Prólogo

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  Tom Riddle caminaba por los pasillos de la gran mansión con tranquilidad, no era extraño encontrarse con alguien por ellos, pero siempre que lo hacía era humillado de alguna manera. "Y pensar que él era tan poderoso, míralo ahora, arrastrándose en su propia miseria", "¿Por qué no tienes sexo conmigo también, ya que eres la puta del Señor", "Perdió su imperio de forma tan ridícula, hasta me da pena". El antiguo Lord Voldemort hacía oídos sordos a aquellas palabras mientras dejaba que el odio se acumulara en su corazón por cada una de ellas, sin embargo aquella vez no fue así.

- Oh, Tom.- el susodicho casi hace una mueca de asco al ser nombrado por esos horribles labios. Lucius Malfoy fue uno de los primeros en abandonarlo.- No esperaba que estuvieras aquí... No sabía que a los de tu clase se les permitiera vagar libremente por la mansión, creía que tendrían que estar todo el día ocupados en algo... Por ejemplo chupar un pene.- se mofó. Riddle apretó los labios, conteniendo sus terribles ganas de asesinar al hombre. No podía hacerlo, no sin su magia. Además, Malfoy era el padre de Draco Malfoy, uno de los Señores. Pero es que estaba terriblemente equivocado, la mayoría de las personas malentendían la relación que tenía con Potter, él nunca sería su sumiso. Le declaraba la guerra cada vez que se encontraban y le hacía gritar por piedad en la cama.

- Tiene usted, al parecer, muy poca consciencia de lo que dice, Señor Malfoy.- intervino una nueva voz. El rubio se tensó completamente, ante él apareció un muchacho de quince años, cabellos azabaches y ojos esmeraldas.

- Mi Señor.- lo saludó con respeto mientras se arrodillaba ante él.

- Debo decir que no esperaba menos de usted, Malfoy. Entienda que no puede hablarle de esa manera a Tom. Absténgase a las consecuencias si lo vuelve a hacer. Sea consciente de que la única razón por la que se encuentra aquí es por el respeto que tengo hacia su hijo, eso no lo eximirá de una posible ejecución si esto pasa otra vez.- informó con frialdad. Tom se sintió estúpido por sentirse feliz al ser defendido por la persona que le quitó todo.

- Sí, yo lo... Yo lo lamento, Señor. No volveré a hablarle a su concubina de esa manera.- miró con descaro y sobra al alfa mayor al decir "concubina". Harry arqueó una ceja, dirigiendo una fría mirada hacia el rubio y replicó.

- Pues al parecer no lo ha comprendido bien.- lo siguiente que se pudo escuchar fueron los gritos de Lucius.- No vuelvas a mirar o hablar despectivamente a mi amante... O mejor dicho no hables.- los celestes ojos del albino se abrieron con pánico al descubrir que ningún sonido salía de sus labios. Riddle disfrutó silenciosamente de su sufrimiento.- Y tú, Tom, defiendete. No dejes que te pisoteen.- una sonrisa amarga se dibujó en los labios del hombre. "¿Como podría hacerlo sin temer a lo que me podría suceder después? No puedo defenderme ya que no tengo magia. Tú me la quitaste".- Oh, y ve a la biblioteca después de la cena, tengo que hablarte de algo.

Odiaba no poder odiarlo.



























¡Ey! Hola.
Pasaron tan solo unos pocos días desde que se terminó el primer libro y aquí tienen un adelanto del segundo.
Como ya sabrán, este lo comenzaré en cuanto termine una de mis obras.

Poder [Tomarry] (PRÓXIMAMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora