[EPÍLOGO]

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Con su mano temblorosa, Chanyeol botó el seguro de la puerta y la abrió de golpe. Un jadeo nervioso se le escapó de los labios cuando lo vio ahí, parado frente a él con un bolso grande de color violeta colgando de su hombro izquierdo.

Byun Baekhyun iba envuelto en una bufanda azul pastel y un abrigo esponjoso mal abotonado. El gorrito que llevaba a juego apenas y le cubría la punta de las orejas y sus anteojos redondos estaban empañados.

Chanyeol no pudo evitar observarlo con los ojos de un náufrago que ha divisado un navío en la lejanía, con sorpresa e incredulidad, prestando atención a sus mofletes ruborizados por el frío y a aquellos ojos café que parpadearon en su dirección, luchando por verle a través de la humedad en sus lentes.

—Hey.— Baekhyun sonrió, arrugando ligeramente su nariz pequeña y redonda.

Antes de que pudiera siquiera pensar en decir alguna otra cosa, Chanyeol se acercó a él y lo envolvió en sus brazos. No hubo necesidad de pedir permiso. Simplemente invadió su espacio y lo apretó contra su cuerpo, acercándolo todo lo posible hasta conseguir aspirar su aroma y fundirse en él.

—¿Cómo demonios llegaste aquí?— preguntó. Su voz sonó baja, claramente afectada por el momento.

En su lugar, Baekhyun rió bajito, permitiéndose disfrutar del abrazo, enterrando su rostro en la curva masculina de su cuello.

—Chanyeol...— susurró.

Con sus manos pequeñas le tomó de las mejillas y acercó sus labios finos a los de él, rozándolos lentamente mientras le decía lo mucho que lo había extrañado. Explicándole poco a poco con besos y murmullos las ganas tremendas que tenía de verlo, de tocarlo, de sentirse fundido en su cuerpo.

Le dijo que lo amaba, una y otra vez, por ser constante, maduro y guapo. Lo amaba por haberlo llevado a ver animaciones japonesas al autocinema, por las vacaciones que pasaron juntos en Disneyland y por aprender a cocinar lasaña para su cumpleaños. Por aprender a cocinar cualquier cosa en primer lugar.

Lo amaba tanto, le susurró.

Y entonces, cuando un último beso fue dejado suavemente sobre sus labios, Baekhyun recitó para él, mirándole directamente a los ojos, las líneas finales del poema que compartían. El bendito villancico que había marcado su historia.

—¿Qué viera aquél que no os viera? ¿Cuál quedara, señor, si no os mirara?

Chanyeol jadeó, apretando su agarre sobre la cintura de Baekhyun en un ridículo intento por evitar que se escapase, que desapareciera. Con fuerza lo acogió entre sus brazos, asegurándose de que se quedara ahí, detenido en el tiempo solo para él.

Y asegurándose también de que este momento, este contacto, no era una especie de invención estúpida ocurriendo solo dentro de su cabeza.

—Feliz año nuevo, Chan.

<< Jodido Dios >>

El sonido de la voz de Baekhyun, vibrando desde el fondo de su pecho de manera dulce y tranquila, hizo a los vellos de su nuca erizarse.

Entonces, los recuerdos de su primer encuentro llegaron a su memoria.

La imagen de dos jóvenes inexpertos chocando en el pasillo cuatro del supermercado principal de Seúl, fue su primer vistazo al pasado.

Chanyeol recordó la forma en la que los labios delgados de Baekhyun se extendieron en una sonrisa ligera y apenada cuando se levantó del suelo, sacudiéndose la parte trasera de los pantalones.

Él lo escaneó sin ningún tipo de pena, pasando de sus labios a su nariz pequeña, subiendo luego a las marcas evidentes de su desvelo y deteniéndose por fin en las medias lunas que llevaba como ojos.

Envíame Un Mensaje De Texto °CHANBAEK°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora