13.GEA

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Como el domingo pasado no subí capitulo hoy subiré dos.
Julio de 453 a.C, Grecia
Solas y con solo una oveja como animal de carga Alba y Mimi habían comenzado su camino hacia la costa.
El tórrido sol amenazaba con fundir la piel de Alba, bastante clara, mientras que la fatiga por el largo e ininterrumpido camino, amenazaba con hacerla caer, para no levantarse nunca jamás.
De normal se levantaban antes del amanecer y con las estrellas como única luz comenzaban su camino por las montañas que rodean Esparta.
En el cielo, en un plano trascendental, un secreto se ocultaba y a veces, justo en el despertar, unas voces culpaban a Alba de querer escapar.
Al abrir los ojos sabía que un nuevo día comenzaba, aunque las estrellas todavía iluminasen el cielo.
Conforme se fueron más y más a la costa la intensidad de las voces aumentaban y aunque durante todo el viaje se las había conseguido ocultar a Mimi, la sacerdotisa descubrió su secreto un par de semanas antes de llegar al pueblo donde tomarían su barco.
Fue durante una noche oscura. En el cielo, las nubes grises tapaban las estrellas y la luna se veía tan solo como un pálido reflejo a través de la densa barrera gris.
El cuerpo de Alba estaba rígido y su temperatura corporal era extraordinariamente baja, pero ni siquiera ella misma era consciente de ello.
Soñaba con que era una noche estrellada, como la de las últimas semanas, y con qué caminaba por el monte.
Iba sola y en su mente no aparecía ningún recuerdo relacionado con Mimi ni con su deseo de volver a casa. Más bien no pensaba en nada, tan solo en avanzar.
Sabía que ese su única y genuina misión, la cual debería de cumplir, aunque no sabía porque.
No sentía tampoco nada, como si eso no fuera real, pero a su vez el miedo la atenazaba, de forma inexplicable.
De pronto una mujer vestida con una ligera túnica de verano apareció delante suya. Con voz calmada y profunda advirtió a Alba sobre los peligros de aquella tierra.
-Jovén, llevo observandote toda la vida. Creciste correteando por mis lares e ignorando mi existencia, pero eso ahora no importa. Ahora que ya eres adulta has sido enviada aquí a cumplir tu misión.
La versión vacía de Alba había mirado a la mujer sin mostrar ningún tipo de emoción, pero de pronto ladeó la cabeza en un movimiento brusco y pronunció una única palabra.
-Gea...
Cómo si esa fuera la clave para esclarecer esa extraña realidad, la verdadera Alba despertó, sudada, mientras hiperventilaba.
Cómo todas las mañanas al despertar de giró hacia el saco donde debía de estar Mimi durmiendo, pero no la vio.
-Alba. A ti te pasa algo y no me lo estás contando.
La chica volvió a su posición original y se encontró con Mimi, de pie pero encorvada hacia ella, que la miraba preocupada.
-Estoy bien-replicó Alba, con un hilo de voz, aunque supiera que no era verdad
Mimi se sentó a su lado y comenzó a interrogarla sobre todo lo que le había estado ocultando.
-Gea ha intentado hablar contigo, ¿verdad?
-¿La titanide? No lo sé. No me acuerdo de nada.
-Has pronunciado su nombre en sueños-susurró Mimi-Ha contactado contigo y aunque ahora mismo no te acuerdas de eso, te acordarás. Tarde o temprano. Ahora levántate. Tenemos un largo camino por delante.
Alba se levantó algo aturdida y acatando las órdenes de Mimi comenzaron a andar por un camino de tierra, paralelo al pequeño terraplén natural dónde habían pasado la noche.
Al cabo de poco más de una hora, el estrecho valle se abrió ante ellas y pudieron ver, desde el borde del acantilado donde se encontraban en ese momento, una gigantesca plana, llenas de campos de cultivo y pequeños pueblos de techado de tejas de arcilla repartidos aquí y allí. En el fondo se veía una banda de dorada, perteneciente a una gigantesca playa y un poco más allá el azul oscuro del tempestuoso mar.
A pesar de estar tan lejos al cerrar los ojos pudo sentir el sonido de las olas en sus oídos y el olor de sal en su nariz.
Era como volver a casa. Sin ni siquiera darse cuenta una lágrima cayó por su mejilla izquierda.
-¿Estás bien?-le preguntó Mimi, preocupada.
-Mejor que nunca-le contestó, intentando no llorar más.
En ese punto el camino torcía bruscamente hacía la izquierda y bajaba pegado a un alto acantilado.
Con mucho cuidado Alba y Mimi comenzaron a caminar, manteniendo a su animal de carga en el medio.
Estuvieron así durante toda la mañana, cuando volvieron a internarse en un bosque frondoso y de tierra húmeda.
-Que asco-murmuraba Alba, ya que sus sandalias se semi-hundían en el suelo fangoso del bosque.
-Tranquila. Pronto llegaremos
Efectivamente así fue. Al cabo de un par de horas los árboles se fueron haciendo más escasos y pronto llegaron a la gran plana enfrente del mar.
-Estamos a apenas un par de horas del mar-dijo Mimi-Cuando lleguemos a la costa deberemos alquilar un barco. ¿Tú sabes navegar?
Alba negó con la cabeza.
-Me lo imaginaba, pero no pasa nada Llevamos bastante dinero, así que podemos coger un barco hasta una isla próxima que esté poblada y desde allí supongo que alguien si que se atreverá a acercarnos, ¿no?
Su compañera de viaje simplemente asintió.
No estaba de humor, pues aquellas tierras le producían una nostalgia impresionante. Al final decidió abrirse.
-Este lugar me produce demasiada nostalgia. Es como estar en casa.
Mimi miró compasiva a la chica y luego le hizo una propuesta.
-En estas fechas se están celebrando las fiestas en honor a Poseidón. Es una buena oportunidad para divertirnos, ¿no?
-Si tú lo ves así...
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