7.POSEIDÓN

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12 de noviembre de 2019, Islas Griegas
La cueva. Debajo de la isla, pero abierta al mar. Desde la playa Natalia la veía perfectamente. Se encontraba semioculta entre los árboles. Estaba prohibido bajar allí y si la pillaban se la cargaba, pero la curiosidad era demasiado grande.
Los bomberos en ese momento se encontraban recogiendo. Ante la fallida búsqueda del cuerpo de Alba no les quedaba más opción que volver a Atenas.
Esa misma tarde volverían allí y luego cada uno se iría a su país. Aunque para eso todavía faltaban algunas horas.
Cuando los bomberos de fueron Natalia pasó a la acción. La entrada de la cueva era muy amplia, de unos diez metros de alto y unos cinco de ancho. Enfrente de la entrada había una laguna de escasa profundidad y aguas transparentes. Más allá de la laguna y sobre un risco, mirando al mar, se encontraba el templo.
Natalia recorrió el cinturón de arena que rodeaba la laguna y subió por el risco hasta llegar a la entrada del templo. No era de marmol, sino de piedra gris, un estilo muy propio de Europa Occidental. Igualmente, era mucho más elaborado que los típicos iberos.
Parecía que los celtas, los iberos y los griegos se hubieran puesto de acuerdo para construirlo. En su interior, había un altar con una estatua de oro encima. Pronto reconoció el dios al que se le honraba culto.
Poseidón.
Era un templo en honor al mar. Siguió investigando. Al fondo de la sala había una puerta, que daba a la más absoluta oscuridad. Era pequeña y cuadrada, con un marco de herradura, más propio de la época árabe. Natalia sintió como si la absorbiera, así que corrió, saliendo del templo. Tropezó en la entrada, cayendo de cara a la oscura puerta. Presa del pánico se levantó al instante.
Volvió a recorrer el cinturón de arena que rodeaba a la laguna y se paró en la playa a descansar.
Cuando ya estuvo más descansada volvió al campamento, al otro lado de la isla y cogió una linterna.
Volvió a la playa, pero esta vez no se dirigió al templo sino que a la cueva. Por su interior corría un río poco profundo y de aguas tranquilas, alimentado por la laguna, que se undía en las profundidades de la isla. Tenías dos orillas diferenciadas, de piedra gris. Natalia comenzó a caminar por una de ellas, la más próxima a la playa.
Era perfectamente consciente de que lo que estaba haciendo era muy imprudente, pero la curiosidad le podía.
Siguiendo el curso del río caminó un buen rato y para cuándo quiso mirar atrás no vio la entrada de la cueva.
Afortunadamente no había tomado ningún desvío, así que para salir simplemente tenía que seguir el mismo camino al revés.
Confiada siguió caminando, hasta que de pronto la cueva se ensanchó convirtiéndose en una enorme caverna.
El río en el ese momento desaparecía hacía un pasillo lateral, dejando una amplia explanada gris ante su vista
A Natalia le resultaba imposible ver todo el inmenso espacio con una sola linterna así que se dispuso a explorarlo, pero antes arrancó la hebilla de la linterna y la dejó en la entrada del camino al exterior de la cueva.
Observando las paredes pronto se dió cuenta de que estaban laboriosamente trabajadas. Múltiples dibujos y pictogramas situados de manera aleatoria habían sido grabados en otro tiempo. De todos estos, Natalia solo pudo entender uno.
"Requiem in peace"
La joven dió un paso hacia atrás asustada y de giró. Enfocando entonces al frente vio una construcción.
Un templo romano. El frontón era liso y la columnas sencillas. No tenía paredes y a través de las columnas de podía ver las paredes de la cueva.
La joven se dispuso a explorarlo.
En el centro de este, como en el otro, había un altar con una estatua de oro. De nuevo Poseidón.
Revisó detalladamente cada rincón, pero no vio nada más. Después revisó la caverna y con casi total seguridad pudo afirmar que era artificial.
Eso proponía un montón de preguntas más, pero Natalia no tenía tiempo de contestarlas.
Sino salía ya de allí, iban a comenzar a echarla en falta.
Volvió por donde había venido, salió de la cueva, cruzó la playa, dió la vuelta a la montaña y llegó al puerto, donde todos ya estaban recogiendo.
Se unió a aquella actividad y menos de una hora después salieron en barco hacia la península.
Allí se dirigió a la cubierta junto con su mochila. Sacó un pequeño libro. En su portada se leía: "Cuaderno de Viaje de Alba Reche"
En las escasas horas en las cuales había estado hablando con Alba antes de que desapareciera esta le había hablado exhaustivamente sobre sus viajes. Ahora tenía ganas de más.
Cuando Alba cayó al agua lo primero que había hecho había sido empujar a Damion contra las rocas e insultarle y lo segundo había sido bajar al campamento a coger algo de información sobre la rubia.
Lo mejor que había encontrado era eso y aunque al principio había estado un poco decepcionada, en ese momento estaba eufórica por leer eso.

10 de noviembre de 2019
He estado investigando con Miki sobre ese templo tan misterioso en las Islas Griegas y lo que he encontrado me ha resultado tan curioso como turbio. En el siglo XVII hubo una mina allí. Parece ser que debajo de la isla hay un yacimiento de oro.
Hasta aquí, todo bien. Lo que pasa es que un día mientras estaban trabajando en la cueva una tormenta hizo que el río que bañaba la cueva se desbordara e inundara la cueva por completo. Sin embargo, todos los mineros salieron eufóricos después de la tormenta diciendo que habían encontrado un templo en el interior de la cueva. Numerosos historiadores fueron allí a examinar el templo pero no encontraron nada.
Estoy deseando ir a esa cueva.

El cuaderno resbaló entre las manos de Natalia, que quedó helada.
Un capítulo revelador, eso es innegable.
Que os ha parecido?

ℚ𝕌𝕀𝕄𝔼ℝ𝔸//𝕆𝕋Where stories live. Discover now