Paul sonrió, fue entonces que mi corazón comenzó a tranquilizarse.
"¿Seguro está bien, Niño Paul?" pregunté, llamando su atención.
Él dejó de mirar las estrellas, asintió y cruzó sus piernas sobre el pasto. Luego me miró a los ojos, y pude percatarme de su encanto y alegría, impulsados a través de sus cachetitos abultados junto a sus tiernos ojos hazel que parecían brillar más que la Luna.
"Sí, Johnny." afirmó con una tenúe risita. "Yo quería estar contigo."
Paul colocó su cabecita sobre mi hombro derecho; empezó a jugar con sus manos y pronto soltó un estornudo, acción que logró preocuparme.
"¿Por qué si decidió seguirme, no trajo consigo algún abrigo?" le pregunté, con cierta molestia.
De forma disimulada, logré colocarme los guantes, para darle calor a sus brazos al fortarlos débilmente. Paul levantó los hombros y frunció sus labios; yo lo miré con desaprobación.
Acto seguido, me removí sobre mi lugar para colocarme de pie y poderme quitar mi gabardina de piel fría. Paul imitó mi acto, al tiempo que adoptaba un semblante confundido.
"¿Qué haces, John?" musitó a los pocos segundos. Yo continué hasta dejar la prenda de ropa fuera de mi cuerpo, para seguidamente, colocarla alrededor de sus hombros. "¡No! Hace demasiado frío, podrías enfermar, Johnny... Además, yo estoy bien: tengo mi suéter térmico."
Sonreí ante su intento de convencimiento.
Me encogí hasta quedar en cuclillas frente a él; luego me apresuré a vestirlo de manera adecuada. Paul no se opuso; más bien se mordió la mejilla derecha y miró atento mis movimientos con una pequeña mueca de disgusto sobre sus comisuras.
Me di cuenta de que él era consciente de que había hecho mal en un día tan importante. Incluso yo, estaba muy preocupado por él... Sabía que su madre le pondría un castigo realmente efímero.
Paul estaba en problemas y muy serios.
Aún no entendía por qué teniendo una fiesta ceremonial por sus diez años cumplidos, él abandonó a sus invitados reales tan sólo por estar aquí; en la colina cerca del bosque donde yo solía recoger frutos para sus tartas de arándano.
"Johnny... ¿Te has enojado conmigo?" Paul musitó, en un leve susurro; casi temiendo que el sonido de su voz, llegara a mis oídos. "Es así, ¿verdad?"
Yo negué. Traté de evidenciar mi respuesta con un suspiro y la angustia a través de mis ojos castaños.
Recordé el inicio de la semana. El organizador financiero de la propiedad McCartney organizó cada ganancia, de modo en que se pudiera contratar colaboradores para la fiesta ceremonial de Paul.
Cada persona acudía a mí, y eso era por una obvia razón: yo conocía específicamente los gustos y disgustos del niño a quien festejarían; no sus padres, no sus amigos... Sólo John Lennon, el mayordomo.
"¿Es cierto que el joven McCartney prefiere el azul por sobre todo?" me preguntó el responsable de cambiar los colores que harían contraste en la decoración principal del palacio.
"No cualquier azul." respondí, al mismo tiempo que doblaba sus suéteres vino tinto; aquellas de tela holgada que él solía utilizar para dormir. "Le gusta utilizar turquesa para combinar sus camisetas con pantalones; sin embargo, él prefiere el azul ópalo para las cosas materiales."
"John, eso es admirable." Jeff me sonrió. "Utilizaré ópalo. Te lo agradezco."
Asentí. Jeff salió por la puerta de la habitación de Paul, con el rostro relajado. Seguramente, estaba seriamente agradecido conmigo; ya que los jóvenes padres del festejado real, habían pedido que no me entrometiera en la ceremonia ni ofreciera mi ayuda a los responsables de las demás actividades.

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More Than a Butler |McLennon|
FanfictionEra su mayordomo... Lo conocí en cada forma que me era posible; nadie podría amarlo tanto como yo. Es lo único seguro que tengo en la vida.