Una de ellas está sentada al borde de un puente. Está tratando de separar los momentos de su vida entre cálidos y grises. Lo sabes, porque un vez tú también intentaste hacerlo. Pero despertaste. [Ese es siempre tu problema. Que despiertas.]
Sabes que ella no va a despertar, porque los extraños nunca se cuelan en tus sueños. Además, lo sabes con certeza, porque sus nudillos están cubiertos de sangre. Aquel color rojo brillante nunca aparecería en uno de tus sueños.
Te acercas a ella y la observas desde lejos, con vista y sigilo de lince. Sabes que tiene una historia que contar, y no hay nadie más apropiado que tú para hacerlo. Entonces lo ves; está rota. Rota como una taza de porcelana a la que han tirado al suelo e intentado reparar un gran número de veces. Pero no puedes pegar los trozos de lo que algún día se rompió. Siempre quedan algunas grietas. Y tú, persona sin nombre, vas a descubrir qué se esconde tras ellas.
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Neige.
Historia CortaElla no era una persona, o eso dicen. Era la mismísima distancia, fría y calculadora. Era una ráfaga de viento, un escalofrío en la espalda. Ella era el invierno. Ella fue palabras. Ilustración de la portada: Paula Bonet.