador Allende po'... ¿Entendí'? - Tú para mí hiciste la diferencia desde el primer día, lo recuerdo como si fuese ayer.

-Queridos estudiantes, tienen un nuevo compañero de curso... Su nombre es Salvador Allende- El profesor apuntó al joven de cabello oscuro y ojos detrás de unos lentes que le hacían ver intelectual.

-¡Conchatumare ta' entero rico! - Grité, se me salió.

-¡Pinochet culiao' gay! - No me había dado cuenta y había comentado eso con la compañera que se sentaba al lado mío -¿Qué wea?

-Puta pensé en voz alta hueón...

-Te recuerdo que el Allende es miope, pero no sordo ahueonao' el culiao' de seguro te escuchó y se hace el hueón nomás - Más tarde ese día hablé contigo, resultaste ser algo ciego, un poco sordo, pero sobre todo hueón, ya que no escuchaste nada de lo que grité y por lo que en ese momento todos me molestaban

-¡Pinochet culiao' hueco!- Me gritó el Marcos saliendo de la sala al momento de sonar el timbre para el recreo, justo después me levanté y comencé a mostrarle el colegio a Salvador con molestia

-¿Por que te gritan eso?- Me preguntaste, tus bellos ojos tras esos dos potos de botella a los que llamabas anteojos me calmaron. Pensé mi respuesta por un minuto entero, pude defenderme, pude hacerlo por mucho tiempo, pude detener todo el bullying que recibí, pude haber gritado a todos que el Marcos se dejaba tocar el poto por el profe de Historia cuando todos salían de la sala, pero no lo hice, porque en el fondo sabía que era verdad. Yo era bien hueco.

-No te pongai así Augusto, a mi no me molesta...- Ante esa respuesta te miré con atención y asombro -El amor es amor y si me llego a enamorar me da lo mismo si va a ser wacho o mina...

Me detuve frente a ti y te miré a los ojos con incredulidad, cuando me miraste de vuelta, sentí verte realmente, sentí ver al joven de cabello corto, con miopía y astigmatismo, que solo está esperando a ser amado realmente, y casualmente yo puedo darte ese amor.

Nunca quise que acabara ese momento, sólo dos jovenes viéndose a los ojos durante minutos hasta que pestañaste.

-Aaaaaagh Augusto culiao weno pa la guerra de miradas... Bueno sigueme mostrando el colegio.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Capitalismo Social, Un Amor Imposible | Pinochet X AllendeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora