Capítulo I - Ella no es como las demás.

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Era lunes por la mañana cuando la vi por primera vez. Allí estaba ella, se veía preciosa en esos jeans azules y un buzo que le quedaba grande. Como casi nunca, llevaba el cabello atado -con el paso del tiempo, había entendido que le gustaba llevar el pelo suelto-.

Alexandra estaba hablando con mi hermana, Jane, y me acerqué a ellas. Jane me saludó, pero la otra chica solo miró el suelo.

-Hola, soy Alec Ricci -me presenté-.

-Lo sé -aseguró-. Me llamó Alexandra Smith.

-Tienes un nombre realmente bonito.

Ella se sonrojó y me pareció adorable. Minutos más tarde, y luego de terminar de hablar con Jane, la castaña se marchó.

-No, ni te atrevas -me advirtió mi hermana-. No vas a salir con ella.

-Ni siquiera lo había pensado -mentí-. Además, ni que fuera tan guapa.

La rubia que ahora caminaba a mi lado negó con la cabeza.

-Tú jamás cambiarás, ¿verdad? -preguntó-.

-Tienes toda la razón, hermanita, jamás cambiaré -le di la razón-. Por cierto, ¿tienes entrenamiento hoy?

-Sí, ¿por qué?

-Curiosidad -dije, encogiéndome de hombros-; yo también.

Puede sonar como un cliché, pero en nuestra familia era tradición que las chicas fueran animadoras y los chicos jugadores de football americano. A mí no me parecía mala idea; era bueno en ese deporte en especial y a mi gemela siempre le había gustado la idea de ser animadora.

Sí, las prácticas era duras a veces, pero tenían su beneficio. Al parecer, todas las chicas heterosexuales del instituto querían salir con un chico del equipo de football. Por lo tanto, podía salir con la chica que quisiera.

La primera clase de la mañana era Historia, por lo que podría dormir un rato. El profesor de Historia estaba obsesionado con la Edad Media, tema que no me interesaba particularmente; y por eso me dormía en clase.

Sin embargo, ese día no me dormí.

Me dirigí al aula de Historia y mi hermana a la de Biología. Cuando entré al salón vi a Alexandra sentada sola, y caminé hacia el asiento junto al suyo.

-¿Cómo estás, cariño? -pregunté-.

Ella me miró a los ojos y exclamó:

-Yo no soy tu "cariño".

En ese momento, comencé a darme cuenta de que ella era diferente a las demás.

Yo y mi corazón roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora