Capítulo 1: El orígen

12 1 0
                                    

Estamos 17 años antes desde que comenzase todo, cuando yo solo tenía un año aproximadamente,cuando mis padres murieron antes de los previsto. Mi madre (la cual no conozco su nombre), padeció una grave enfermedad que la mató, y mi padre (el cual tampoco conzco su nombre y apellidos ), murió de depresión, más bien, se suicidó, cogió su nave y se estrelló aposta en los ríos de lava de Mustafar. 

 Yo fuí acogido por unos amigos de mis padres que no podían tener hijos, pero me críaron como si yo hubiese sido suyo. A los 10 años me contaron que yo era adoptado y lo que sucedío con mis padres, a partir de entonces, empecé a interesarme en ser Jedi, leyendo libros sobre la fuerza y su significado, en mi ventana que dava al templo Jedi de nuestro planeta, Korusant. Era el templo principal de todos los que había por todo la galaxia conocida, sinceramente, nunca pensé que podría tener un gran vínculo con la fuerza, porque, al no saber nada sobre mis padres, deducí, que ellos no tendrían dicho vínculo.

Un día, cuando yo tenía 16 años, la orden Jedi vino a nuestra casa, para acogerme  como un padwan y enseñarme los caminos luminosos, en el templo. Yo, por mi parte acepté encantado. Después de varias semanas, pude entrar en el templo y ver lo esplendido y precioso que era. Con figuras de oro gigantes de antiguos maestros Jedi y patios e inmensas bibliotecas que lo hacían más hermoso.

 Pasaron varias semanas y algunos de mis amigos ya les había llamado su cristal kibern, y la mayoría, tenía una espada laser, con la que ya poder entrenar con su propio sable en la sala de entrenamiento, donde el poder de los sables era disminuido, para poder hacer combates y no salir amputados de ellos. Yo mientras tanto, sabía un montón sobre la historia de las grandes guerras galácticas entre la rebelión y el imperio, y más tarde contra la primera orden, también, sobre las reliquias Jedi y más profundamente, sobre la fuerza. Tenía que coger espadas que me ofrecía el consejo, para poder entrenar, hasta que pudiese tener mi propio sable de luz.

 Pasaron varias semanas y yo, era el padawan que más sabía de entre mi grupo, porque mientras ellos se pasaban el día practicando con la espada, yo me quedaba en mi cuarto estudiando atentamente en mi cama, junto a mi arsenal Jedi, que estaba en mi escritorio. Hasta que en un  día , sentí algo en mi interior..., algo que me llamaba hasta un planeta desconocido para mi, sin permiso alguno cogí mi X-win, que había construido desde los 11 años. Era negro y tenía líneas blancas, también, había hecho algunas mejoras en cuanto a los otros modelos  de la rebelión, como el de no dejar tan al descubierto el motor, al mismo tiempo con los propulsores. 

 Ya en la atmósfera de Korusant, me quedé a contemplar el planeta donde había crecido, era la primera vez que estaba en el espacio, pero sabía pilotar una nave, entonces, salté a la luz donde mi instinto me llamaba. Cuando paré el salto, me fije, que el planeta que buscaba era un desierto. Pude descender al planeta gracias a mi permiso de padawan , que nos dió la orden a todos los padawan para poder ir a cualquier planeta. Al aterrizar, me di cuenta de que la sensación, me llevaba bajo tierra, al lado de una casa abandonada. Empecé a excavar donde mi instinto me decía, y con un atardecer de dos soles encontré una funda donde estaban dos valiosas reliquias Jedi, la espada de Luke Skywalker y la de la comandante Leia Organa, las cuales, su última dueña fue Rey.Estaba bastante sorprendido, no me podía creer que una, de las dos espadas me estuviese llamando para que fuese su dueño, y era la de Luke, estaba bastante destruída, pero, funcionaba. Encendí la espada, de la cual salió un plasma de color azul, y una gran satisfacción invadió todo mi cuerpo. Pero esa satisfacción no duró lo suficiente, porque mi holograma portatil empezó a vibrar y apareció el maestro Yodd, que era el mejor Jedi, que había conocido, era el mejor luchando con la espada, de lo que ninguna persona podría superar, per más todavía su gran relación con la fuerza. Me había llamado para que fuese a la sala del consejo Jedi para decirles, que porque había cogido mi nave sin antes consentimiento de la ordén, sabía que me había metido en un lío.

 Volví a Korusant avergonzado, por mis acciones, preparando un discurso por el camino. Sin darme cuenta, ya estaba en la puerta del consejo, respiré hondo y entré en la sala, donde estaban sentados los grandes Jedi de la época. Me dijeron que me pusiese en el centro para dar explicaciones, yo les dije:- Maestros, siento mucho mi comportamiento y sé que esto puede lleavarme la expulsión del templo, pero, esto me llamo ( les enseñé el sable ) y también, no se me ocurrio decirselo cuando fuí a por ella -. Entonces Yodd habló y me dijo que podía quedarme con la espada, después, decidieron ( 10 minutos más tarde), que no sería expulsado y no sufriría ningún castigo, pero que si volviese hacer algo parecido sería expulsado. Antes de irme les pregunté una cosa: -Maestros,¿ por qué a los demás padawan de mi grupo les habéis puesto un maestro que les pueda guiar y a mi no?-. A lo que Yodd respondió:-Todo a su debido tiempo, joven padawan-.

 Después de un año entrenando con la espada y ampliando mis conocimientos, a la edad de 18 años, el consejo me volvió a llamar, decían, que era un asunto importante. Por cierto, me llamó Da-El, y está, es mi historia y de mi mejor amigo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 03, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Star Wars : El resurgir oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora